La Reserva Federal estadounidense (Fed) mantendrá las tasas de interés sin cambios este año, ante la ralentización del crecimiento y la ausencia de una fuerte inflación en Estados Unidos.
Las tasas de interés se mantendrán entre el 2,25% y el 2,50% en 2019, según las proyecciones de los miembros del banco central desveladas este miércoles tras una reunión de política monetaria de la institución.
Esa decisión, más drástica de lo que anticipaban muchos analistas, refleja la actitud precavida de la Fed ante la evolución de la coyuntura económica.
En diciembre, el banco central, optimista sobre el vigor del crecimiento y la inflación, preveía subir dos veces las tasas de interés en un cuarto de punto porcentual (0,25%) en 2019.
Pero la Fed anticipa ahora un crecimiento del 2,1% en lugar del 2,3 previsto en diciembre, y vaticina una inflación más baja (1,8%) de la que anunciaba hace tres meses (1,9%).
En un comunicado, el comité monetario de la institución destacó que la expansión de la actividad económica de Estados Unidos "se frenó" respecto al cuarto trimestre de 2018 y que "indicadores recientes muestran un crecimiento más débil del gasto de los hogares y de las inversiones de las empresas".
Tras un 2018 que terminó con un crecimiento del 2,9%, las previsiones para el primer trimestre oscilan entre el 1% y el 2,1%, según los economistas.
La Casa Blanca mantiene, por su parte, unas previsiones optimistas para 2019 con un crecimiento del 3,2%.
La Fed señala asimismo que la inflación en un año se redujo sobre todo a causa de los bajos precios de la energía. El alza de los precios al consumo apenas fue del 1,5% interanual en febrero, según el índice CPI, lejos del objetivo del 2%, que el banco central considera benéfico para la economía.
Para 2020, la Fed prevé subir las tasas de interés una sola vez, aunque anticipa que el crecimiento no superará el 1,9% ese año y que la inflación no alcance el 2%.
Reducción de activos
En otro anuncio esperado por los mercados, el banco central anunció que, a partir de septiembre, dejará de reducir su cartera de bonos del Tesoro que había adquirido durante la crisis iniciada en 2008 para sostener al economía.
La institución va a reducir poco a poco la cesión de sus títulos de deuda a un ritmo de 15.000 millones de dólares al mes a partir de mayo, en lugar de los actuales 30.000 millones mensuales.
Para apuntalar la recuperación post-crisis, la Reserva Federal había comprado una gran cantidad de bonos del Tesoro y de títulos respaldados por hipotecas (MBS) que aumentaron su balance, que alcanza ahora los cuatro billones de dólares.
El proceso de reducción de esos activos agitó a los mercados que temían que, al invertir menos en los bonos del Tesoro, la Fed hiciera subir indirectamente las tasas de interés.