Tirano, déspota, dictador... | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Enero de 2025

No entiendo por qué algunos consideran que en Venezuela se estableció una dictadura a partir del 10 de enero del presente año.  Y se preguntan ¿cómo hará Colombia para lidiar con esta nueva situación?

Creo que estamos viendo la continuación de un régimen antidemocrático que instaló el presidente Chávez y que ha venido evolucionando cada día con los rasgos más notorios de lo que es una tiranía. Y por eso las relaciones durante las últimas décadas han sido tan llenas de altibajos, cierres y aperturas de fronteras, millones de exiliados. Cierres de los consulados, suspensión de las relaciones diplomáticas etc.

Y, claro está, un comercio que se derrumbó y todo un proceso de pagos pendientes a exportadores colombianos que no fue lo más transparente. Mejor no recordarlo.

Históricamente, Venezuela y Colombia han ido por caminos diferentes. Mientras Colombia es admirada por haber mantenido un sistema democrático con instituciones muy respetables, como la del control constitucional que la Constitución de 1991 transformó en una Corte, que es altamente exaltado en el mundo.

No hemos sufrido la serie de dictadores que han caracterizado la vida política de nuestro vecino. Muchos de sus más distinguidos dirigentes políticos vivieron exiliados en Colombia, lo cual contribuyó a crear amistades fuertes y sirvió en momentos claves de nuestras relaciones bilaterales.

Es que la riqueza de Venezuela en virtud de sus yacimientos petroleros le permitió una forma de vida que era impensable en Colombia. Como que allá todo era fácil y entonces no se hicieron los esfuerzos sistemáticos que se han hecho en Colombia para mantener sus instituciones y su democracia.

Lo que sí es evidente es que Venezuela ha tenido distintos tipos de dictadura y que ésta que se instaló desde Hugo Chávez y continúa Nicolás Maduro ha tenido unas características que desbordan los peores momentos políticos de esa nación hermana. No se niega que fueron muy generosos con los colombianos que encontraron allá un mejor nivel de vida. Nuestra embajada en Caracas contó siempre con funcionarios de muy alto nivel y nuestros desacuerdos se manejaron por los métodos diplomáticos y en los mejores términos. Por eso duele tanto que los términos de la relación ahora no sean como lo fueron siempre.

Nicolás Maduro no es un dictador. Tampoco es un déspota. Es mucho peor, es un tirano que ya no reconoce límites y que puede proceder descaradamente ante los ojos del mundo sin inmutarse. Y eso es lo nuevo en el régimen venezolano y por eso es que el mundo entero tiene su mirada puesta en lo que allí está ocurriendo y en las repercusiones que ello puede tener para la estabilidad política regional. Peor que Pinochet, que Onganía, que Somoza.

En dos libros recientes, el de Anne Applebaum, "Autocracy Inc.: Los dictadores que quieren gobernar el mundo" se habla de una red sofisticada de autocracias, dictaduras y tiranías, que al parecer constituyen una especie de nuevo fenómeno global según el trabajo de varios autores titulado "El mundo de la derecha: conservatismo radical y orden global".

Se mencionan los gobiernos de China, Rusia e Irán como líderes que están acompañados por Venezuela, Corea del Norte, Belarus, Sudán y otros. Se trata de una red muy amplia que ha construido vínculos financieros, militares, tecnológicos y diplomáticos en sus esfuerzos para evadir sanciones de Occidente y permanecer en el poder. Se trata de la configuración de una organización trasnacional radical que busca destruir el liberalismo occidental y el orden internacional dirigido por Estados Unidos. Al respecto, hay dos breves reseñas en la sección de libros de la edición de noviembre -diciembre de la revista Foreign Affairs, de las cuales tomo estas observaciones.