“Diálogo fructífero de la sociedad es el anhelo”
Entre los muchos retos que esperan al Presidente y su gobierno en el año que se inicia, quizás sea el de procurar una lectura acertada de la protesta social, a pesar de las dificultades que encierran sus difusas y numerosas expresiones, del intento de reducirla a las trasnochadas visiones de sindicato y mamertos y del desconcierto que produce su persistencia, el que ocupe los esfuerzos del gobernante.
Así parece indicarlo el contraste entre las 104 exigencias del Comité del Paro y la continuidad de la conversación nacional. El primero invita al pasado y encierra la paradoja de querer resolver una nueva realidad con recetas propias de un sistema político ideológico que solo sólo indujo al fracaso y a la privación de los derechos más fundamentales del ser humano. La conversación nacional, por el contrario, busca entender las nuevas realidades que parecen emerger en los años presentes y que asoman atropelladamente por doquier, lo que ciertamente dificulta la identificación clara de sus elementos primordiales. Reviste, además, un carácter universal que se amolda a la situación de aldea global que algunos vislumbraron anticipadamente a finales del siglo pasado y que explica su irrupción en todas las latitudes del mundo que habitamos.
Los sentimientos, reclamos y emociones que afloran tanto en Asia, en Europa, como en América latina, se nutren de anhelos y frustraciones nacientes, de reivindicaciones y desconciertos vitales que afectan y trastornan las vivencias de una juventud que vive en medio de dimensiones del tiempo que no se conocieron en el pasado de la humanidad.
Los cambios en la vida del ser humano, por razón del avance de la ciencia y de las tocologías resultantes, se producen a una velocidad cada más rauda que desafía el entendimiento del ciudadano y acorta la distancia de lo lejano en la comprensión del porvenir. Parece que nos adentramos en el mundo de lo efímero, porque los descubrimientos y sus aplicaciones en los campos de la inteligencia artificial, la nanotecnología, o la genética, entre otros, impide predecir los cambios que se surtirán en las condiciones de vida, del trabajo, de la economía, de la sociedad en los próximos años.
La velocidad creciente de los cambios hace inútil toda predicción. A mayor cambio mayor incertidumbre y obliga a la revisión permanente de las opciones actuales. Hoy tenemos dificultades en entender el presente y nos sentimos desprovistos de herramientas para predecir el inmediato futuro, Eso afecta todos los elementos de vida, de trabajo, de relaciones y seguridad sociales, de regímenes políticos, de organización del Estado, y por lo mismo exige una nueva lectura transformadora de la vida en sociedad.
Es un reto que exige creatividad y comprensión, que emergerá del diálogo fructífero de todos los estamentos de la sociedad. Es tiempo de empezar.