LA INSEGURIDAD alimentaria es cuando una persona carece de acceso regular a suficientes alimentos para llevar una vida activa y saludable, según manifestó la FAO, razón por la que la crisis del hambre sigue siendo una amenaza para la niñez.
Según el reciente informe mundial de inseguridad alimentaria, Colombia entró por primera vez en la lista de los países de América Latina y el Caribe que experimentaron altos niveles de inseguridad alimentaria aguda y requirieron algún tipo de asistencia urgente. Ante este panorama, la niñez resulta ser la más perjudicada, especialmente los menores que viven en condiciones de movilidad, como son los desplazados internos y migrantes 1,6 millones de personas o el 3% de la población residente analizada enfrentaron niveles severos de inseguridad alimentaria aguda, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En el caso de Colombia, la situación es preocupante en las zonas rurales, debido a los fenómenos meteorológicos extremos, principalmente en los departamentos de La Guajira, Sucre, Caquetá, Córdoba, Arauca y Putumayo. Para entender y dar respuesta a esta desigualdad que afecta a la niñez en el país, el informe indica que debe analizarse el tema desde una visión integral que considere los sectores de protección, educación, acceso a agua segura, y no solo desde salud.
Con relación a lo anterior, Save the Children hizo un llamado al Gobierno nacional a dar respuesta a esta situación que afecta la vida de la niñez y actualizar la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN). Así mismo, invitó al Congreso de la República a avanzar en las discusiones sobre estos temas, y a las organizaciones y comunidades para que identifiquen estrategias para contribuir en el abordaje de esta situación.
En cuanto a las cifras mundiales, un informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) publicado por la ONU, reveló que, alrededor de 733 millones de personas pasaron hambre en 2023, lo que equivale a una de cada 11 personas en el mundo y una de cada cinco en África. Asimismo, advierte de que el mundo está muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), Hambre cero, para 2030, por lo que concluye que el mundo ha retrocedido 15 años, con niveles de subalimentación comparables a los de 2008-2009.
El texto también reflejó que, a pesar de algunos avances en ámbitos específicos como el retraso en el crecimiento y la lactancia materna exclusiva, un número alarmante de personas sigue enfrentándose a la inseguridad alimentaria y la malnutrición, ya que los niveles mundiales de hambre se han estancado durante tres años consecutivos, con entre 713 y 757 millones de personas subalimentadas en 2023, cerca de 152 millones más que en 2019 si se considera el rango medio (733 millones).
Lucha contra el hambre
A su turno, Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en el marco del foro político de alto nivel sobre el desarrollo sostenible (FPAN) recordó que el déficit de financiación para acabar con el hambre es inmenso e instó a que se destinaran más fondos a la transformación de los sistemas alimentarios y al desarrollo de las zonas rurales, asimismo, destacó la necesidad de aplicar un enfoque más inteligente con respecto a la financiación. “Tenemos que ser más eficaces a la hora de orientar la financiación de que disponemos hacia donde más se necesita, en particular a las zonas rurales de los países de ingreso bajo, donde el hambre es más frecuente”.
Por otro lado, Lario afirmó que se estima que invertir en la agricultura es al menos 2-3 veces más eficaz para reducir la pobreza que la inyección de dinero en otros sectores. “Nuestra mejor oportunidad de cumplir nuestro compromiso de acabar con el hambre para 2030 reside en aumentar las inversiones e innovar a la hora de movilizar fondos”.