Dos cuartofinalistas de ocho y ningún semifinalista: el fútbol latinoamericano sucumbió con claridad ante el europeo en el Mundial de selecciones de Rusia-2018, los pasados meses de junio y julio, un revés que intentará superar en el Mundial de Clubes que se lleva a cabo en Emiratos Árabes Unidos.
El River Plate argentino y el Chivas de Guadalajara mexicano tendrán allí la misión de plantar cara al Real Madrid español, ganador de las dos últimas ediciones del Mundial de Clubes y que aspira a hacer todavía más historia con una tercera corona consecutiva.
En Rusia-2018, tanto España como Argentina y México se quedaron en los octavos de final, saldando sus torneos con un resultado decepcionante, pero en la batalla de Europa contra Latinoamérica, las dos zonas principales del planeta fútbol, los primeros se impusieron claramente.
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Uruguay y Brasil habían sido los únicos equipos no europeos en clasificarse a los cuartos de final y se vieron allí superados por Francia (2-0) y Bélgica (2-1), respectivamente.
Los hinchas latinoamericanos, que habían llenado de color, fiesta y buen ambiente las calles de Moscú y del resto de ciudades rusas, se veían así apeados de las rondas finales. Vieron las semifinales Inglaterra-Croacia y Francia-Bélgica como meros espectadores, igual que la final que Francia ganó por 4-2 a Croacia en el estadio Luzhniki.
El pulso perdido abrió debates sobre la pérdida de competitividad progresiva ante las potencias europeas: era el cuarto Mundial de selecciones seguido con un campeón europeo y Latinoamérica no levanta el emblemático trofeo desde que el Brasil de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho lo hiciera en Yokohama en 2002.
En un artículo en el diario brasileño O Globo, el periodista Martin Fernandes analizaba entonces que la hegemonía mostrada en el fútbol de clubes se había trasladado también al de selecciones.
“La hegemonía de los clubes, fácilmente explicada por factores como la organización y el dinero, finalmente se extendió a las selecciones. Y nada indica que esta tendencia vaya a cambiar”, afirmó.
Fernandes aludía a la última década del Mundial de Clubes, donde los equipos europeos, en muchos casos liderados por estrellas sudamericanas como Lionel Messi, Luis Suárez o Kaká, arrollaron a los sudamericanos.
El ejemplo del Corinthians
Desde 2007, cuando el Milán se impuso en la final a Boca Juniors, todos los títulos del Mundial de Clubes han sido para formaciones europeas, con la única excepción de 2012, cuando el Corinthians brasileño derrotó en la final al Chelsea inglés.
En Rusia-2018, la tendencia pareció trasladarse también y los grandes nombres de la región tuvieron que hacer un análisis de lo que estaba ocurriendo.
“Hablar de supremacía del fútbol europeo es desconocer la realidad histórica, económica e infraestructural del fútbol. Bolivia no tiene las infraestructuras de Alemania, ni nosotros las de Inglaterra”, afirmó el seleccionador de Uruguay, Oscar Tabárez, desde la sabiduría de sus 71 años y su experiencia de 12 años al frente de la Celeste.
En el Mundial de Clubes, Europa siempre ha conseguido estar en la final, mientras que Latinoamérica ha quedado fuera de la misma en tres ocasiones, dos para dejar hueco a un equipo africano (Tout Puissant Mazembe en 2010 y Raja Casablanca en 2013) y una a un asiático (Kashima Antlers en 2016).
En el caso de México, se da la circunstancia de que es el país que más presencias ha tenido en el Mundial de Clubes, en 13 de las 14 ediciones anteriores, pero nunca ha logrado colocar uno de sus equipos en la final: los terceros puestos de Necaxa (2000), Monterrey (2012) y Pachuca (2017) son sus mejores actuaciones hasta el momento.
¿Podrán ahora River Plate y Chivas conseguir que el fútbol latinoamericano despierte en su eterna batalla contra los europeos?
En vías de una revolución
Pero mientras los ‘grandes’ del fútbol se aprestan a entrar en escena (ayer lo hicieron los chicos’), el Mundial de Clubes estaría ante el final del camino: la FIFA, con su presidente Gianni Infantino al frente, trabaja desde hace meses por una revolucionaria ampliación de este torneo.
El ‘plan Infantino’, por lo que se ha podido ir conociendo a través de la prensa, apuntaría a una competición con al menos 24 equipos a partir de 2021 y a disputarse cada cuatro años, igual que los Mundiales de selecciones.
En el calendario, ese nuevo Mundial de Clubes ocuparía el lugar de la Copa de las Confederaciones, en los años previos a los Mundiales.
Infantino quería que sus proyectos para el nuevo Mundial de Clubes y también para una Liga Mundial de Naciones obtuvieran luz verde en la reunión del Consejo de la FIFA de finales de octubre en Kigali, la capital de Ruanda, pero se encontró allí con importantes oposiciones, especialmente desde la UEFA, lo que obligó a modificar sus planes.
En esa ciudad africana se decidió la creación de un grupo de trabajo, que tuvo su primera reunión telefónica el pasado 16 de noviembre, con la misión de estudiar "los elementos técnicos y deportivos ligados a la implantación" de las nuevas competiciones planeadas por la FIFA, con el Mundial de Clubes al frente.
El pasado domingo tuvo lugar una reunión en París para evaluar “el impacto” de la medida, con vistas a diseñar “un plan global de los elementos deportivos a tomar en cuenta con el fin de tomar una decisión” en la próxima reunión del Consejo de la FIFA -el órgano de gobierno del fútbol mundial-, que tendrá lugar el 15 de marzo en Miami.
Los temores de más peso contra el nuevo proyecto vienen de sectores influyentes del fútbol europeo, que estiman que se sobrecargaría todavía más el nuevo calendario y que el Mundial de Clubes ampliado podría hacer sombra o competir con la Liga de Campeones, la joya de la corona de la UEFA.
Los debates actuales dejan en el aire el futuro del Mundial de Clubes, que por ahora no tiene sede asignada para 2019.
El actual Mundial de Clubes llega en este 2018 a su decimoquinta edición.
Nació como tal en 2000, en una primera edición a modo de experimento, en Brasil y con ocho clubes invitados. El Corinthians fue el primer campeón.
La segunda edición tardó en llegar. Fue en 2005, ya con el formato actual de siete equipos, con los campeones de cada confederación más el campeón de la liga del país anfitrión. Entonces el título fue para el Sao Paulo, también brasileño.
De 2005 a 2018, el Mundial de Clubes repite un esquema similar en un torneo de diez días de duración en el mes de diciembre, con siete participantes, entre los cuales el campeón de la Liga de Campeones europea y el de la Copa Libertadores entran en liza directamente en semifinales.