VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Septiembre de 2011

¿Elogio de la debilidad?

Un  puñado de monjes cistercienses franceses desarrolla apaciblemente su misión en el Tibhirine, Argelia, por allá en 1996.
Su vida transcurre de acuerdo con la Regla de San Benito en medio de la huerta, los frascos de miel de abeja, la oración y la caridad hacia una comunidad musulmana que ha ido creciendo en las laderas del monasterio.
Muy sensibles al contexto social en el que desarrollan su labor, los monjes profundizan en el Corán y comparten con respeto y alegría los rituales islámicos.
Pero ese clima de tranquilidad cambia bruscamente cuando el Grupo Islámico Armado (Salafistas para la Predicación y el Combate) comienza a eliminar extranjeros y los amenaza.
Con lo cual surge el debate en el interior del templo. ¿Deberían irse? ¿Por qué irse? ¿Para qué quedarse?
“… No he venido aquí a perder la vida, ni a convertirme en mártir”, dice uno de ellos. “Pero es que tú ya le entregaste la vida a Dios”, replica el superior. Y animados por la idea de amar y servir, deciden quedarse rechazando la protección que les ofrece el ejército argelino.
“… Nosotros somos los pájaros y ustedes son nuestra rama”, les dicen los lugareños. Los rodean de afecto y les dan valor al pedirles que se queden, que no los abandonen nunca.
De tal modo, los monjes se refugian en la oración y el director redacta tempranamente su testamento perdonando de antemano a un hipotético verdugo: “Por si yo fuese víctima algún día de una muerte violenta…”.
Oración, servicio y perdón. “Defenderemos nuestras vidas hasta el último momento”, agrega. “Pero somos débiles. Y la debilidad no debe confundirse con la pasividad o la resignación”.
No claudican. No son simplemente idealistas, pacifistas o soñadores. Prosiguen su misión ayudando al enfermo, al desposeído, a las víctimas del terrorismo y de la corrupción estatal en medio de una lucha encarnizada “de hombres y de dioses”, que es como Xavier Beauvois (2010) ha resuelto titular su formidable película documental.
Una noche de marzo, los terroristas seguidores de Al Qaeda en el Magreb los toman como rehenes para negociar con el Estado francés. Los monjes caminan pacientemente hacia la muerte y dos meses después son degollados.
Perdieron la vida, pero le devolvieron la fuerza y la majestad a la Palabra. A la palabra del Corán y de la Biblia. En todo caso, una fuerza mucho más poderosa que la daga de los asesinos.