Este 16 de diciembre se lleva a cabo la primera Novena de Aguinaldos que hace parte de una de las tradiciones más importantes de la Navidad colombiana con la devoción dedicada a "La Esperanza del Mundo", un momento para meditar sobre la promesa divina de la salvación que se cumplirá con el nacimiento de Jesucristo.
¿Por qué se llama Novena de Aguinaldos?
La Novena de Aguinaldos es una tradición profundamente arraigada en varios países de América Latina, especialmente en Colombia. Su nombre proviene de la práctica de ofrecer "aguinaldos", entendidos como regalos que simbolizan la generosidad y el espíritu navideño. Este término, derivado del latín "annualis", hace referencia a algo que se da anualmente, y en este contexto, los aguinaldos son tanto espirituales como materiales.
La celebración, que tiene lugar entre el 16 y el 24 de diciembre, invita a los fieles a reunirse para rezar, cantar villancicos y reflexionar sobre el nacimiento de Jesús. Además de las oraciones, en muchas comunidades se intercambian obsequios entre amigos y familiares, reforzando los lazos de fraternidad. Así, la Novena no solo es un acto de devoción religiosa, sino también una oportunidad para compartir y fortalecer la unión social y familiar en esta época de esperanza y alegría.
Consideración Día primero
En el principio de los tiempos, el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos: allí era la causa, a la par que el modelo de toda creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén. Allí es donde debemos datar la genealogía del Eterno, que no tiene antepasados, y contemplan la vida de complacencia infinita que allí llevaba.
La vida del Verbo Eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y, sin embargo, misterio sublime, busca otra morada en una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse.
El pecado de Adán había ofendido a un Dios y esa ofensa infinita no podría ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues, necesario para salvarla y satisfacer su culpa que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la tierra y con la obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía.
Era necesario en las miras de su amor que tomase la forma, las debilidades e ignorancia sistemática del hombre, que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para morir a sus pasiones y a su orgullo y por eso el Verbo Eterno ardiendo en deseos de salvar al hombre resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En torno a él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en su pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre).
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tu misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que guardaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza nueve veces el Avemaría).
Oración a San José
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).
Gozos
Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que al nivel de un niño te hayas rebajado!
¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos.
Y que un niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh raíz sagrada de José, que en lo alto presentan al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanda mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh lumbre de Oriente sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan preciado, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y, en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado luce, hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Ven que ya María previene sus brazos do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Vé ante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantes, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!