Ha quedado demostrado que elevando intereses no se combate la inflación. Existen fórmulas modernas y no tan ortodoxas que lo logran. La banca colombiana las aplica. Alguien tenía que abrir los ojos y salir en defensa de una población que marcha hacia la ruina, con una pobreza extrema igual a la de Haití.
El alza de intereses, la imprevisión gubernamental y la errónea aplicación de medidas monetarias, nos llevaron a una inflación del 13.28%. El Banco de la República se engolosinó y se dejó engatusar, aplicando las viejas y falibles teorías, que hoy quiebran bancos y empresas en el mundo.
Ni el Emisor con su “independencia”, ni sus manejadores advirtieron lo que venía: escasez y alza de precios, desempleo y cierre de producción, crédito inalcanzable, ruina del campo y la agroindustria, etc.
Ni ellos, ni los sabios, previeron a donde nos conduciría la pandemia. Varios columnistas planteamos la urgencia de emprender un agresivo programa de producción de alimentos, con crédito barato, insumos y almacenamiento, que nos convirtiera en la despensa para el mundo convaleciente y hambriento, poscovid-19.
¡Nada se hizo! Vino entonces la catástrofe que creyeron combatir con alzas semanales de las tasas de interés. ¿Qué falta nos hace la Junta Monetaria, de Hernando Gómez Otálora y Jorge Ruiz Lara?
Sucedió entonces lo que tenía que suceder: caída de la economía, parálisis de la producción, escasez de alimentos, desempleo, cierre de empresas y comercios y encarecimiento de todo. ¡La terrible inflación!
Era imposible restaurar una economía con intereses bancarios superiores al 40%. Se agudizaron la especulación, los “gota-gota”, mientras la clientela bancaria escaseaba y las arcas del sistema financiero se repletaron, generando reducción de utilidades.
En otras latitudes se registran cierres y quiebras bancarias. Las instituciones acostumbraban a invertir en Bonos de los Tesoros, con tasas del 0%, pero cuando las bancas centrales elevaron agresivamente los intereses para controlar la inflación -como en Colombia- se perdió la seguridad económica.
Estados Unidos está tan alerta, que el presidente Joe Biden salió apresuradamente a señalar que el Estado garantizaba los depósitos de los clientes de los bancos en dificultades o al borde de la quiebra. El mundo estudia cambios económicos y fórmulas modernas muy distantes de las actuales, que solo buscan frenar la inflación con tasas de interés.
En Colombia por fortuna, su banca se anticipó a respaldar a sus clientes e inversionistas, sacrificando en parte sus utilidades. Bajó los intereses de las tarjetas de crédito para las compras de productos de la canasta familiar. Hará otros sacrificios que permitirán la reactivación económica y mitigarán el hambre a las clases populares. La banca merece un reconocimiento nacional.
BLANCO: La diligencia con la que se actuó para restablecer la variante de Rosas.
NEGRO: Nadie se explica la urgencia de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, por desbaratar la Carrera séptima. Tres años tuvo para hacer algo racional. Seguro serán calzadas llenas de huecos y viviendas encerradas, como quedará el sucesor.