A los técnicos los llevan por buenos, pero los sacan por falta de resultados | El Nuevo Siglo
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Lunes, 27 de Agosto de 2018
Alejandro Munévar*

Para entender el fútbol hay que partir de la base de que es un juego totalmente dependiente de los jugadores dentro de la cancha, después se tiene que agregar la importancia de un técnico que sepa manejar un grupo humano, es decir un personaje que sea capaz de entender que la táctica ideal no es el 4-4-2 o el 5-3-2, sino la que sus jugadores sean capaces de imponerse a ellos mismos y sepan trabajar y jugar.

La labor del técnico radica netamente en la gestión de grupo y cómo a través de diferentes ejercicios técnicos, tácticos y mentales logra sacar lo mejor de cada uno de los hombres que hacen parte de su equipo, ya sea innovando en los entrenamientos, implementando la tecnología, o simplemente creando grupos unidos y fuertes.

El éxito de un adiestrador se ve cuando logra que todos sus futbolistas sean muy buenos compañeros entre ellos, haciéndoles entender que todos tienen que correr la misma cantidad de metros, transpirar la camiseta con el único aliciente de saber que ninguno juega pensando en él mismo, sino en el equipo.

El desempeño de los grupos se basa puramente en la capacidad que han tenido los técnicos de explotar las habilidades de sus futbolistas de la mejor manera.

Equidad, por ejemplo, derrotó al Huila 1-0 en el comienzo de la sexta fecha y se afianza en el primer puesto del rentado con 18 puntos, 9 goles a favor, 0 en contra. Encontró en Luis Fernando Suárez a un adalid capaz de liderar a un grupo de personas al éxito.

Sí bien hay quienes dicen que lo importante no es como se empiece, sino como se termine, lo hecho por Suárez es admirable, ha sabido innovar en los entrenamientos utilizando elementos de altísima tecnología para sacarle provecho a cada una de las habilidades de sus jugadores, agudizando los sentidos de la escucha, el tacto y la ubicación, cosas que se ven reflejadas en el campo de juego, pero además, ha sabido manejar el grupo que comanda. Detectó las capacidades, cualidades y defectos que tenía su plantilla para proponer una táctica donde pudiera desarrollar de mejor manera las cualidades individuales para generar un juego en conjunto óptimo.

Existen dos tipos de técnicos, los que se dedican a hablar y los que orientan y forman.

Los que hablan abundan en el fútbol colombiano, son esos que buscan excusas para sus fracasos, los que quieren ser protagonistas por sus declaraciones, escondiendo la falta de trabajo en sus palabras, aunque al final del partido son expuestos por lo poco o nada que muestran sus equipos en la cancha.

Por su parte los que orientan y forman no son muchos, pero su labor es bien valorada. El caso Suárez en Equidad podría ser el ejemplo perfecto, pero no se puede dejar por fuera a Hubert Bodhert de brillante labor en Jaguares en 2017 y que ha logrado sacar de los últimos lugares a los que estaba acostumbrado el Once Caldas para ponerlo en la segunda posición del rentado nacional. Miguel Ángel Russo en Millonarios es un técnico pragmático, estudioso, que demostró en sus primeras dos campañas con los azules que muchas veces no es tan importante que abunde el talento en los jugadores sino la gestión que se le dé a lo que tiene. Julio Avelino Comesaña, técnico curtido de más de mil batallas, su experiencia se ve reflejada en el manejo del Junior de Barranquilla, no solo de la plantilla de jugadores, sino también del manejo con las complicadas directivas.

En lo que va de liga cinco equipos han decidido sacar a sus técnicos: Leones que prescindió de los servicios de Juan Carlos Álvarez; Envigado que decidió no contar más con Rubén Darío Bedoya; América que no logra consolidar un proyecto serio ni en lo deportivo ni en lo institucional, sacó al portugués Pedro Santos y llamó al único hombre capaz de arreglar la casa, Fernando “El Pecoso” Castro; Pasto, que en un giro repentino decidió no contar más con los servicios del hijo prodigo Flavio Torres; y el Bucaramanga, en donde el proyecto de Carlos Mario Hoyos no terminó de cuajar.

Todos tienen algo en común, no lograron tener una gestión grupal y deportiva eficiente. A propósito de estas falencias, el uruguayo Guillermo Sanguinetti, director técnico del Santa Fe, sigue sin convencer, no es falta de recurso humano, porque la directiva encabezada por Juan Andrés Carreño le ha brindado el mejor talento humano que se podía pagar, el cuadro rojo de la capital no tiene una identidad definida, está a la deriva y lo único que lo salva ha sido la labor individual de los jugadores. Está claro que el técnico tiene que encontrar YA un revulsivo, el tiempo se le acaba, eso sí, de Sanguinetti se puede decir lo que sea, pero la falta de definición de los delanteros cardenales no es culpa de él