El desenlace de la crisis venezolana tiene evidentes repercusiones en Colombia, no solo económicas y sociales -la migración es una de ellas-, sino sobre el narcotráfico y la violencia en los territorios, pues Venezuela es “escampadero” para los grupos ilegales, principalmente el Eln, hoy con negociaciones congeladas y cese al fuego en entredicho.
De ahí la importancia de evaluar las reacciones frente al fraude en las elecciones venezolanas, “políticamente correctas”, pero, aun así, contribuyen a cerrar el cerco al dictador arrinconado en su laberinto.
The Wall Street Journal informó sobre una presunta amnistía ofrecida por Estados Unidos a Maduro y su círculo cercano, chiva que lanzó también Jaime Bayly, con “fuentes altamente confiables”. La administración Biden, que reconoció el triunfo de González, negó la amnistía, pero se sumó a la exigencia de publicación de las actas, que ya la oposición publicó en un porcentaje que no deja dudas sobre la derrota de Maduro.
La Unión Europea, a la que Maduro “desinvitó” como observadora, asumió también la corrección política. Borrel, progresista español y responsable para asuntos exteriores, consideró que Edmundo González “parece ser el ganador de las elecciones” y, cómodamente, apoyó la gestión mediadora de sus aliados socialistas, Brasil, México y Colombia.
Los españoles del PSOE, al que pertenece Borrel, mandaron como observador a Zapatero, quien, al parecer, nada observó, porque nada dijo, mientras que el silencio de Pedro Sánchez es “ruidoso” y su ministro de exteriores, para atenuarlo, se suma al coro sobre la publicación de las actas y el apoyo a los tres mediadores.
Los progresistas Lula, AMLO y Petro son hoy los mediadores y, a pesar de su amistad con Maduro, de su membrecía al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, y de que la abstención de Brasil y Colombia y la ausencia de México bloquearon una resolución de la OEA exigiendo la publicación de las actas, prefiero creer que honrarán su condición de “progresistas democráticos” y no se inclinarán hacia la consolidación de la dictadura. Sin embargo, hablan de “repetir” las elecciones, algo sin precedentes y aún más desestabilizador.
La ONU condena la represión y exige publicación de actas, pero no dudó en dejarse invitar por Maduro, mas no como Misión de Observación Electoral, sino como “panel de expertos” sin capacidad de pronunciarse públicamente, con lo cual se dejó callar…y “el que calla otorga”.
Más contundente fue el Centro Carter, demócrata, progresista y, quizás por ello, invitado como observador internacional. Jennie Lincoln, jefa de la misión, fue tajante en que no hay indicio del presunto hackeo denunciado por Maduro; en que González ganó con más del 60% de votos; y en que la elección no se adecuó a estándares internacionales de integridad electoral y no puede "ser considerada democrática".
En este análisis faltan, sin embargo, tres actores importantes, dos por su peso geopolítico y uno esencial para la superación de la crisis.
El primero es Rusia, afanoso en reconocer la victoria de Maduro, proveedor de armamento a cambio de apoyo en sus tropelías internacionales y, sobre todo, interesado en otra Cuba en el “patio trasero” de Estados Unidos. El segundo es China, gran prestamista, al que Venezuela le debe todo, le vende todo y le compra todo. Dos aliados comunistas que hacen sentir su peso en el Consejo de Seguridad de la veleidosa ONU.
El tercero es esencial, es el “bravo pueblo” que puede cerrarle el cerco al tirano, más allá de intereses geopolíticos, porque el apoyo internacional es importante, pero el futuro de Venezuela y, quizás, la paz en los dos países está en manos de los hermanos venezolanos. No los dejemos solos.
@jflafaurie