Soltería y matrimonio con Luly Bossa | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Julio de 2013

Una sincera y divertida disquisición sobre el matrimonio, ese trascendental paso en la vida que todas las mujeres quieren dar y muchísimos hombres rehusar, es el tema de la obra  que desde mañana lleva a las tablas del teatro Santa Fe, en Bogotá, la reconocida Luly Bossa.

En “Y si me caso que”, bajo la dirección de Germán Quintero, la polifacética actriz cartagenera, encarna durante más de una hora  a María, una mujer que ha  a sus 50 años siente los gigantes pasos de la soledad y decide emprender la aventura de una vida en pareja, no sin antes hacer un recuento de su vida para dejar un legado de su soltería.

La historia comienza cuando María, acercándose al “quinto piso” enciende las alarmas porque no quiere que la madurez la encuentre pisando el terreno minado de la soledad. Cansada de estar en la sala de espera matrimonial, decide casarse sin importarle que sea con el menos o el más indicado. Lo va a hacer porque siente que es una asignatura pendiente que debe chulear.

Decide dar ese trascendental paso porque lleva 30 años haciéndose la misma pregunta: “¿Por qué siempre atraigo a hombres inmaduros?”. Así tras un cúmulo de relaciones fallidas llega a la conclusión de que los hombres maduros no existen; porque los especímenes del género masculino pasan directamente de inmaduros a viejos verdes, sin hacer tránsito por ninguna otra estación.

La obra se desarrolla en la víspera de ese matrimonio, cuando María, en medio de los preparativos de la fiesta, aún con la modista haciéndole los últimos retoques al vestido de novia, entre canciones y recuerdos,  hace un divertido y, por momentos, sentido recuento de sus amores y desamores, para legar u testamento de soltera camuflado entre confesiones que le sirven para exorcizar los demonios que la habitan, y sacar a la luz los ángeles que también guarda.

En este monólogo, que estará en temporada hasta el 11 de agosto, la versátil Luly Bossa transporta al público por un viaje de sentimientos. Del desespero se pasa al llanto, de allí a la risa y finalmente a la resignación.