Una amenaza creciente | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Mayo de 2021
  • Alarma por consumo de drogas sintéticas
  • Un mercado ilícito cada vez más complejo

 

 

La dimensión de la pandemia ha sido de tal magnitud que muchas otras problemáticas pasaron a un segundo plano y no porque su gravedad o implicaciones hayan disminuido. Como es apenas obvio tanto en Colombia como en una gran cantidad de naciones la prioridad en los últimos quince meses no ha sido otra que enfrentar la crisis sanitaria. Sin embargo, otros flagelos han seguido creciendo e incluso generado un escenario más preocupante debido a las circunstancias excepcionales derivadas del impacto global del coronavirus. De hecho, ahora que en no pocas partes del planeta se están empezando a multiplicar los cortes de cuentas sobre lo que ha sido y producido el covid-19 y sus coletazos a todo nivel desde comienzos de 2020, se prenden las alarmas sobre la persistencia y agravamiento de esas otras problemáticas prepandemia.

En nuestra edición dominical, por ejemplo, publicamos un informe sobre el aumento del consumo de drogas sintéticas o de diseño en Colombia. Varios de los datos confirmados por la Policía Antinarcóticos son alarmantes: en lo corrido de este año se ha incautado más de 32 mil dosis de estas drogas. Llama la atención, igualmente, que hay varias de estas sustancias ilegales que se empezaron a comercializar durante la emergencia que vive el país desde marzo del año pasado, sobre de la clase que técnicamente se denomina “catinonas sintéticas”. De hecho, a hoy se ha detectado ya 44 nuevas sustancias psicoactivas en el país.

Las autoridades reportan que el LSD, la “cocaína rosada” o “2C-B”, así como anfetaminas, éxtasis y benzodiacepinas encabezan la lista de decomisos. También se alertó sobre otras sustancias y compuestos químicos que son vendidos en el mercado negro, haciéndolos pasar por drogas ya conocidas. En otras palabras, los traficantes están hasta falsificando los estupefacientes. Incluso acuden a distintas combinaciones de productos y fórmulas moleculares para ‘rendir’ las drogas y tener más clientes y ganancias ilícitas. Por esta vía no solo aumenta la drogadicción, sino que el riesgo de muerte para el consumidor es mayor.

Por ejemplo, se han encontrado ya decenas de productos que pretenden emular los efectos de la cannabis natural (marihuana), es decir que entramos en la era de los cannabinoides sintéticos. El efecto de estos últimos es muy fuerte, lo que aumenta el riesgo de que la persona que los consume se esclavice más al vicio.

No menos llamativo resulta que ante el uso de las plataformas y redes sociales para la venta y compra de estas drogas, las autoridades han tenido que diseñar estrategias para detectar a los delincuentes, implementando una especie de “ciberpatrullaje”.

Aunque la marihuana, seguida de la cocaína, es la sustancia alucinógena más consumida en el país, las llamadas drogas sintéticas están ganando cada día más terreno. Por el momento hay posturas contradictorias en torno a si en esta circunstancia tienen alguna incidencia las cuarentenas y demás restricciones a la movilidad social implementadas desde el año pasado como fórmula para contener contagios y muertes por coronavirus (como sí ocurrió en fenómenos como los del incremento de la violencia intrafamiliar o los casos de depresión y ansiedad).

Lo cierto, en otro aspecto que preocupa, es que la aparición constante de nuevas sustancias psicoactivas en el mercado ilícito de las drogas dificulta la caracterización de los cuadros de síntomas de intoxicación y muerte por su consumo.

Como se ve, estamos ante una problemática muy grave que afecta principalmente a la juventud, como lo han evidenciado distintos estudios que señalan que a edades mayores la marihuana y la cocaína son las sustancias más consumidas, en tanto que estas drogas sintéticas o de diseño terminan siendo las más demandadas entre los adolescentes y personas alrededor de los treinta.

Es preciso, como se dijo al comienzo, que se evalúe con mayor eficacia el daño que están produciendo en Colombia este tipo de drogas. Su mercado ha ido creciendo año tras año y, de lejos, produce ganancias superiores al narcotráfico ‘tradicional’. Es evidente que muchos de estos productos vienen del extranjero y debe reforzarse la operatividad de las autoridades para detectar las redes y desmantelarlas.

Aunque no constituye ninguna novedad que se advierta que Colombia pasó de ser un país productor de estupefacientes a uno también consumidor, estamos ante un fenómeno aún más complicado por la creciente irrupción de más de estas drogas de diseño o sintéticas, como bien lo advierte la Policía.