2024: campo minado para la economía | El Nuevo Siglo
LOS DOS grandes retos serán la recuperación de la producción industrial y del comercio. /Archivo
Viernes, 1 de Diciembre de 2023
Redacción Economía

SI EL 2023 fue uno de los años más complicados para la economía colombiana con alta inflación, altos intereses, crecimiento a la baja, desempleo crítico e incertidumbre política sobre las reformas que el Gobierno quiere adelantar y que tiene asustados a los inversionistas, de cara al 2024 las cosas no serán mejores.

De entrada, desde ya hay que prepararse: con el incremento del salario mínimo, varios productos y servicios aumentan como la cuota moderadora de las EPS, los seguros médicos, los aportes de pensión, los servicios del ICA, el SOAT, las tarifas de buses intermunicipales, multas de tránsito, los beneficios y reglas de los subsidios de vivienda, los derechos notariales y de registro de predios y los servicios públicos.

Con el aumento de la inflación suben los peajes, las matrículas escolares, y los precios de los arrendamientos, entre otros.

Como se ve desde el comienzo del año, se golpea al bolsillo de los colombianos. A esta situación y dentro del contexto actual de desaceleración económica, altas tasas de interés, débil demanda interna y contracción del crédito, se le suman otra serie de factores inesperados y fuentes de incertidumbre: intensificación de conflictos geopolíticos, fenómenos climáticos, volatilidad de mercados financieros, persistencia en desbalances macroeconómicos, entre otros.

Por otra parte, uno de los grandes inconvenientes que han tenido las familias colombianas, es lidiar con la inflación. Todavía se preguntan en qué momento escaló la inflación de forma desmedida, cómo han soportado los hogares y empresas las elevadas tasas de interés, cuánto tiempo más tomará en reflejarse el deterioro en el mercado laboral y por qué, en medio de una desaceleración económica, continuamos consumiendo servicios y entretenimiento, como si nada de lo anterior estuviera ocurriendo.

Ante esta situación, en un análisis de los investigadores del Bancolombia de cara el 2024, señalan que “un accionar prudente será determinante para navegar el año que viene”.

 

Perspectivas 2024

Sin duda, la economía se enmarca en medio de riesgos esperados, aunque con efectos rezagados, y un contexto de alta incertidumbre. Se espera que la economía se adentre en una fase de aterrizaje suave, en el que la inflación se reduzca sin que esto signifique una gran desaceleración en la economía. No obstante, la relajación de la política monetaria será cautelosa debido a la resiliencia de la actividad económica y del mercado laboral; y persistiría la incertidumbre sobre los efectos que traerían “tasas más altas por más tiempo”.

Además, continuaría el proceso de lenta desinflación y, con ello, recortes graduales en la tasa de política monetaria, pero habrá que maniobrar los riesgos de precios al alza. La extensión de la guerra entre Israel y Hamás, y la guerra en Ucrania podría aumentar los precios del petróleo mientras que los efectos del Fenómeno de El Niño en la producción agrícola aumentarían los precios de los alimentos.

Existen buenas razones para creer que la economía está terminando de atravesar la parte más desafiante del ciclo y que en 2024 iniciaría un lento proceso de recuperación. No obstante, también hay razones de fondo, como es el rezago de la inversión y la contracción del crédito, que hacen ver que existirán limitantes para retornar a niveles de crecimiento potencial en el mediano plazo.

Pero, además, es bien conocido el rol que puede jugar el Estado en dinamizar la economía mediante la implementación de políticas contracíclicas, y en la medida que efectivamente se implementen políticas que ya han sido anunciadas y presupuestadas, se podrían materializar interesantes oportunidades de negocio en sectores claves como vivienda, infraestructura y agro. Pero también allí existe un alto grado de incertidumbre.

 

Petróleo

Se prevé que los precios del crudo cerrarán 2023 en alrededor de USD 88. De cara al 2024, el precio promedio de la referencia Brent esté cercano a US$ 86. Este nivel contempla un balance oferta-demanda levemente deficitario y la desaceleración de las economías   desarrolladas. Así mismo, nuestros sesgos se mantienen al alza fruto de las tensiones geopolíticas actuales y que los miembros del cartel de la OPEP+ puedan mantener los recortes en la producción para sostener los precios.

 

Crecimiento

Esta perspectiva de bajo dinamismo productivo sería principalmente consecuencia de las altas tasas de interés. La tasa de interés de política monetaria está en su máximo nivel nominal desde finales de 1999, mientras que la real (la que descuenta las expectativas de inflación) se mantiene en niveles récord. Con esto se configura la postura monetaria más contractiva que ha tenido que enfrentar la economía en lo corrido del Siglo XXI, donde la totalidad de sus efectos aún faltarían por transmitirse.

