San Agustín, tierra celestial | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Enero de 2017

Recorrer el parque de San Agustín es pisar uno de los más importantes espacios  arqueológicos de Colombia, ubicado al sur del departamento del Huila. Fue declarado en 1995 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Es penetrar sus mitos, mitos creados para explicar el universo, el origen del mundo, los fenómenos naturales que no lograron una explicación científica. La mayoría de los mitos están relacionados con una fuerza natural o deidad. Son simplemente historias y leyendas que se expresan por medio de figuras talladas en piedra para dejar un testimonio de su existencia a la humanidad.

En el transcurso del siglo XVI, cuando lentamente comenzó a producirse la penetración española, la región del Alto Magdalena se encontraba poblada por numerosas tribus indígenas, como los Quinchana, Mulales, Laculata y Laboyos.

Hace cerca de 2.000 años  los talladores de estatuas labraron la piedra con elaboradas representaciones de animales, peces, aves, anfibios, reptiles, felinos, monos que habitaron en zonas montañosas, en ríos y quebradas del Alto Magdalena; desarrollaron una compleja iconografía en la que, al parecer, estas especies tenían  un  significado  especial, indiscutiblemente relacionados con sus mitos y rituales.

Los pueblos indígenas veían en el jaguar como un ser que engendraba chamanes poderosos. Pensaban que un chamán, en vida o cuando moría, se transformaba en un jaguar que podía matar o causar daños. Al colocarse la piel de un tigre adquiría el espíritu de un depredador. El murciélago y la serpiente también los relacionaban con la muerte, la destrucción y el canibalismo ritual.

Los chamanes esculpidos en piedra representan hombres o mujeres que poseen atributos de seres míticos- una boca con cuatro grandes colmillos como los del jaguar y el mono, ojos humanos, llevan máscaras, coronas de plumas, cintas bordeando la cabeza anudadas en la parte posterior, gorros, brazaletes y collares, están desnudos o vestidos con cubresexo, túnica o falda corta.

 Para los indígenas, los chamanes eran los responsables de la seguridad cósmica y terrenal, favorecían la multiplicación de la gente, controlaban los malos espíritus, prevenían y curaban enfermedades. Ellos conocían el comportamiento de los animales y los vegetales, observaban el cielo y los movimientos de las constelaciones, del sol y la luna, con los que establecían calendarios rituales.

A lo largo del recorrido en el parque arqueológico nos encontramos en el alto de los ídolos con bellas figuras femeninas talladas en piedra,  que son una exaltación a las representaciones míticas de su entorno universal. Y para rematar está la fuente del lavapatas con figuras en relieves, que armonizados con el sonido del agua une los conceptos de la vida y de la muerte.

También las tribus especializadas se encargaban de elaborar bienes como pectorales, collares, los cuales eran ofrendados en los sitios funerarios, juntos con herramientas de piedra y objetos en oro.

Con este recorrido breve por el parque arqueológico, hacemos una invitación para armonizarnos con la naturaleza, para alejarnos del mundanal ruido y del veneno de la tecnología moderna que está acabando con el hombre.