Con reformas, la Carta de 1991 está vigente, el gobierno elegido democráticamente para el período 2022-2026 debe tener cuidado al presentar o acoger proyectos de ley inconstitucionales.
Hace unos años el presidente Gustavo Petro dijo: “No creo que Colombia necesite una nueva Constitución sino aplicar la actual,” por cierto aprobada con la participación del M-19.
Cambiar significa mucho o nada si se desconoce el ordenamiento del Estado y sobreviene la inseguridad jurídica, la vida política no puede desarrollarse sino donde hay libertad e impera la Constitución.
Desde luego al Congreso le asiste la facultad de tramitar y expedir leyes como la de reforma tributaria sin creación de impuestos confiscatorios o cancelación de derechos adquiridos legalmente. Es factible modificar la organización de la Procuraduría General de la Nación y su estructura, sin embargo, bajo el entendido de abstenerse de violar lo consignado en la Carta, artículo 277, respecto de la iniciación, adelanto y fallo de las investigaciones contra los funcionarios públicos y contra los particulares que ejercen funciones públicas o manejan dineros del Estado.
La policía es un cuerpo armado de naturaleza civil cuyo comandante en jefe es el presidente de la República, quien también lo es de las Fuerzas Armadas, conformadas por el Ejército Nacional, la Armada y la Fuerza Aérea, trasladar su dependencia inmediata del ministerio de Defensa a otro, aún no definido, indispensable analizarlo con cautela, ningún Estado carece de policía y en Colombia cuando dependió del ministerio de Gobierno, su politización -era la Popol- contribuyó a la violencia, a la indisciplina en sus cuadros, de una institución que trabaja en forma permanente coordinadamente con las Fuerzas Armadas de la República en numerosas áreas incluyendo las concernientes a la prevención y combate al narcotráfico.
Cada día aparecen más propuestas de diversa índole, cuyo desarrollo dependerá no solo de nuevas leyes sino de su constitucionalidad. El tema toca con la separación de las ramas del poder y su funcionamiento dentro de un Estado Social de Derecho que contiene normas de fondo al igual que de forma.
La Constitución es igual para todos y todos somos titulares del mismo derecho de llegar donde ella lo permite, gobernar es difícil, depende más allá de las buenas intenciones, se vincula al ejercicio de la autoridad, abrigamos la esperanza de que le vaya bien a la entrante administración y compartimos el propósito de concretar un acuerdo nacional tendiente al cambio. No obstante, nos preocupa que se altere el orden jurídico en el empeño de adelantar este proceso.
El trabajo en equipo y no por compartimentos evitará duplicación de esfuerzos, las contradicciones internas. La Carta se basa en el respeto a la dignidad de la persona y el reconocimiento por parte del Estado de valores insustituibles como la libertad, la igualdad, la paz y la familia. La ciudadanía concuerda en la conquista de objetivos fundamentales para garantizar el futuro empezando en la gran cruzada contra la corrupción y la impunidad, avancemos, pero hagámoslo bien. ¡Ojo con la Constitución!