Mientras las instituciones colombianas dan cierta seguridad, los mensajes del presidente Petro en las redes generan incertidumbre. Opina, sobre cualquier novedad sin recordar el adagio romano “las águilas no cazan moscas” él prefiere ser como un entomólogo sueco clasificando insectos en el Amazonas…
Gradúa adversarios que de pronto optaran por ejercer, como decía con gracia Alfonso López Pumarejo.
Algunos gremios señalan que hay un divorcio en lo que él puede hacer (dadas a las instituciones) y sus mensajes en Red, cuidándose eso sí de mortificar al dictador Maduro en Venezuela en sus ansias expansionistas o permitiendo que un embajador (que es su representante personal en Nicaragua) participe en manifestaciones políticas a favor de la inicua tiranía de la familia Ortega. Injerencia que es causal de despido para un diplomático. Vale decir que es más selectivo en sus silencios que en sus opiniones. Sus silencios son elocuentes y preocupan, la verdad.
El año que pasó vio una elección regional en Colombia que, según el candidato del gobierno a la alcaldía de Bogotá, fue un plebiscito contra éste. Ocho millones y pico de votos perdió el oficialismo respecto a la elección presidencial anterior, quizá no pueden ser así medidos, por tratarse de una consulta regional. Pero revela otra cisura del Pacto Histórico, véase como se vea. La vicepresidenta afirmó que ella no había podido crear ni un solo acueducto de los prometidos a las necesitadas gentes chocoanas, por cuanto la burocracia se lo había impedido.
Descubrir que la enquistada burocracia, es el primer enemigo a superar para cualquier gobierno, es confesar que no estaban preparados para ese escollo. El ABC de todo estadista. El gobernante que no lo logra, con el ímpetu inicial al ganar unas elecciones, pierde el pulso con el statu quo a mediano plazo.
La base popular que eligió al presidente se concentraba en Bogotá y en Cundinamarca en donde Petro tuvo una caída espectacular. Y eso es una cisura cualitativa y simbólica pues es el electorado que lo conoce desde su juventud y lo abandona en pleno gobierno.
Empero el gobierno ha respetado la Constitución, sus derechos y deberes. Lejos de ser un tirano como se temía.
Ha combatido la corrupción con cierta eficiencia de organismos como el de Transparencia desde la oficina de la presidencia. Y también propone educación universitaria gratuita.
Pero a partir del segundo año, en el país, manda el Congreso como es bien sabido. Y se está recurriendo a las dádivas para los congresistas, práctica que denunció cuando hacia oposición.
Otra desilusión para sus jóvenes idealistas. En ese manejo era más hábil y lábil su presidente del senado, que ahora desde el exterior prepara su propia candidatura presidencial.
Si ese es el legado, se parece al de las dinastías políticas familiares: más de lo mismo. Otra esperanza fallida. Pero por lo menos hasta ahora ha sido menos malo que otros muchos mediocres mandatarios. Y no deja un partido que lo prolongue como suele ocurrir con los caudillos.