Europa 2012
Europa se prepara para un largo calvario, producto ahora de su honda división, que impide trazar un derrotero común para afrontar los inmensos problemas comunitarios.
En el 2011 el viejo continente vivió de expectativas, con alarmas encendidas y terminó con enormes decepciones. Su clase dirigente no fue capaz de recrear la unidad, meter en cintura a los irresponsables y comprometer de verdad a los más ricos.
Y lo sorprendente: el euro ha aguantado, la que no resiste es la Unión.
El 9 de diciembre pasado regresamos a la Europa de 1972, antes de la incorporación del Reino Unido. Todo en función de la rotunda negativa de Londres a firmar un nuevo Tratado y al resultado de tan vertical posición: firmar 23 países ese documento para impedir que Italia y España cayeran en picada. Un desastre.
Se la cataloga ahora como una unión de inestabilidad y estancamiento. Llovieron las críticas sobre Cameron por haber cambiado la estrategia de ambigüedad por una frentera y clara. Sobre Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy por obligar a los demás, y al resto por débiles y anodinos.
Sobre el particular, Christine Lagarde, la flamante directora del FMI, lo llamó un acuerdo poco detallado en los aspectos financieros, y complicado en los principios fundamentales. Gradualista y lento. Con la amenaza de un vacío en la vocería europea. Para Lagarde, todo ello amenaza con deteriorar la economía global, quebrar el multilateralismo, avanzar en el proteccionismo y en el crecimiento de barreras al comercio mundial.
Peligran los fundamentos básicos de la Unión, la libre circulación de personas, mercancías, capitales y servicios. Todos se quedaron en el debate nacional, cuando la crisis es global, al menos europea.
Ahora hay voces que invitan, en función de intereses nacionales, a desaparecer la eurozona o a tener dos Europas, a dos velocidades. En la actual encrucijada sólo cabe amarrar la moneda única a políticas económicas y fiscales coherentes.
Como escribiera Felipe González, un gobierno económico europeo significa modular los ajustes presupuestales permitiendo algún tipo de déficit, acordar que el Banco Central Europeo cumpla funciones similares a la Reserva Federal Norteamericana, impulsar inversiones con el Banco Europeo de Inversión.
Todos los países de la Unión deben orientar sus esfuerzos a mejorar la competitividad. La opción europea no son los salarios bajos, si lo serán la productividad, la innovación y la calidad.
¿Qué nos importa todo esto? Colombia se verá afectada en el 2012 por la recesión en el viejo continente. Por el tira y afloja entre Berlín, París y Londres. Pero también habremos de estar atentos a la desaceleración en el crecimiento de China e India y a la lenta recuperación en Estados Unidos.
Como lo ven los europeos, así debemos hacerlo aquí. El 2012 no será tan bueno como lo fuera el 2011. Negros nubarrones dominan el horizonte.