Además de esto, se añade el lento descenso de la inflación, el deterioro acumulado en sectores económicos clave y las menores perspectivas desde nuestros principales socios comerciales. Los recientes resultados en materia de precios señalan que el reto inflacionario no se encuentra del todo resuelto, lo que motivaría una disminución cautelosa en la tasa de interés por parte del Emisor. Así mismo, continuarían pesando sobre la economía los efectos adversos que conlleva la incertidumbre relacionada con la agenda de reformas y cambios regulatorios que pretendería adelantar el Gobierno.

ENS

El enfriamiento del consumo privado sería el principal determinante detrás del debilitamiento en la demanda agregada. Prevemos que el consumo de los hogares continúe retrocediendo hacia niveles más sostenibles como consecuencia de la persistencia de la inflación, la dificultad de apalancar las compras en crédito a raíz de los altos tipos de interés y el debilitamiento esperado del mercado laboral.

 

Desbalance externo

Por otra parte, el desbalance externo sufriría una importante corrección, que aportaría positivamente al crecimiento, pero jugaría en contra de la inversión. El bajo crecimiento económico sería el factor clave detrás del ajuste en este frente vía menores importaciones, mientras que el rebote en los precios del petróleo y la estabilidad en la canasta tradicional llevarían a una menor desaceleración en las exportaciones. Ahora bien, este descenso en las importaciones también afectaría la compra al exterior de maquinaria y equipo, un rubro de la inversión que venía resaltando por su dinámica en los dos años anteriores.

En suma, la economía crecería por debajo de las capacidades potenciales durante 2024. El lento descenso en la inflación, la reducción cautelosa en los tipos de interés y los rezagos en la política monetaria serían las claves en nuestro pronóstico de crecimiento del PIB de solo 1,2% para el 2023 y 0,9% para el 2024.

José Ignacio López, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, puso de manifiesto que en el 2023 la economía colombiana vivió un proceso de ajuste, con un freno del consumo privado y una fuerte contracción de la inversión. Este proceso de ajuste se extenderá en 2024.

Asimismo, precisó que la alta carga financiera, tras el aumento de las tasas de interés, llevó a una moderación del consumo de los hogares. Sin embargo, los históricos ingresos por remesas, la fortaleza del mercado laboral y las transferencias del gobierno fueron un amortiguador en el ajuste del gasto de los hogares.

La recesión

Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda y Crédito Público, destacó que actualmente, la economía colombiana está viviendo un proceso de desaceleración, impulsado por la demora en las obras civiles y de construcción de vivienda. Asimismo, hizo un llamado a garantizar el cierre financiero de estas obras, pues son fundamentales para reactivar e impulsar la economía nacional, destacando que el Gobierno actualmente está impulsando el desarrollo de obras 4G, 5G y vías secundarias y terciarias.

Según Bonilla, el país está atravesando un momento donde las tasas de interés son altas, pero la inflación está disminuyendo y proyecta que pueda llegar a ser de un solo dígito al final de 2023.  Además, mencionó que en el 2024 continuará bajando y, a finales del año, podrá ubicarse entre el 4% y 5%.

En últimas, el ministro hizo un llamado a consolidar una alianza entre lo público y privado, incentivando a que el desarrollo y construcción de las obras puedan impulsarse y continuar alejar el fantasma de una recesión económica.

En este mismo sentido, el exministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, dijo que “el PIB en 2023 está cayendo y no hay crecimiento, sino decrecimiento en el último trimestre”. En resumen, alertó que esta tendencia pone al país “al borde de una recesión, con sus impactos negativos en empleo e ingresos”.

Por su parte, el vicepresidente técnico de Asobancaria, Alejandro Vera, dice que “con los datos más recientes, nuestras proyecciones indican que la economía colombiana crecería a 2% real en 2024. Esto sería explicado por un crecimiento superior a 4% en el sector de administración pública, mientras que la agricultura, la industria y el comercio se expandirían a tasas entre 0,5% y 1,5%. Ante esto, la tasa de desempleo se mantendría por encima de 10,5% en promedio en 2024, luego de superado el rezago que estamos viendo en su actual comportamiento”.

 Tasas de interés

En lo que respecta a los retos de la política monetaria de Colombia, Leonardo Villar, gerente general del Banco de la República, resaltó que no hay una disyuntiva entre la inflación y el crecimiento económico. De acuerdo con Villar, es necesario guiar las políticas con una visión de largo plazo, puesto que las medidas que se ejecutan con un término cercano pueden afectar el crecimiento y tener repercusiones negativas sobre la estabilidad macroeconómica. De esta forma, destacó que lograr la estabilidad de precios es un requisito para que la economía crezca de manera sostenible y continúe generándose empleo. La coyuntura económica actual requiere una política monetaria restrictiva como la que el Banco de la República viene adoptando.

