Rávena, cautivante | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Julio de 2016

Antes de atravesar el Rubicón, Julio Cesar eligió a Rávena para establecer su cuartel general.  Este territorio, antes habitado por los etruscos, umbros y celtas, probó ser el lugar perfecto para preparar sus ejércitos por estar rodeado  de pantanos de difícil acceso.
Entre los años 395-423 d.C. el emperador Honorio instaló en Rávena la corte imperial. Su hermana Gala Placida convirtió a la ciudad en un importante centro cultural y artístico de la era cristiana del Imperio Romano.
Tras la caída del Imperio la ciudad fue controlada por menos de 100 años por los hunos y los ostrogodos, más en el 540 Belisario logró reconquistarla y Rávena pasó a formar parte del  Imperio bizantino.

Larga, importante e intrigante ha sido la historia de esta hermosa ciudad localizada en la Emilia-Romaña, al norte de Italia, próxima al Adriático y a las famosas playas de la costa romañola.
De sus años de gloria nos quedan, para nuestro deleite, ocho monumentos que son hoy Patrimonio Mundial de la Unesco: el Mausoleo de Gala Placida, la basílica de Sant’ Apollinare Nuevo, los baptisterios ariano y neoniano, la capilla arzobispal, el mausoleo de Teodorico,  la basílica de Sant’Apollinare in Classe y el más bello de todos por la riqueza de sus mosaicos, la iglesia de San Vitale.
Sin duda los mosaicos de Rávena son una joya que debe ser admirada y preservada para futuras generaciones. Su hermosura y su perfecto estado nos deslumbran desde el primer momento.
El pequeño Mausoleo de Gala Placida, tiene la apariencia exterior de una sencilla construcción de ladrillo y  teja de barro, pero su interior está completamente revestido de esplendorosos mosaicos. Al entrar nos impacta el cielo raso cubierto de estrellas realizadas en mosaicos azules, blancos y dorados. Observamos en sus muros varias iconografías de la cristiandad. Mis preferidas: las cuatro bestias del Apocalipsis, el impresionante  Martirio de San Lorenzo y el Buen Pastor y los Apóstoles, todos plenos de detalles, flores, plantas y pájaros, como las delicadas palomas paradas sobre una fuente.
El Baptisterio Neoniano fue construido a principios del siglo V. Tiene planta octogonal, también en ladrillo. El mosaico principal representa el Bautismo de Cristo por Juan el Bautista, rodeado en un segundo circulo por  los doce apóstoles y un grupo de ocho escenas referentes a la Ciudad Santa. Cuando lo miramos, sus maravillosos colores, en especial los azules, dan la impresión de estar hechos en esmalte.
Originariamente la iglesia del palacio de Teodorico, la Basílica de Sant’ Apollinare Nuevo, debió de estar completamente decorada con mosaicos, sin embargo hoy solo  se conservan dos muros totalmente decorados con exquisitas figuras de santos y ángeles.
De todos los monumentos es  San Vitale el más deslumbrante. Allí se encuentran los espléndidos mosaicos del emperador Justiniano y todo su séquito y de la emperadora Teodora con sus damas de honor. Su actitud, la elegancia y lujo de sus atavíos nos dejan impávidos.  En la bóveda del ábside se encuentra el Redentor, flanqueado por dos arcángeles y San Vital.
En esta gloriosa ciudad donde Dante Alighieri, autor de “La divina comedia” escogió ser enterrado, el tiempo es siempre corto para explorar todos sus tesoros.