En vísperas de la próxima reunión del foro económico mundial está circulando el informe riesgos globales 2024. Se trata de un trabajo riguroso que contó con las percepciones de casi 1.500 expertos globales y la colaboración de numerosas instituciones alrededor del mundo.
Es evidente que estamos viviendo una época de enorme incertidumbre en varios terrenos. El de la seguridad internacional en momentos en los cuales las instituciones multilaterales no están cumpliendo a cabalidad sus funciones. Ahí están los temas de Ucrania y del medio oriente a los cuales se refieren expertos, en ocasiones, con anticipaciones de naturaleza catastrófica. Nada fácil. También los diversos medios de comunicación vienen refiriéndose a lo que consideran el año electoral más significativo en muchos años como quiera que se realizarán elecciones en las cuales participarán billones de ciudadanos y algunas de estas tendrán lugar en países de gran significación. Por ejemplo, en el hemisferio occidental Estados Unidos y México.
El caso de Estados Unidos es, particularmente, relevante porque la ciudadanía está polarizada y el cuestionamiento del proceso electoral por parte de un significativo sector del partido republicano alimenta una dura actitud de muchos de sus seguidores quienes insisten en retornar a la presidencia a Trump quizás motivados por las denuncias que este ha hecho sobre un supuesto fraude electoral que le negó la reelección. Un tema de inmensa gravedad porque cuestiona la integridad del proceso electoral en esa gran nación y así pone en tela de juicio el mecanismo que permite que los ciudadanos democráticamente escojan sus gobernantes. Difícil encontrar un tema que debilite más un sistema político democrático.
La campaña de Trump, que se inició al otro día de su derrota, se enriquece todos los días con decisiones de naturaleza judicial que Trump explota muy bien para consolidar el apoyo electoral y para obtener los recursos financieros que le permitan llevar adelante en forma muy holgada su campaña. Un triunfo electoral de Trump tendría un impacto descomunal en la vida política económica y social de los Estados Unidos y, por supuesto, un impacto no menos crucial en el resto del mundo. Y aunque existen muchas ilusiones con respecto a las decisiones que pueda tomar, es apenas normal que se contemplen los dos escenarios más probables, a saber, el triunfo de Trump o su derrota y en ambos casos el poder judicial está enfrentado a una decisión que seguramente incrementará la polarización y la división de sus electores.
Otra opción, la prohibición de la participación de Trump en el proceso electoral, no es menos riesgosa y sus consecuencias pueden ser muy costosas para el sistema político americano. Es que se llegó a una situación que revela el arcaismo de alguno de los procedimientos para la elección presidencial que de vieja data han venido siendo mencionados como reglas del juego que deberían ser modificadas. Y es evidente que no ha sido posible reformarlas y este no es el momento más propicio para hacerlo. Los ojos del mundo están puestos en este proceso electoral y existen los temores que ya se agitaron en el reciente pasado sobre manipulaciones externas que puedan afectar el comportamiento electoral.
Al lado de estos temas ya extremadamente preocupantes el informe menciona el enorme impacto que ya ha tenido el cambio climático y las consecuencias adicionales del fenómeno de El Niño. Y como si fuera poco todo esto plantea el tema del fuerte impacto que ya ha tenido la inteligencia artificial y los efectos que se anticipan para los próximos años en el mediano y en el largo plazo.
Gobiernos empresas y universidades están considerando las decisiones que será imprescindible adoptar. Las universidades, un ejemplo, reflexionan sobre qué carreras académicas desaparecerán, cuáles habrá que introducir, qué cambios se requieren en todos los contenidos de las diversas carreras y como la transmisión, la evaluación y la creación del conocimiento serán objeto de tratamientos muy diferentes a los existentes.
Aparte se observan innovaciones bien peligrosas en las actividades del crimen organizado por razón de su aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Pocos países están preparados para nuevas formas de criminalidad que pueden afectar enormemente al propio Estado. El informe dedica un buen espacio al tema de la desinformación y al de la información perversa como elementos que alterarán, ya está ocurriendo, el conocimiento de la realidad y, por supuesto, la relación de confianza entre gobernantes y ciudadanos, entre productores y consumidores, entre dirigentes políticos y electores. La credibilidad y la confianza, que son valores fundamentales para asegurar la convivencia y la armonía y el buen funcionamiento de una sociedad están gravemente comprometidos.
Conviene que este informe sea bien resumido y divulgado. No es una tarea fácil. Lo que he hecho en esta columna es un intento torpe para que este no pase desapercibido entre nosotros.