Un círculo vicioso | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Diciembre de 2019

“Redes sociales están haciendo de las suyas”

Estamos entre la espada y la pared: el gobierno defendiendo un neocapitalismo -anacrónico- sin el cual no tiene recursos para sostener el Estado. Modelo económico que, de todas maneras, no genera los recursos necesarios para que los trabajadores reciban salarios justos, o para que la niñez y la juventud reciban una educación pertinente y relevante, ni para garantizar una salud pública de calidad: en fin, el Estado no puede garantizar la dignidad humana: razón de una democracia.

Mientras tanto, la gravedad del momento -manifestaciones, errores policivos y políticos, corrupción galopante- radica en que hay mucha verdad en los reclamos, pero, sin soluciones radicales. No piensan en el bien común: por lo que estamos sentados en un barril de pólvora. Las mayorías ya no dan más, con salarios de hambre y un abandono histórico -consecuencia de que los extremos no dan soluciones sensatas- por lo que estamos “ad portas” de un final catastrófico para todos.

Así las cosas, estamos viendo -en nuestras calles- que algo nos está subiendo pierna arriba: los empresarios tienen derecho a defender sus empresas: es de justicia. Mientras que los trabajadores y estudiantes no van a seguir siendo “tontos útiles” de líderes políticos: poderosos, egoístas, irresponsables, ignorantes, por un lado, o de empresarios inconscientes, por el otro.

Con el agravante que los jóvenes y el “proletariado” están siendo envenenados por mentes torcidas, con fines desconocidos, gracias a un conductismo (metodología que lleva a los incautos -desprevenidos, amargados, desorientados, ignorantes…- a cometer cualquier barbaridad, desde comprar algo innecesario o robar, hasta arriesgar la vida por una “causa” sin causa-, y las redes sociales haciendo de las suyas con sus lacayos) maquiavélico, reduccionista, oscuro.  

Tristemente los empresarios colombianos no pensaron, a tiempo, en alternativas inteligentes y generosas: no leyeron los signos de los tiempos -casi todas, las pocas empresas que tenemos son resultado de una tradición familiar, años atrás- ni propusieron alternativas ganadoras frente a los monstruos Chinos, japoneses, Norte americanos… Como si en Colombia no tuviéramos fabulosas ventajas naturales y humanas: empezando por la inteligencia, la capacidad de trabajo y la nobleza de los colombianos.

Por esto, yo le diría a los jóvenes que aprovechen este formidable cuarto de hora que están viviendo para proponer soluciones novedosas viables: una cosa es pedir más cupos en las universidades, otra es exigir universidades que investigando se le dé valor agregado -económicamente competitivo en el exterior- a nuestras riquezas naturales: favoreciendo a todos solidariamente. Y, mientras tanto, valdría la pena que exijan que el costo de los combustibles -nuestros- para el transporte de carga se reduzca hasta el valor de su producción, reduciendo, así, el valor de la canasta familiar y otros bienes del diario vivir, de manera que no se tenga que repetir, cada año, el forcejeo del salario mínimo, siendo que, poco después, los peajes, las multas, el combustible… terminan siendo más costosos que las limosnas acordadas como salario mínimo. Así, los asalariados vivirían dignamente, se reactivaría el comercio y complementarios, y, viviríamos como hermanos en una nación solidaria y próspera: con una Economía Social de Mercado, tipo Comunidad Europea.