Según Villar, las expectativas para finales de 2024 son favorables, y se prevé que las tasas de interés puedan bajar sustancialmente y que la inflación tenga una caída de al menos 5 puntos porcentuales, la más pronunciada en un solo año desde que se creó el Banco de la República.

Manufactura y construcción

Anticipamos que los macrosectores más importantes de la economía seguirán marcando la pauta de la desaceleración. Las actividades secundarias (manufactura y construcción) y el comercio prolongarían sus deterioros ante el menor consumo privado y el bajo crecimiento económico. De igual forma, el sector primario (agropecuario y minería) afrontaría a El Niño y la incertidumbre regulatoria, mientras que las actividades de servicios y las relacionadas al gasto público se mantendrían dinámicas.

Los deterioros más fuertes se registrarían en el comercio, transporte, alojamiento y comidas. Estas actividades, que han decrecido de manera consistente en lo corrido de 2023, extenderían su mal momento hasta el 2024 a raíz del débil consumo privado, los bajos niveles de confianza de los hogares y el debilitamiento previsto para el mercado laboral.

En la construcción seguirá pensando el mayor costo del acceso a financiamiento. Esto a raíz de las altas tasas de interés y la desvalorización de la deuda pública, a lo que se añade el débil mercado de vivienda y el menor impulso público a las grandes obras de infraestructura (aquí). No obstante, el fortalecimiento del programa de subsidios para la adquisición de vivienda (Mi Casa Ya) y la evolución en la construcción de vías terciarías podrían compensar parcialmente el panorama desafiante.

Inflación

De acuerdo con los analistas, “la inflación anual cerrará 2023 en 9,6%. Creemos que los riesgos en materia de precios están sesgados al alza para el cierre de este año. Para el próximo año anticipamos que la inflación continuará en descenso hasta ubicarse en 5,9%.

Con la alta inflación observada, a pesar de la tendencia de moderación actual, será una presión que impondrá un fuerte ajuste –indexación– sobre los servicios de alquiler, salud, educación y relacionados, que son los rubros que tienen una alta ponderación en la canasta total, y por esta vía sean la fuente persistencia de la inflación total.

Otro factor relevante incorporado en nuestra senda de pronóstico es la extensión y posibles afectaciones sobre los precios que pueda causar un Fenómeno de El Niño fuerte hasta primer semestre del próximo año, que junto con el ajuste gradual previsible en los precios del ACPM ejercerán una presión alcista sobre los alimentos y regulados.

ENS

En el mediano plazo creemos que la inflación alcanzará el límite superior del rango de tolerancia del Emisor (2% -4%) hacia mediados de 2026.

El coletazo en 2023

Como consecuencia de las restrictivas condiciones financieras, era de esperarse que 2023 fuese un año de desaceleración y normalización para la economía colombiana. Sin embargo, el lento descenso en la inflación, la cautelosa postura en los tipos de interés y la resiliencia de ciertos sectores económicos ha postergado buena parte del ajuste para 2024, con un campo minado a la vista.

Era de esperarse que los sectores más afectados en 2023 fuesen aquellos con mayor sensibilidad a la difícil combinación de altos precios y elevadas tasas: construcción (-6,0%), manufactura (-3,7%) y comercio (-2,1%).

La sorpresa positiva este año fue en el sector de servicios, pese al difícil entorno económico. Colombia no ha sido ajena al fenómeno mundial de desenfrenado consumo y preferencia por servicios, experiencias, restaurantes y viajes. El sector de entretenimiento y servicios sería el de mayor crecimiento (9,8%) en 2023. Sorprende también la resiliencia en el mercado laboral, que registra desempleo de un dígito y alta tasa de ocupación, gracias al papel que ha tenido el empleo público. No obstante, el mercado laboral resentirá los efectos de la ralentización de sectores intensivos en mano de obra.

Se espera mayor gasto público

El incremento en el gasto del Gobierno podría posicionarse como un contrapeso a este panorama. El fortalecimiento de la política social, orientada a ampliar los programas de transferencias monetarias, podría revitalizar el consumo en determinados segmentos de bienes, especialmente en alimentos y bienes básicos.

La inversión continuaría lenta como resultado de las elevadas tasas de interés y el menor impulso público. La actividad constructora, que representa el núcleo duro de la inversión en el país, afronta un panorama en el cual no se vislumbran grandes proyectos de infraestructura de interés nacional, toda vez que el enfoque del gasto público en el corto plazo estaría en los programas sociales. De igual forma, la fuerte caída en las ventas de vivienda seguiría presionando a la baja la actividad del sector durante todo 2024.

Sobre esta base, se añaden los efectos adversos que trae consigo la incertidumbre en los mercados de cara a la agenda de reformas. El trámite de las reformas y la incertidumbre que los potenciales cambios generan en algunos sectores seguirá siendo relevante para la toma de decisiones estratégicas y de inversión por parte de los agentes locales y extranjeros.