RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Mayo de 2013

La “chavocracia”

 

Chávez  recibió de los Castro lecciones de “castrocracia”: cómo convertir una democracia en una dictadura; cómo eliminar la separación de poderes; como doblegar la oposición matándola o enviándola al “gulag”, cómo hacer elecciones fraudulentas, cómo eliminar la libertad de prensa, cómo nacionalizar la producción etc. Y las aprovechó bien, porque añadió algo que los Castro no podían hacer como comprar amigos (los países caribeños, los Kirchner, Evo, Correa), formar milicias urbanas para aterrorizar al pueblo, aprovechar el narcotráfico para enriquecer amigos y familiares. Quería gobernar hasta 2030, pero Dios tuvo misericordia de los venezolanos. Ahora está convertido en semidiós en forma de pájaro.

Ahora sus herederos y aprendices de “chavocracia” están  añadiendo nuevas modalidades como el fraude refinado, las falsas promesas y prohibir que la oposición haga uso de la palabra en la Asamblea Nacional y si tratan de hacerlo darles de golpes y patadas. 

El reciente incidente en la Asamblea en la que once diputados opositores fueron heridos por sus colegas y golpeados por guardaespaldas, no se presentaba en Venezuela hace más de siglo y medio. María Corina Machado, una valiente mujer que les ha dicho sus verdades a los miembros del PSUV -¡mis respetos, señora!-, sufrió fracturas en la mandíbula gracias a golpes de manopla y patadas cuando estaba caída en el suelo. Las cámaras oficiales que siempre transmiten las sesiones aunque nunca enfocan a la oposición, fueron cuidadosamente apagadas porque, según dicen, se trató de una emboscada preparada por el propio presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, un chafarote patán.  

Sorprendentemente, este acto de barbarie del PSUV no ha merecido -con excepciones- el repudio de los medios, que pueden por supuesto compartir la política pero deberían exigir caballerosidad y buenas maneras y condenar la patanería. Han pasado agachados pero, si estas actitudes prosperan, más temprano que tarde la infección nos llegará a nosotros.

Lo mismo se puede decir de la OEA, cuya flamante Carta Democrática sirve solamente de adorno en el anaquel de los recuerdos. Por supuesto no se puede esperar nada de Unasur, el organismo de bolsillo de Chávez y ahora de Maduro, donde lamentablemente estamos nosotros.

La “chavocracia” ha mostrado el cobre. Es una vergüenza de nuestros nuevos mejores amigos.

 

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Coda uno. El coronel Hernán Mejía, un héroe herido en el Palacio de Justicia, lleva cinco años detenido en prisión preventiva. Fue acusado hace seis años y, desde entonces, ha sufrido, como la mayoría de los militares procesados, graves violaciones del debido proceso, como que el testigo principal se retractó y los papeles oficiales de su gestión como comandante del Batallón La Popa desaparecieron en manos de un fiscal y nunca fueron allegados al proceso. Yo no sé si es culpable o inocente, pero la “justicia” tampoco lo sabe y la presunción de inocencia lo acompaña. Tiene derecho a una justicia pronta y cumplida… aunque haya sido militar.

Coda dos. Quien haya leído sobre los avatares de los taxis eléctricos, sabrá por qué Colombia es todavía una banana republic.