El amor establece la simpatía. Y este es el atractivo que no muere, la gracia eterna del Espíritu. Ni la muerte separa a los que se aman. Cuando las personas aman, las épocas van pasando, y hasta las marcas del rostro del ser amado parecen bellas. Es como el buen vino. Es mejor con el paso de los años, siempre que no lo dejemos acidular.
El inolvidable poeta Alziro Zarur (1914-1979) solía decir: “El amor es todo el encanto de la vida. La vida sin amor no vale nada”.
Pero si es usted novio de una chica, se compromete y se casa con ella sólo por su hermosura, podrá fracasar, pues la fascinación exterior pasará como el viento. Sin embargo, si van a unirse porque hay amor, el encanto físico podrá dejar de existir con el tiempo, pero usted la amará como la amaba cuando era joven.
Lo mismo puede sucederles a las chicas: si va a unirse al chico sólo porque este posee un tórax aventajado, en el futuro ese físico se va a marchitar. ¿Y su amor? ¿Fallecerá con él? ¡¿Qué amor es ese, entonces?! No habrá pasado de un falso sentimiento. Pero si constituye usted matrimonio con un hombre por amarle verdaderamente, la felicidad crecerá como los árboles seculares, porque el bien querer será infinito.
La belleza es algo primorosa. El amor, empero, es mucho mayor que todo eso. Él establece la simpatía. Y este es el atractivo que no muere, la gracia eterna del Espíritu. Ni la muerte separa a los que se aman.
Me acuerdo de un bello canto del inolvidable Zarur, en su poema "A las Parejas Legionarias”: - No es el cuerpo lo que atrae: / Es el Espíritu el que ama.
Y, si el Espíritu ama -pues fue creado a imagen y semejanza de Dios-, ese Amor es permanente.
Juan Evangelista enseña, en su Primera Epístola, 4:8, que Dios es Amor, lo que Zarur completa así: "y nada existe fuera de ese amor”. Ni el amor de los novios.
El Amor, por encima de todas las cosas, antes de ser carnal, debe emanar del Alma. De lo contrario, puede morir ya en la noche de nupcias... Pero, si tiene como fundamento al Espíritu y al corazón de ambos los amantes, entonces la luna-de-miel se repetirá para toda la vida, pese a las arugas que siempre marcan la convivencia de una pareja.
Esas palabras pueden sonar demasiado románticas en una época donde impera la ley de la selva. Tal vez...
Sin embargo, se trata de un triste engaño pensar que el sentido del amor haya terminado en este planeta. Es desastroso dejarse guiar por la onda del momento, porque usted, al pasar la moda, a veces demorada, padecerá de los dolores de la frustración que es haber renegado a su propia naturaleza de criatura de Dios. Probablemente, entonces, se percate de que el peor sufrimiento es la ausencia de Amor, una verdad rechazada por personas influyentes en el mundo, cuyo escarmiento, en el momento de entenderse con la almohada, es la conclusión, a veces bien escondida para los demás, de que es igual que todo el mundo: necesitado de afecto, como su cuerpo de alimento.
Es evidente que le hablo del amor que no es fuente de enfermedades, en calidad de "principio básico del Ser, factor generador de vida, que está en toda parte y lo es todo”.
*Director presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV).