Certa bonum certamen Fidei, pelear la buena batalla de la fe, era el lema eclesiástico de monseñor Miguel Ángel Builes, quien ha recibido ese título el pasado 21 de mayo, con ocasión del consistorio en el cual el Papa Francisco, previo concepto de la Congregación para las Causas de los Santos, firmó el decreto y anunció la creación de cardenales y la proclamación de nuevos santos y beatos de la Iglesia.
El proceso, desde 1993 le había sido encargado a la hermana Nohora Gómez, misionera Teresita, a quien casualmente conocí en el Palacio Apostólico del Vaticano, durante el consistorio de creación de cardenales de 2015; ahora, con la confirmación de las virtudes heroicas, Builes pasa a ser declarado como “Venerable Siervo de Dios”, el escalón hacia la beatificación y posterior canonización.
Monseñor Builes fue consecuente en unidad de vida, lo cual le patrocinó el calificativo de hombre polémico. Nacido en la hacienda “La Montaña”, jurisdicción del municipio antioqueño de Donmatías el 9 de septiembre de 1888, realizó la primaria en la escuela de su pueblo, y la secundaria, así como la formación sacerdotal en el Seminario Menor de San Pedro de los Milagros y en el Seminario Mayor de Santafé de Antioquia, siendo ordenado sacerdote a los 26 años, el 29 de noviembre de 1914 por el obispo Maximiliano Crespo Rivera.
A la edad de 35 años fue nombrado como el segundo obispo de Santa Rosa de Osos (Antioquia), diócesis que había sido erigida en 1917 bajo la Bula “Quod catholicae” emitida por el Papa Benedicto XV. Estuvo Builes al frente de esa jurisdicción eclesiástica, desde 1925 hasta 1967, lo cual le permitió asistir como padre conciliar a las sesiones primera, segunda y cuarta del Concilio Vaticano II, ordenar 162 sacerdotes y participar en la consagración episcopal de tres obispos.
Builes, asumió como su deber, la defensa de los derechos de la institución eclesiástica, y la protección de la “tradición y las buenas costumbres” frente a los cambios que se estaban desarrollando en el país, promovidos por las nuevas ideas que se implantaron especialmente durante los gobiernos de tipo liberal, considerados como anticlericales y, promotores de la crisis de valores de la sociedad caracterizada por sus principios cristianos.
Monseñor tuvo intervenciones consideradas hoy en día como fuertes, realizadas en cinco momentos claves de la historia colombiana, que reseña la hermana Dolly Olano García en su libro “Monseñor Builes. El hombre el apóstol el místico”: la campaña presidencial de 1930, la reforma concordataria de 1942, los acontecimientos del 10 de mayo de 1957, el plebiscito de 1957 y la candidatura presidencial de Carlos Lleras Restrepo.
Poco antes de la caída de Rojas Pinilla, dijo Builes: “Yo defiendo el actual gobierno porque es acendradamente católico. Porque está infundido en absolutos principios cristianos. Su caída significaría el retroceso, la entrega de todo nuestro patrimonio. Si pudiéramos darle la mano”. La respuesta de Monseñor a la llegada del Frente Nacional fue un no rotundo al plebiscito, lo que le implicó un alto costo, su salida de la esfera pública, ya que Builes no tenía puntos intermedios.
Debemos reconocer las virtudes de Monseñor Builes; él es considerado como un hombre sin tacha y de férrea constancia en la defensa de los derechos de la Iglesia, animando a descubrir un mundo espiritual que cambiase el desconcierto en que vive la gente. Su acción política, bastante conocida como activista conservador lo llevó a animar a sus sacerdotes y fieles a votar por un candidato liberal, lo que desconocen quienes lo critican, incluso el mismo episcopado, pues según Miguel Zapata, Builes los denominaba “perros adormecidos”, por su connivencia con el gobierno liberal y por no pronunciarse contra lo que él consideraba atropellos de la administración y la acción de las logias, del comunismo, del marxismo, del neopaganismo y del protestantismo, así como de otras doctrinas perversas como la libertad convertida en libertinaje, embriaguez, adulterio y concubinato.
Para él, “con el ascenso del partido liberal se fortalecerá el comunismo, la masonería y el protestantismo, por medio de las cuales se hará la “entronización de Satán” ya que para él como para la Iglesia: el comunismo corrompe las masas; la masonería malea y desquicia los gobiernos y el protestantismo quiere arrancar de todos la fe, para levantar su trono sobre los escombros de las naciones católicas”.
El defensor
También proclamó la defensa de los derechos humanos, particularmente cuando menciona los acontecimientos en Segovia en diciembre de 1938 y en Ituango en 1937, en los cuales la población es atacada por la Policía nacional; para Monseñor los nueve años de gobierno liberal convirtieron a los católicos en “víctimas de las armas oficiales”, “además de que ha protegido y fomentado la embriaguez que se convierte en una “desgracia” para la sociedad en general, porque el Estado, encuentra en este vicio la más rica fuente de ingresos para el fisco”; por eso, Builes habló del “Estado cantinero”, e incluso llegó a proponer una serie de catorce remedios contra el alcohol.
Fue además Builes promotor de la educación cristiana y, criticó la política gubernamental de establecer una educación neutra, laica, mixta y única que va en contra de todos los principios y de la buena moral que había buscado establecer la Iglesia. Así mismo, Builes fue opositor a la implementación de la “Biblioteca Aldeana” y a la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana, “que por su contenido se exaltaban las pasiones, las cuales se consideraban como una forma de incitar al pecado, la lujuria e incluso ponía en riesgo la “solidez” de los matrimonios y la “virtud” de las señoritas”.
Criticó y denunció a la Confederación Nacional de Trabajadores (C.N.T.), por considerar que estaba “infectada” de principios proclamados por el peronismo, así como por el comunismo, en contra de los principios de la Doctrina Social de la iglesia proclamada desde la encíclica Laborem excersens.
En cuanto a los sacramentos Builes decía que se debe asistir “religiosamente” a la misa, lo que implicaba una disposición tanto de cuerpo como de alma; el no asistir o faltar a una parte notable de ésta se constituía en pecado mortal y, siempre quiso hacer claridad que por encima del poder divino el cual es representado por la Iglesia católica, no se puede elevar el poder civil, que en su legislación permitía trabajar el día domingo. Así, la forma de conducir a los hombres a la salvación estaba en la defensa de la tradición, la obediencia de los mandamientos y la práctica de las virtudes cristianas. Monseñor Builes invitaba a la meditación y a mantener la fe, e incluso, consideraba el matrimonio civil como una apostasía.
Durante 43 años y aún, después de su renuncia y hasta su muerte, monseñor Builes ostentó el título de obispo de Santa Rosas de Osos. El papa Pío XII lo honró con el título de Prelado Doméstico de Su Santidad, Asistente al Solio Pontificio y Conde Romano en 1952 y, por esa razón, es el colombiano que, aparte de nuestros cardenales, príncipes de la Iglesia, ha llegado más alto en la nobleza pontificia que abolió Pablo VI. Hoy su nobleza es universal, porque está a un paso de los altares.