Obama, una estrategia coherente | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Abril de 2012

* Se mantiene Iniciativa Antidroga 2010

* No legaliza, despenaliza o descriminaliza

Ni legalización, ni represión absoluta, es el ajuste que ha aplicado la Administración Obama a la Iniciativa Contra el Uso de Drogas Ilícitas, emitida en 2010. Y así lo ha hecho, según ha dicho el zar antidrogas en la carta de presentación ante el Congreso, porque son ellos dos criterios “obsoletos” en la reducción práctica del fenómeno.

Legalización no, dice la Iniciativa completa, porque ello auspiciaría el consumo y el crimen. Represión absoluta tampoco porque el encarcelamiento de consumidores debe tomarse en una segunda instancia, tras la reincidencia y tratamientos alternativos, puesto que la adicción es, en primer lugar, una enfermedad cerebral al tiempo que un problema social.

En medio de esos dos polos la Administración Obama ha propuesto básicamente enfocarse en evitar que niños y jóvenes caigan en el circuito de consumo. Muy posiblemente un joven que ha llegado a los 20 años sin consumir no lo haga en el futuro. Y está demostrado, en Estados Unidos, que los muchachos entre 12 y 15 años son menos propensos a las drogas de lo que eran en las década de los sesenta y setenta. Es por tanto, en la prevención, donde se enfoca particularmente la estrategia.

De acuerdo con el presidente Obama alrededor de 193 mil millones de dólares pierde Estados Unidos por cuenta de la carencia de productividad, el crimen y la salud, por el uso de drogas. No solamente las ilícitas, dice la Iniciativa, sino también las lícitas cuando ellas están mal prescritas o se automedican. Este segundo aspecto, que en Estados Unidos causa alrededor de 20 mil muertes anuales, tiene también un enfoque particular en el ajuste de la Iniciativa. Lo mismo, por su parte, sobre las muertes por accidente de tránsito, que en un número superlativo son fruto de alcoholemias y alucinógenos.

La meta general de la Iniciativa Obama está en reducir el consumo de droga en un 15 por ciento entre 2010 y 2015, y así lo está logrando en los rangos de menor edad de la población, que es su objetivo central. Para ello la clave ha estado en la intervención temprana, es decir, en detectar rápidamente un joven con problemas de droga y aplicar toda la energía de médicos, sicólogos, profesores, familiares y autoridades policiales especializadas sobre él.

En cuanto a los consumidores crónicos, Obama ha dispuesto, desde 2010, una red de centros de tratamiento, de acuerdo con los tribunales. La idea no es despenalizar ni descriminalizar, sino que al consumidor se le da libertad condicional y se convierte en un subrogado penal bajo la obligatoriedad del tratamiento. En caso de reincidencia, va a prisión. Si el tratamiento es exitoso, sale libre y es un ciudadano renovado, siempre con base en ampliar los procedimientos de contención a la familia.

Si la Iniciativa contempla aquello por vía de la prevención y la salud, en cuanto a la aplicación de la ley, la coacción y la seguridad desarrolla varios ítems, entre ellos un tejido legal que se ha venido formulando por Estados y grupos sociales específicos. Mantiene y acrecienta la idea de la corresponsabilidad entre la lucha contra oferta y la demanda de drogas, y en cuanto a los países productores enfatiza las alianzas para la persecución y reducción del narcotráfico.

Colombia, en la Iniciativa, es tomada varias veces de ejemplo, tanto en cuanto exporta su experiencia en seguridad a varios países, entre ellos a Afganistán. De acuerdo con el documento, en los últimos años se ha presentado una baja en el uso y expansión de la cocaína en Estados Unidos, tanto en jóvenes como adultos. Igualmente han descendido los arrestos que han dado positivos en el uso de la coca al momento del crimen. Lo mismo que son menores los resultados cuando se han hechos exámenes en los lugares de trabajo. Todo ello ha sido parte, dice la Iniciativa, de las alianzas hechas con los países para reducir la producción.

El enfoque de Obama, aunque la meta sea moderada, señala un camino interesante. Mantiene la represión, pero abre un campo a la salud, sin legalización, despenalización o descriminalización. Por lo tanto, no hay viraje sino ajuste y énfasis en las políticas señaladas desde 2010.