En los estados comunistas sólo existe una verdad: la oficial y no hay espacio para buscar otra posibilidad de verdad. Ahora, en plena era de Trump, parece que hay otra clase de verdades; "las verdades alternativas" o lo que otros llaman "la posverdad". Se trata de las declaraciones engañosas que se hacen desde el Gobierno. En el centro de la escena se encuentra una `prensa aparentemente libre, pero evidentemente manipulada, cuando no desconcertada. . Algo realmente traumático para una opinión pública acostumbrada a exigir transparencia y responsabilidad a sus periodistas. Y estos a trabajar sin cortapisas.
A través de las redes sociales, hoy formidable complemento y mañana sustituto de los medios tradicionales, se ha entrevistado a centenares de influyentes jornalistas para saber cómo aprecian los nuevos fenómenos .Esa invitación la hicieron tres periodistas estadounidenses, encabezados por Alan Rusbridger, partiendo del entendido que no todo es blanco o negro, que el mundo está dividido entre verdades y mentiras y que existe una zona gris de declaraciones que son intencionalmente engañosas.
¿Qué hacer, entonces? Ellos estiman que los periodistas deben comenzar por llamar mentiras a las mentiras y falsedades a las falsedades. Concentrarse en la sustancia y no en la forma. Investigar y verificar las fuentes y no darle crédito anticipado a las de origen oficial o a las que pueden ser sospechosas .Huir de lo que huela a juego de intereses. No titular ni encabezar sus informes con declaraciones mendaces, ni utilizar lenguaje ambiguo. Nunca cubrir en vivo fuentes no corroborables. No intimar ni dejarse intimidar por sus fuentes. En medio de toda esta controversia no son pocos los que advierten que la imparcialidad informativa está seriamente amenazada y que se encuentra bajo fuego cruzado. Una regla de oro para tener cuenta: el periodista no debe tomar partido, porque termina asesinado la objetividad.
La gran proliferación de redes sociales y especialmente la tendencia proclive que tienen muchas de ellas, con Facebook a la cabeza, a recibir toda clase de contenidos sin beneficio de inventario, nos obliga a estar en constante alerta. Todo el mundo se considera dueño de la verdad y lo único cierto es que la llamada "verdad verdadera" es cada día más difícil de establecer, especialmente en un entorno caracterizado por la polarización política, cultural y religiosa. Por los bajos niveles de confiabilidad de no pocos medios de comunicación y la escasez de recursos que tienen muchos operadores noticiosos.
La percepción que nuestra sociedad tienen de sus medios y sus redes no es de gran ayuda porque muchos los consideran como cómplices o solidarios con los abusos que cometen los poderosos. A lo que se suma la irresponsable cacería de audiencias que los afana. Toda esta concatenación de circunstancias está llevando a que algunos gobiernos, entre ellos el gringo, a considerar la mass media, como la oposición. Algo que contribuye a ampliar significativamente la brecha confrontacional. Sea cual fuere la realidad, de todas maneras no debemos olvidar el aforismo griego. "¡La verdad os hará libres!".