* Los altibajos de la Agenda Interna
* Acelerar procesos de adecuación
Restan escasos siete días para que entre en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos. Si bien es cierto que el acuerdo fue suscrito a finales de 2006 y duró varios años en el congelador, ya que sólo en octubre del año pasado el Congreso norteamericano lo ratificó, era claro desde entonces que el pacto arrancaría en firme este 2012. Es más, con ese fin se aceleró llamada Agenda Interna y se fijaron más de 270 actividades y medidas interinstitucionales, parte de las cuales ya están culminadas, mientras que el grueso sigue en proceso y existe un retraso en alguna porción. Incluso, a comienzos de esta legislatura se presentó un paquete de proyectos de ley al Congreso sobre la implementación interna del TLC, las cuales fueron aprobadas en tiempo récord, a tal punto que terminaron siendo sancionadas en el marco de la Cumbre de las Américas en abril pasado en Cartagena, lo que permitió a los presidentes Santos y Obama anunciar que este 15 de mayo el pacto comercial entraría a regir.
Sin embargo, en las últimas semanas se han ido disparando con mayor frecuencia las alertas tempranas de varios sectores productivos en torno de su nivel de preparación ante el arranque del acuerdo. Frente a las mismas voces gubernamentales insisten en que la Agenda Interna está muy adelantada y que tras un proceso de maduración de más de ocho años (entre negociación, ratificación y puesta a punto del acuerdo), tanto en el nivel público como el privado existe un alto grado de alistamiento y contingencia frente a las implicaciones de esta apertura con nuestro primer socio económico, a tal punto que en el primer año el flujo comercial podría crecer por lo menos 25 por ciento. Es más, el propio Hernando José Gómez, el llamado “zar del TLC”, indicó días atrás a este diario que estamos mejor preparados que otros países de Centroamérica, Perú y México en el momento de entrar en vigencia sus respectivos acuerdos con Estados Unidos. Sin embargo, advirtió que existían algunas falencias, en especial “cuellos de botella” en instituciones que regulan el comercio exterior. Temas como los de control, infraestructura y vigilancia aduanera, portuaria, de medicamentos y fitosanitaria, concentran los trabajos más prioritarios para el Ejecutivo, al igual que los planes de cobertura para sectores ultrasensibles, en especial de la agroindustria.
En el sector privado si bien hay optimismo frente al arranque del TLC, las alertas tempranas no son pocas. En las últimas dos semanas este diario ha interrogado a los principales gremios de la producción sobre sus expectativas y preocupaciones al respecto. Mientras que sectores como el ganadero, lácteo y avícola señalan que los productores internos podrían ser gravemente perjudicados por las importaciones norteamericanas, y denuncian de paso la persistencia de una estructura de subvenciones directas e indirectas a productores estadounidenses, otros gremios de manufactura sostienen que están listos para competir y tienen ya un trabajo adelantado en materia de estudio de mercados, sinergias y socios estratégicos.
No obstante muchos voceros gremiales insisten en que hay deficiencias en infraestructura de transporte, y que algunos sectores sensibles no tienen plan B para afrontar mayores contingentes de oferta e importación. Otros alegan que no tuvieron recursos para adecuar sus estructuras de producción, comercialización y competitividad para aprovechar los beneficios arancelarios y las mayores cuotas de exportación. Quizá este último sea el mayor problema, pues se teme que durante el proceso de aprendizaje y adecuación a estas nuevas reglas del juego, un porcentaje de empresas y nichos de producción agrícola, comercial, industrial y de bienes y servicios no pueda mantener niveles de competitividad y rentabilidad suficientes.
Por ahora, lo importante es que el Gobierno y el sector privado aceleren la implementación de sus respectivos procesos y estar lo más listos posibles para el arranque del TLC. Hay nichos fuertes y débiles, y habrá que ayudar a estos últimos hasta donde sea posible. Lo peor que le podría pasar al país es que en unos pocos meses, como ahora pasa con el acuerdo comercial vigente con Canadá, en donde se denunció el incumplimiento de una norma clave aduanera, empiecen a aflorar deficiencias y anomalías en la implementación del pacto con Estados Unidos.
Lo cierto es que el TLC ya es una realidad y no hay opción distinta a “aprender haciendo” y corregir sobre la marcha.