LA MÚSICA es una manera poderosa de conectarse con otras personas. Tanto si está escuchando o creando, se puede fortalecer a través de ella los lazos con amigos, con la familia, e incluso con extraños.
Por ello, la Filarmónica de Medellín regresa con una temporada denominada “Conexiones”; en la que se busca propiciar las conexiones entre las personas, su forma de ver la vida y de sentir la música.
Cada concierto está pensado bajo la lógica de formar y nutrir relaciones con diversas comunidades sociales. En conexión con la comunidad de los músicos, los sábados 17 y 24 de febrero se dará inicio con un repertorio al ritmo de la música latinoamericana y universal.
Los dos primeros conciertos se presentan para descubrir la manera de ver la vida de los músicos: sus pasiones, su creatividad, su conexión con el mundo.
“En un mundo hiperconectado, nunca antes habíamos estado tan desconectados. Vivimos en un mundo (y una ciudad) dividida donde los algoritmos y las conversaciones exacerban las diferencias. Vivimos en un mundo de orillas donde, a pesar de habitar un mismo territorio, no necesariamente nos encontramos”, destacó María Catalina Prieto, directora ejecutiva.
“Gratitud”, es la palabra que puede describir la celebración de los 40 años en 2023, con una programación de conciertos inolvidables que incluyó los realizados en el teatro, como ¡Levántate y baila! En el que por primera vez los músicos tocaron de memoria y bailaron una pieza de Beethoven, y las Serenatas filarmónicas que se presentaron en lugares icónicos de Medellín, como lo fue en el Parque Bolívar, que recordó los domingos de retreta, y en Parques del Río, con un emocionante programa de bandas sonoras al aire libre.
“Llevamos la orquesta a muchas comunas de la ciudad, las iglesias fueron uno de los escenarios más importantes para llevar música a todos los barrios de Medellín. Boston, Calasanz, Manrique, Guayabal, entre otros lugares, nos recibieron con amor y curiosidad por encontrarse con una orquesta por primera vez”, añadió Prieto.
“Cantar para sanar”
Además, se fortalecieron los programas sociales, que van más allá de la partitura. “Soy Músico”, integrado por jóvenes y adultos con discapacidad y/o neurodiversos, se unió en concierto la Filarmed para interpretar música latinoamericana y del caribe durante un año de trabajo creativo, y adicionalmente llegó a más personas con talleres dirigidos específicamente a personas con discapacidad auditiva, generando espacios de contacto, expresión y disfrute de la música a través de las vibraciones, lo táctil, lo visual.
Por su parte el Coro Reconciliación, integrado por víctimas del conflicto armado colombiano, reincorporados y firmantes del acuerdo paz realizaron diferentes conciertos y talleres, resaltando los escenarios de paz como la cumbre Internacional de No Violencia en el municipio de Caicedo y “Cantar para sanar” una serie de conciertos en donde compartimos con otras agrupaciones corales. También, con intervenciones de ciudad, se realizaron talleres corales invitando a las personas de la comunidad a cantar y construir puentes sociales.
Adicionalmente se hicieron talleres para personas con demencia, buscando fortalecer los vínculos familiares a través de la música y promover espacios de disfrute para los participantes.
“Fue un año que resonó el propósito de nuestra orquesta: escuchar la ciudad, arriesgarnos, fusionarnos y creer en el poder de la música. Desde Castilla, hasta San Pedro de los Milagros, desde el Teatro Metropolitano hasta el Parque Bolívar”, dijo David Greilsammer, director titular de la orquesta.