ENTRE 2020 y 2021 hubo una disminución en la incidencia de la pobreza de 1,9 puntos porcentuales. Esa reducción fue aún más importante entre 2021 y 2022 pasando de 16 % a 12,9 %. En contraste, el cambio entre 2022 y 2023 fue únicamente de 0,8 puntos porcentuales, con un resultado a nivel nacional del IPM equivalente a 12,1 %.
De acuerdo a un informe presentado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), hay dos tareas fundamentales para bajar más el nivel de pobreza, y son trabajar más en generar más oportunidades laborales e incrementar la educación.
En su informe, la entidad resalta su tendencia decreciente, lo que indica que la condición de vida de los hogares colombianos se ha visto favorecida a pesar del covid-19. Sin embargo, cabe resaltar que el ritmo de reducción luego de la pandemia es cada vez más lento.
Con respecto a lo anterior, ANIF analizó las contribuciones de cada dimensión, así como la evolución que tuvo cada variable respecto al año pasado. En el total nacional los sectores de mayor aporte en la incidencia del IPM fueron: educación (35,7 %), trabajo (30,0 %) y niñez y juventud (13,7 %).
Por su parte, vivienda y salud en el 2023 fueron las categorías de menor contribución a la incidencia de pobreza con 12,7% y 8,0%, respectivamente.
Principales retos
Según el informe de la organización, a pesar de los avances agregados en la reducción de la incidencia del IPM en Colombia, todavía hay desafíos por abordar. Aún existe una alta proporción de hogares pobres que experimentan privaciones considerables. Por ejemplo, el 71,4% de los hogares pobres tienen al menos un miembro empleado en un trabajo informal. Eso resalta la importancia de contar con políticas que flexibilicen el mercado de trabajo, considerando la intención de la actual Administración de promover una reforma laboral que, de hacerse erróneamente, podría profundizar esa problemática.
Asimismo, el bajo logro educativo afecta al 39,4% de los hogares y el rezago escolar a 24,3 %. Esto significa que aproximadamente 1 de cada 4 hogares en situación de pobreza tienen niños entre 7 y 17 años con un nivel educativo inferior al establecido según las directrices del Ministerio de Educación.
Por otro lado, existen retos en términos del cierre de brechas entre la población rural y urbana. Sin contar las condiciones de vivienda, las mayores diferencias se encuentran en variables como el bajo logro educativo (38,8pp), el trabajo informal (23,4pp), el analfabetismo (11,6pp) y el rezago escolar (6,5pp).
Finalmente, el último reto se asocia con el cierre de brechas de género. Para el 2023, el 13,2 % de las personas que pertenecían a un hogar con jefatura femenina eran pobres multidimensionalmente. Si esto se compara con los hogares de jefatura masculina, la cifra es 0,9pp mayor. Si bien la brecha se ha ido cerrando, históricamente ha existido una mayor proporción de hogares pobres con jefatura femenina, lo que reafirma los obstáculos que enfrentan las mujeres para salir de la pobreza, producto de su menor participación del mercado de trabajo y las penalidades que deben asumir por las interrupciones en su vida laboral.
Ahora bien, ANIF señala que resulta fundamental considerar el impacto que podrían tener las reformas como la de salud, laboral y educación.
El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) permite analizar la proporción de personas de una población que son pobres en diferentes planos, así como su intensidad; es decir, el promedio de carencias que cada persona experimenta en un momento dado. Para ello, es importante destacar que los hogares son considerados pobres multidimensionalmente cuando tienen privación en por lo menos el 33,3% de estos indicadores: condiciones educativas del hogar; condiciones de la niñez y juventud; salud; trabajo y, acceso a servicios públicos domiciliarios y condiciones de la vivienda.