En tiempos pasados cuando se adelantaban investigaciones contra organizaciones dedicadas al secuestro y la extorsión, en los allanamientos nos encontramos con un trabajo rudimentario pero laborioso: estos delincuentes identificaban sus víctimas y dedicaban un largo tiempo a recolectar información sobre costumbres, hábitos, relaciones, y demás temas que podían ser de interés para su objetivo. La mayor parte de averiguación la recolectaban de revistas, prensa o fotos del posible blanco, tomadas por ellos mismos con mucha prudencia, en sitios donde los medios los ubicaban con cierta asiduidad, nos asombrábamos de ver el cuidado puesto para recortar las fotos y el organigrama con cruce de líneas entre los contactos, amistades, familiares, socios o allegados a la posible víctima.
Estos recortes y su juicioso análisis de inteligencia se convertían en un aporte valioso para la judicialización, además de permitir alertar a las potenciales personas objeto del estudio. Se trataba de una fuente imposible de neutralizar porque los medios cubren la información tratando de ser lo más precisos posible, información que de no ser verídica o palmaria, era aclarada por los protagonistas.
Los tiempos han pasado y hoy las cosas son a otro precio. Ya estos antisociales no necesitan ese exhaustivo trabajo de inteligencia, pues las redes sociales los mantienen informados y actualizados del diario acontecer nacional. Basta consultar las diferentes plataformas para saber qué piensan, hacen, o proyectan las personas, inclusive toda una familia y es por ello que quiero llamar la atención sobre el cuidado en la utilización de estos medios de comunicación puestos de moda en las colectividades y que ingenuamente los ciudadanos utilizan.
La recomendación es la prudencia al compartir las informaciones, una conversación en familia sobre el tema es muy aconsejable, poniendo de presente errores o ligerezas cometidas en ésta con inocentes y desprevenidas comunicaciones e invitando a tener el máximo cuidado en lo que se publica. También recordando, de tiempo en tiempo, la sensatez en estas muestras de amistad e información tan generalizadas en nuestro medio, esos anuncios de eventos sociales con asistencia de ciertos personajes no son sesudos, como tampoco lo son los proyectos de vacaciones, salidas esporádicas de la ciudad y mucho menos la mención o participación de éxitos mercantiles por jugosos negocios.
Todas estas comunicaciones nos ponen en la mira de las bandas criminales organizadas, al igual que de delincuentes de poca monta, quienes ven en esos triunfos posibilidades delictivas, además existen situaciones donde antes que generar alegría, producen una reacción negativa y no obstante recibir congratulaciones, el fondo es turbio o envidioso, impulsado con los comentarios e inquietudes malsanos. El trabajo, aquel de marras sobre revistas y prensa, está abonado en las redes, que se deben convertir en medio de comunicación serio, reservado y formal. No dinamicemos nuestra información publicándola en las redes.