VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Mayo de 2013

Paro y exclusión social en Europa

 

El continente europeo se hunde por el paro y la exclusión social. Cada día son más los ciudadanos europeístas que se rebelan. Se ha propiciado una austeridad entre los que menos tienen, mientras las grandes fortunas siguen acrecentando sus riquezas o las instituciones continúan con sus políticas irresponsables. A mi manera de ver, se precisa con urgencia una integración solidaria, auspiciada por controles democráticos, que active principios responsables. Por otra parte, los europeos tienen que ser conscientes de que pertenecen a una misma comunidad. No se puede caer en egoísmos. Europa es lo que es gracias a la unión, y la solidaridad es cosa de todos.

Sería bueno que coincidiendo con este mes de mayo, en el que celebramos el día de Europa (el día 9), se profundizase en la alianza antes de que el proyecto se derrumbe. Para empezar habría que dignificar dicha conmemoración. Ciertamente,  a pesar de ser el único día de celebración oficial de la Unión Europea, en la práctica ninguno de los países miembros organiza festividades conmemorativas de alto nivel, como las que se realizan con motivo de las fiestas nacionales. Así no se puede crear una conciencia europeísta. A lo mejor es que no hay nada que celebrar.

No se puede convivir cerrando los ojos a las miserias. Tanto el paro como la exclusión social son una losa tremenda, algo insoportable para muchos países, que debe hacernos recapacitar. Y donde no hay desempleo se ha precarizado el empleo con salarios indecentes. Es cierto que esta situación no tiene fácil arreglo, pero está visto que la filosofía del sacrificio tiene que ser proporcional a los recursos, sabiendo que ningún país puede salir por sí mismo del agujero. Tampoco es un acto de justicia imponer planes de austeridad a unos ciudadanos en apuros, mientras los corruptos siguen sin devolver lo robado. Esta situación está generando un amargo resentimiento, que desestabiliza gobiernos y mina la credibilidad de las instituciones y de la clase política.

Ahora bien, el día que la Unión Europea y los diversos gobiernos nacionales compartan la responsabilidad con las políticas de empleo, asuntos sociales e inclusión, sin que la pauta del continente la marque el país con más poder económico, sino todos por igual, será el momento de avanzar al menos hacia esa ansiada unidad. No necesitaremos más literatura que los hechos. A veces uno se pregunta, ¿por qué dejarse gobernar por Alemania? Habría que escuchar todas las voces y establecer soluciones coordinadas, donde lo importante sea Europa y su ciudadanía, no las diversas nacionalidades. A mi juicio falta cohesión política de los dirigentes europeístas y falla, también, voluntad de abordar unidos los problemas. Del mismo modo sería injusto culpabilizar de todos los males europeístas a la canciller Merkel, pero no se trata de que Europa se amolde a Alemania, sino de que todos nos amoldemos a la solidaridad de una causa común, la Unión Europea.

No se puede hablar de generaciones perdidas y quedarnos tan pasivos.  Europa tiene que comprometerse mucho más con la reducción del desempleo juvenil. Todos los gobiernos tienen que priorizar esta penosa realidad.

El trabajo, en definitiva, es lo único que puede garantizar una realización humana, una libertad completa, un futuro con optimismo. Ya lo decía Platón, "el legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de ciudadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos", y es en este sentido, en el que debemos avanzar, con políticas inclusivas y acciones asistenciales. Sin duda, una sociedad incapaz de erradicar la pobreza de sus calles, que no trabaja por una distribución justa y que margina, no merece llamarse humana.

corcoba@telefonica.net

*Escritor