En un país como Colombia, polarizado por la lucha de los poderes políticos, encarnizado por lo que diga uno u otro, hay algo que nos salva y nos une, la Selección nacional. Es increíble como este grupo de personas vestidas de amarillo nos hacen olvidar de todo lo que nos angustia, de lo que nos saca de quicio y esta es otra muestra de que el fútbol hace mucho dejó de ser solamente fútbol.
Al parecer lo único que nos mantiene al margen de las frustraciones por estas épocas es la Selección, don José Pekerman y sus muchachos son lo que nos mantiene cuerdos entre tanta locura y la lista de los 23 que irán a Rusia nos desvela, inclusive más, que el futuro político del país.
Increíblemente pareciera que la Selección fuera algo diferente, es como si no se perdiera nunca con ella. La Selección es más fuerte que las angustias que llevamos dentro, le gana a los miedos que tenemos, en muchos casos cuando existe la decepción amorosa, un gol de Falcao se vuelve la cura para los corazones rotos, es la razón para mirar hacia adelante cuando la tormenta no para, cuando nos va mal en el trabajo, cuando el dinero no alcanza. La Selección es un alivio en medio de una mala semana.
Las calles se llenan de camisetas amarillas, desaparece la intolerancia y todos somos amigos, hermanos, cuando juega la Selección quien era un enemigo, se vuelve un amigo, no existen las diferencias cuando viendo un partido se grita un gol, nos abrazamos con el de al lado sin importar por quien va a votar, si es rojo, azul o verde.
Cuando juega Colombia las empresas paran, los bancos permanecen solos, las calles están vacías y pareciese que todos se hubieran ido de la ciudad porque la selección está jugando, si ganan, ganamos todos y las avenidas se vuelven un mar de alegría, no se ve la hora de volver a la oficina, no a trabajar sino a comentar el partido, en cambio si perdemos, la decepción es grande, la tristeza mayúscula, ni hablar de volver a la oficina, el día después es algo que no se quiere vivir cuando se pierde, eso sí está claro que estaremos listos para el siguiente encuentro, con la fe puesta en el 9, el 10 y en Don José.
La selección es sin lugar a dudas un refugio para los que viven en Bogotá o los que sobreviven en Caloto, es la revancha de quienes lo perdieron todo, la fuerza de quienes están en un hospital y esperan gritar a rabiar un gol, es la sonrisa de los niños, el abrazo de padres y abuelos. Es nuestra garantía de triunfo, de grandeza, de reivindicación, nos ponemos la camiseta de la selección y nos sentimos campeones.