Modelo cubano o realismo | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Noviembre de 2011

* Venezuela lucha por el poder

* Quién manda: ¿Chávez o Diosdado?

 


En  Venezuela arrancó la campaña presidencial con el país dividido en bandos irreconciliables, gobiernistas y opositores. Se trata de uno de los países con mayores reservas de crudo del planeta, gobernado desde el 2 de febrero de 1999 por el comandante Hugo Chávez, quien después de haber participado en un sangriento golpe militar contra el gobernante demócrata Carlos Andrés Pérez, se rindió. Estuvo en prisión, siendo sorpresivamente amnistiado y liberado  por Rafael Caldera. Chávez aprovecha el tiempo tras las rejas, indaga sobre la realidad nacional, esos conocimientos y los informes de algunos profesores universitarios, lo convencen de la aventura  de iniciar una carrera política contra los partidos tradicionales, desprestigiados por escándalos de corrupción y agobiados por el malestar económico y quiebras de millares de empresas que dejó el ensayo del neoliberalismo salvaje  impulsado por el FMI. El comandante recorre los caminos de Venezuela, las grandes urbes y las pequeñas poblaciones, sin descuidar los campos. Por entonces no contaba con los medios de comunicación, ni una organización importante, su discurso parecía un tanto contradictorio entre nacionalista y populista. El aprendiz  callejero de brujo logró comunicarse con el pueblo  y presentarse como un campeón de la lucha contra la corrupción. La sorpresa: ganó las elecciones contra todos los partidos.
El comandante al asumir el poder mostró una rarísima  habilidad para ejercer el autoritarismo sin romper del todo con la democracia, siempre bailando en la cuerda floja, sea empuñando el látigo de la represión, la zanahoria de repartir las ganancias que deja el petróleo, de lo contrario la persecución, las multas multimillonarias y la hostilidad oficial declarada contra los que no comulgan con su agenda y caprichos políticos. Dejó postrados a los antiguos partidos y dividió a la izquierda, hasta conformar su propia fuerza gobiernista. Y decir gobierno en la vecina República Bolivariana de Venezuela significa tener una chequera abierta superior a la de Gadafi y otros déspotas internacionales. Consciente del poder de las chequeras, no sólo reparte recursos a manos llenas entre sus parciales, montañas de dinero se giran  al exterior que facilitan la llegada al poder de la izquierda, al punto que en nuestro continente apenas se salvan de su inmenso poder de penetración Chile y Colombia. Hasta el Brasil de Lula le debe aportes gigantescos cuando todavía Petrobras no había descubierto petróleo allí.
Se dice que el político que manejó con el duro puño cuartelero casi por una década a su antojo la agenda política venezolana está desgastado políticamente; la Nación que más recursos ha recibido en la última década, gastó parte de ellos en armas y en ganar simpatías frágiles en el exterior que dependen de la jugosa  chequera chavista o de ventas de petróleo subsidiadas. Lo que significa que en la práctica la industria privada está al borde del colapso. Mas eso no parece importarle al gobernante que tiene en la mente el modelo cubano de una población hambrienta y paupérrima, a la que se le domestica precisamente por el estado precario y el miserabilismo en el que  se ha debatido bajo el castrismo. Solamente que ahora Raúl Castro, para intentar detener la caída por inanición y frustración del régimen, ha resuelto reconocer la propiedad privada, venta y compra de inmuebles para nativos y extranjeros. Para muchos venezolanos el intento del gobierno de acabar con la industria privada y abolir la propiedad privada va en contravía de la apertura capitalista cubana, consideran que el comandante Chávez no se va a suicidar desatando una lucha a muerte por la defensa de sus bienes de gran parte de la población, por lo que estiman que podría desautorizar a Diosdado Cabello que impulsa esa ley, quien estaría empujando al gobierno al abismo.
En la actualidad Venezuela tiene oficialmente una población de 22.455.429 personas, que viven en 5 millones de viviendas. El Estado no ha ejecutado las que se comprometió a hacer en el pasado, por lo que pretende despojar a unos para beneficiar a otros. Sistema injusto y falaz, fracasado en todas partes del mundo donde se ha ensayado. Sería más positivo fomentar la ejecución de nuevas viviendas y ofrecer trabajo a los desocupados, que atentar contra la propiedad privada. Mientras tanto la oposición coordinada por Ramón Guillermo Aveledo, un político pensante y moderado, se compromete a tener un solo candidato para enfrentar al comandante Chávez en la próxima jornada electoral por el poder y el destino de Venezuela. Si la oposición mantiene la unidad monolítica tiene enormes posibilidades de alcanzar el gobierno. A sabiendas de que los órganos electorales están en manos del chavismo y cuenta con la más formidable maquinaria de propaganda oficial en los medios de comunicación que se despliega día a día para formar una opinión cautiva.