¿No? No les puedo creer. Entonces, ¿no han estrenado la nueva Autonorte? ¿O la ALO Sur? Hombre, seguro ya transitaron por la nueva ampliación de la Carrera Séptima y disfrutaron, ¡por fin!, salir rápidamente por la renovada Calle 13. Puedo apostar a que sus tiempos en trayectos, ya sea en transporte público o en carro, han mejorado drásticamente, casi que no hay trancón y su tiempo en familia o trabajando nunca había sido tan eficiente y amplio, ¿verdad? Me imagino, también, que ha respirado ese aire puro que goza la capital como si estuviera en el páramo de Santurbán y, por supuesto, ha podido hacer deporte sin temor a accidentes, robos o la contaminación.
Pero bueno, dejando la ironía a un lado. Los bogotanos no podemos decir que sí, aunque quisiéramos, a ninguna de las preguntas e ironías anteriores, no solo por culpa de la actual mandataria, sino de la seguidilla reciente de alcaldías inoperantes y de izquierda que han gobernado la ciudad. Haciéndole, si se quiere, la salvedad a Peñalosa que igual, en mi opinión, lastimosamente, se quedó corto.
Cualquier bogotano puede decir, con confianza y sin temor a equivocarse, que las vías son prácticamente las mismas que usaron sus padres y, en algunos casos, habrá alguno que le dirá que hasta sufrió los mismos huecos e, inclusive, si hablamos de generaciones jóvenes, puede que hayan compartido ¡hasta los mismos trancones!
Lo verdaderamente irónico, eso sí, es que siempre el mandatario de turno nos vende futuras obras y compromisos los cuales, además, casi siempre, nunca terminan en su mandato y su sucesor siempre se empeña en destruirlos, cambiarlos o desfinanciarlos para nuevamente proponer lo mismo, pero con otro color y logo con el propósito de lograr réditos políticos y aceitar, realizando nuevamente los contratos, sus maquinarias electorales a costa del bienestar de la ciudadanía.
Por eso, la incapacidad de avanzar en obras y movilidad en la ciudad de Bogotá, es una expresión del mito griego de Sísifo, solo que no es una maldición de los dioses, sino una maldición de funcionarios ineptos y codiciosos con una pequeña visión de ciudad que nos mantiene a los bogotanos en el castigo perpetuo de empujarles la piedra montaña arriba con nuestros impuestos hasta que la misma, con cada cambio de mandato, vuelve a caer y vuelve a empezar el castigo para la ciudad, y así por siempre.
Entonces, ¿qué hacer? Primero y antes que nada quejarnos. No es popular decirlo, pero siento que como bogotanos nos hemos acostumbrado al caos y el degenere creyendo la mentira de que nuestra ciudad es irreparable y que somos incapaces de grandes cosas. Quéjese no solo en twitter, sino con su voto. Elija alguien competente y, segundo, exijamos más. ¡Nos lo merecemos! y está bien que nuestros mandatarios sientan presión y escarnio público. Que sepan muy bien que su incompetencia para con nosotros tiene altos costos y que sus deseos electorales son la menor de nuestras prioridades.