VÍCTOR CORCOBA HERRERO | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Mayo de 2013

Incapaces de proporcionar empleo

 

Los gobiernos no pueden, ni deben, quedarse pasivos ante una generación marcada por el desempleo. La falta de oportunidades, sobre todo de los jóvenes, merece mayor atención por parte de todos. La juventud se encuentra sumida en un contrasentido. Suelen estar mejor preparados que la población de más edad, sin embargo, tienen mayor dificultad para encontrar un trabajo digno; y, si lo encuentran, suelen trabajar más horas por menor salario. Esto genera una sensación de frustración e injusticia de difícil reparación. Sin duda, la generalización de este descontento debilita la confianza en los gobiernos. No se pueden cerrar los ojos ante esos jóvenes, y menos jóvenes, que están en edad de trabajar.

Evidentemente, son los gobiernos los que deben encabezar la lucha contra esta lacra del desempleo. Son los gobiernos los que deben dictar normas y activar el mercado de trabajo. Son los gobiernos los que deben establecer prioridades. Son los gobiernos los que deben cumplir las promesas y proporcionar el pleno empleo. Sin duda, la experiencia del desempleo en España nos está dejando una huella profunda entre la ciudadanía, que sumada a la corrupción del poder, nos adentra en un clima de desesperación, pobreza e inestabilidad social. Con gobiernos incapaces de poner orden e impartir justicia, de hablar claro y profundo, va a ser muy complicado poder avanzar.

En este momento, tenemos que alzar nuestras voces por todos los que sufren la falta de empleo, o un salario insuficiente, mientras otros dilapidan o practican la evasión de capitales hacia paraísos fiscales. Hemos retrocedido en los derechos laborales, en la financiación de las medidas de activación del empleo. No podemos seguir equilibrando los presupuestos a expensas de los más pobres. Por consiguiente, aquel gobierno que es incapaz de dar empleo a su población lo mejor que podría hacer es cesar, porque con esta actitud de inoperancia está contribuyendo a que el país se desmorone, o lo que es lo mismo, se descapitalice humanamente. Los diversos gobiernos tienen que pasar de los dichos a los hechos, a llevar a buen término los compromisos adquiridos más allá de la mera palabrería.

Los gobiernos deben saber que las revueltas van a ir en aumento mientras que los empleos dignos sigan escaseando, o sean privilegio de algunos, lejos de cualquier mérito o capacidad. Cada vez existe una mayor sensación de que a la ciudadanía más afectada por la falta de trabajo, se le recortan prestaciones, y este acorralamiento, lo que genera es una oleada de crispaciones, que debemos apaciguar con otras posturas más solidarias y menos injustas. Para ello, los gobiernos son los que tienen que fortalecer las instituciones del mercado laboral y garantizar que los salarios crezcan al mismo ritmo que la productividad; adoptando medidas especiales para los trabajadores jóvenes y otros grupos vulnerables. De nada sirven las promesas, se precisan acciones. Es hora de integrar las políticas educativas y de formación con las políticas laborales destinadas a los jóvenes. De lo contrario, el círculo de la pobreza persistirá en el tiempo, puesto que la juventud es el auténtico motor de cambio. Desaprovechar este potencial es una mezquindad tan grande como cruel. Tal vez algún día les dejemos inventar su propio porvenir. ¡Qué no sea demasiado tarde!

corcova@telefonica.net

*Escritor