Las fronteras del olvido... | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Octubre de 2024

En un país en el que ha hecho carrera la premisa de que prima el centralismo político-administrativo en tanto que la periferia territorial se encuentra abandonada, con altos niveles de ausencia estatal, pobreza y un accionar creciente de fenómenos de delincuencia común y organizada, es claro que se requiere que la institucionalidad se vuelque a atender las problemáticas de la población de las zonas fronterizas.

No hay gobierno en lo corrido de este siglo que no haya lanzado una estrategia en esa dirección e incluso se han emitido distintas leyes, directrices ministeriales, acuerdos con los gobernadores, documentos Conpes y largos capítulos en los Planes de Desarrollo Nacionales que, al final de los respectivos cuatrienios, terminan quedando en gran parte en el papel.

El informe publicado en nuestra edición dominical, en el que congresistas de departamentos de regiones limítrofes hicieron un crudo diagnóstico de la crisis que se vive en cada una de estas zonas, pone en evidencia que el llamado Plan de Fronteras continúa estando en vilo.

Los escenarios descritos son más que preocupantes. Son múltiples los flagelos que hoy azotan los departamentos fronterizos, empezando por el abandono estatal. Las instituciones tienen una presencia mínima y en algunas zonas binacionales ni siquiera aparecen de forma constante.

A ello se suma el auge de grupos armados ilegales y delincuencia común, así como los débiles controles migratorios y de la Fuerza Pública, todo lo cual facilita la operación de bandas de trata de personas, contrabandistas, narcotraficantes, minería criminal y la depredación ambiental y de recursos naturales.

Otra de las alertas lanzadas por los congresistas consultados tuvo que ver con la falta de coordinación activa y permanente con los gobiernos nacionales y regionales con los que colinda el país. Esto lleva a que el concepto de autoridad tenga una aplicación relativa, según el lado de la línea limítrofe en donde se esté.

Es urgente que en Colombia se haga una revisión, no tanto de la legislación y demás cuerpo normativo, sino principalmente de los instrumentos institucionales de los gobiernos nacionales, departamentales y municipales para aplicarla. De igual manera, resulta claro que uno de los principales cuellos de botella continúa siendo que hay muchos programas obras y proyectos que se lanzan, pero el direccionamiento de recursos es intermitente y en algunos casos inexistente. Hay mucho discurso y politiquería con el tema del renacer fronterizo, pero a la hora de la verdad no se termina pasando a nada concreto.