A la espera de una inédita ‘superfinal del siglo’ de la Copa Libertadores entre Boca y River, Argentina palpita sumida en creciente ansiedad por lo que será un antes y un después en la historia deportiva de los clásicos rivales.
Tan soñada como temida, los hinchas argentinos se preparan para lo que consideran una ‘final del mundo’, aunque pendientes de la confirmación por parte del Tribunal de Disciplina de la Conmebol, que ayer no mencionó a los ‘Millonarios’ en su comunicado oficial en el que fijó el partido de ida para el 10 de noviembre en la Bombonera y la vuelta para el 24 en el Monumental, sin especificar el rival.
La no mención de River se debe a que el Tribunal de Disciplina de la Conmebol debe resolver sobre la situación de su entrenador, Marcelo ‘Muñeco’ Gallardo, quien el martes infringió una sanción que le impedía tomar contacto con sus jugadores en el partido de vuelta ante Gremio, en Porto Alegre, donde el equipo argentino logró el pase a la final al ganar 2-1.
Mientras se espera el fallo del Tribunal, serán días de locura para los pasionales hinchas de Boca y River enfrentados en la final de todas las finales.
El resultado le dará a Boca la posibilidad de alzar la Copa Libertadores por séptima vez o a River de sumar su cuarta, pero marcará un hito para ambos.
Sueño y pesadilla
“Tener a dos equipos argentinos en la final nunca se dio, no hay precedentes”, destacó el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, antes de que se difundiera el tuit de la Conmebol. Pero tener a Boca y River es mucho más.
Es algo “histórico, la mejor noticia que puede tener el fútbol argentino”, resumió el dirigente.
Esta posible definición es un sueño para algunos y una pesadilla para muchos.
El mandatario de Argentina, Mauricio Macri, expresidente del club Boca Juniors antes de su ingreso a la política, había dicho que prefería otros rivales.
“Prefiero que gane un brasileño y no tener esta final porque son tres semanas de no dormir, es una locura, mucha presión”, había dicho Macri días atrás.
Sin embargo, ayer el Jefe de Estado albiceleste consideró que una final Boca-River será “algo maravilloso desde el punto de vista deportivo” y además una oportunidad para que los argentinos demuestren “madurez”.
“Esto que vamos a vivir es una fiesta del deporte y del fútbol única. La tenemos que disfrutar como tal. Lamentablemente uno va a perder, es así. Para aquel que pierda va a ser durísimo, pero no por eso vamos a dejar de disfrutarla y tenemos que hacerlo con esos valores: el respeto, la armonía y la paz”, añadió.
El fin del mundo
La “Final de todos los tiempos”, como la definió el diario La Nación, tendrá un impacto que va más allá de la Copa Libertadores.
Pese a la incertidumbre por la situación de River, las redes sociales ya son una caja de resonancia de lo que vendrá con mensajes que anuncian el apocalipsis deportivo en el que caerá quien resulte derrotado en la contienda histórica.
En Argentina, con 44 millones de habitantes, más de 25 millones son fervientes hinchas de Boca o de River, en una rivalidad que a nadie le es indiferente.
Los dos clubes son los más populares de Argentina, fundados a principios del siglo XX en el barrio La Boca de Buenos Aires, donde funcionaba el puerto en aquella época y que era lugar de acogida de los inmigrantes recién llegados con la pasión del fútbol.
Cambio de fecha
En principio los partidos por la final de la Copa Libertadores estaban previstos para disputarse el 7 y el 28 de noviembre, pero ayer la Conmebol anunció la nueva fecha.
La primera final se disputará el 10 de noviembre a las 4:00 p.m. locales (2:00 p.m. de Colombia) en el estadio La Bombonera de Boca y el encuentro decisivo se jugará el 24 en el mismo horario, detalló en un tuit la Conmebol.
La decisión tiene que ver con que esta fecha había quedado en duda por cuestiones de seguridad debido a que Buenos Aires será sede el 30 de noviembre y el 1 de diciembre de la cumbre del G20, a la que acudirán líderes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de Rusia, Vladimir Putin.
Con colombianos
De alguna u otra manera, esa tensión que viven los argentinos toca a los colombianos. Cada escuadra tiene en sus filas jugadores nacionales y son estandartes.
Por River Plate en la clasificación a la final brilló Rafael Santos Borré, quien convirtió uno de los goles y fue exaltado por la prensa y los hinchas como una de las figuras. También allí está Juan Fernando Quintero, aunque su participación en semifinales no fue la ideal.
Del otro lado, el de Boca, está Wilmar Barrios, titular inamovible en la primera línea de volantes y siempre valorado por su sacrificio e ídolo de los aficionados. También Sebastián Villa, quien de a poco se ha ido ganando el corazón de los seguidores y, Edwin Cardona, alejado de las últimas convocatorias “por decisión técnica”, pero todo parece indicar que se debe a otros factores.
Pero con cinco colombianos en nómina (sin contar a Frank Fabra quien está lesionado) la final de la Copa Libertadores tiene sabor a café, como cuando en Boca actuaban Oscar Córdoba, Jorge Bermúdez y Mauricio ‘Chicho’ Serna./