Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Diciembre de 2014

Fallos

 

Hace pocos días, el Presidente le pidió a la Canciller que iniciara negociaciones con Nicaragua sobre las decisiones adoptadas por la Corte de La Haya en el 2012 relacionadas con las controversias limítrofes. Consciente de que "no hay otro camino", la decisión presidencial se presenta justo después de un debate en el Congreso que dejó la sensación de que las dos demandas nuevas instauradas por Nicaragua podrían tener resultados adversos.

En cambio, el régimen sandinista se muestra muy complacido porque, a diferencia de Santos, Ortega parece tener varios caminos abiertos y la sartén por el mango.

Aún cuando la Corte tendría que declararse incompetente sobre la pretensión nicaragüense de delimitar la plataforma continental más allá de las 200 millas desde su costa puesto que Colombia no es parte de la Convención sobre el Derecho del Mar en la que tal figura fue acogida, nunca se sabe qué tipo de argumento podría esgrimirse al respecto para negar las excepciones preliminares.

Por otra parte, Managua le pide a la Corte que, de acuerdo con el fallo del 2012, Bogotá deje de afectar los derechos de Nicaragua y la compense por los daños causados, incluido el lucro cesante por haber perdido inversiones como resultado de las declaraciones amenazantes del Alto Gobierno y la Armada. En ese sentido, ¿qué le haría pensar al régimen que un acuerdo negociado es mejor alternativa que seguir adelante con el pleito?

En cuanto a pesca, no parece que haya demasiados incentivos industriales. Pero en cuanto a las millas mismas y lo que suponen en gas, petróleo y otros recursos no listados hasta la fecha, la cuestión puede ser distinta, a tal punto que ellos ya han ofrecido bloques en áreas de la Reserva de la Biosfera, Seaflower, lo que ha ameritado sucesivas notas de protesta de la Cancillería, mientras que las andanzas de Colombia en la materia se han empantanado en las juiciosas reflexiones ambientales.

En definitiva, bien haría el Gobierno en sacar a la luz por lo menos las líneas maestras de la estrategia que orientará las conversaciones.  Porque si se trata, como dijo, de "proteger los derechos de los raizales", el populismo de Ortega se le adelantó para destacar que él se reúne habitualmente con los dirigentes y que, de hecho, “muchos hermanos nicaragüenses de Corn Island y Bluefields son descendientes de familias raizales”.