Más allá de ideologías: Trump y la controversia con Panamá | El Nuevo Siglo
José Raúl Mulino y Donald Trump, presidentes de Panamá y electo de Estados Unidos.
Viernes, 27 de Diciembre de 2024
Pablo Uribe Ruan*

Tan pronto Donald Trump ganó por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos, la mayoría apuntó a que la derecha de América Latina sería una de las mayores beneficiadas en su presidencia. Trump cuenta con sólidos aliados en la región como Javier Milei, Nayib Bukele y Daniel Noboa, con los que no solo tiene ideas y programas de gobierno similares, sino que comparte con ellos una clara posición en contra de la izquierda en sus países y a nivel global.

Las palabras de Trump sobre el canal de Panamá, sin embargo, a dos semanas de posicionarse como presidente, han mostrado que, por encima de cualquier cercanía ideológica, el presidente electo de los Estados Unidos está priorizando los intereses geopolíticos y de seguridad nacional de su país, así estos choquen con países aliados.

Desde Washington, en una cena navideña, Trump amenazó a Panamá con devolver el control del canal a EE. UU. y lo acusó de “estafar” a su país por el cobro de tarifas a los buques marítimos norteamericanos.

“Feliz Navidad a todos, incluyendo a los maravillosos soldados de China, que están operando amorosa, pero ilegalmente, el canal de Panamá”, escribió Trump en “Truth Social”, la red social que él mismo creó hace tres años.

Electo en 2024 luego de intensas protestas contra el establecimiento y los proyectos minero-energéticos, José Raúl Mulino, un político conservador de larga trayectoria, recibió estas palabras como un desafío a la soberanía de Panamá calificándolas de “disparate”.

“Reitero: no hay absolutamente ninguna injerencia ni participación china en nada de lo que tiene que ver con el canal de Panamá”, dijo. “Si hay algún chino por ahí es el que va a bordo de algún crucero o los que van a pararse en el centro de visitantes a ver, como turistas que pueden ser en Panamá, el tránsito de los distintos buques que pasan por las esclusas”, anotó.

Según Will Freeman, del “Council of Foreign Affairs”, un centro de pensamiento en Washington, “el canal de Panamá no solo es esencial para el comercio estadounidense en el Pacífico, sino que, en caso de conflicto militar con China, sería necesario para trasladar buques y otros activos estadounidenses”.

La realidad es que la ideología no resulta el eje de la política exterior de Donald Trump. O, mejor, su política frente a los demás países se caracteriza por poner a “Estados Unidos primero” ‒“America First”‒, y después viene la afinidad ideológica, tan corrosiva como variable.

Trump no solo está teniendo esta posición frente a Panamá y otros países de la región. En otra declaración polémica, el presidente de Estados Unidos reiteró, sin sonrojarse, su deseo de poseer el territorio autónomo danés de Groenlandia, que no está a la venta.

Según The Washington Post, la Administración Trump ve a Groenlandia como un corredor estratégico que debe ser parte de la política de seguridad nacional, ya que, por medio de este, Rusia tendría acceso a las fronteras de la potencia norteamericana.

America First

Elegido como presidente de Panamá bajo una serie de banderas asociadas a la derecha como el orden, la autoridad y el respeto de los contratos pactados, Mulino entraría en la lista de aliados regionales de Trump. Tras el incidente navideño, esta posición no parece tan clara.

Con lo visto, el eje planteado entre la derecha amiga de Trump y la izquierda enemiga, puede empezar a sustituirse con los países aliados de China en América Latina y los que no, que contarían con el visto bueno del presidente norteamericano.

“El episodio del canal de Panamá entierra la idea de que Trump/Rubio solo verán a América Latina a través de una lente de izquierda contra derecha. Mulino es un conservador que estaba trabajando en el tema de la migración (Darien Gap) incluso antes de que Trump fuera elegido. Se le puede “llamar a la mesa” para negociar como a cualquier otro”, escribió en redes sociales el director de Americas Quaterly, una revista sobre América Latina, Brian Winter.

“¿De qué se trata entonces? Creo que más que nada de China. Su presencia en Panamá y en particular las operaciones del canal es un verdadero problema estratégico. La cuestión es si este tipo de amenaza, con matices de diplomacia cañonera, perjudica o ayuda a la causa estadounidense”, aseguró.

Ubicado en el corazón por donde transita el comercio marítimo occidental, el canal de Panamá ha aumentado sus tarifas de manera global en el último  añodebido a una sequía histórico durante el primer semestre que golpeó fuertemente su operación por la escasez de agua, según Lloyd´s List, un portal dedicado al comercio marítimo.

China, en Panamá

Es claro que la reacción de Trump se da por la presencia cada vez más grande de China en este país. Desde 2017, cuando el Gobierno panameño decidió romper relaciones con un antiguo aliado, Taiwán, los chinos se han convertido en el segundo mayor usuario del canal de Panamá, después de EE. UU., y su segundo socio económico.

Trump asegura que Panamá, con su cercanía a China, estaría rompiendo el “Tratado de Neutralidad”, firmado en 1977 entre Estados Unidos y Panamá, con el que se estipuló que este país centroamericano “permanecerá permanentemente neutral”. Durante la firma del tratado, los presidentes Jimmy Carter, de EE. UU., y el entonces mandatario panameño, Omar Torrijos, acordaron “defender el canal contra cualquier amenaza al régimen de neutralidad”.

En sus palabras de Navidad, Trump también dijo que el canal de Panamá “es un activo nacional vital para Estados Unidos debido a su papel crítico para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos”.

Con sus declaraciones, la pregunta viene siendo si Panamá estaría rompiendo las cláusulas del Tratado desde que permitió a China convertirse en un jugador cada vez más dominante en su territorio. ¿No puede Panamá diversificar el número de actores que participan en el canal, y en su país, así uno de ellos sea China?

Estas y otras preguntas quedan de la controversia entre Trump y Mulino, y dejan ver que, desde antes de gobernar, el presidente de los Estados Unidos ya nos está mostrando señales de cómo será el “American First 2.0” en el que ideología quedaría en un segundo plano ante los intereses geoestratégicos.

*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.