Tras más de seis meses de racionamiento preventivo de agua en la capital del país y 11 municipios circundantes, el balance se puede catalogar de positivo. Por lo menos así lo indica la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), según la cual el ahorro logrado es de 7,3% en promedio, siendo Zipaquirá y la ciudad las más disciplinadas, en tanto Soacha y Gachancipá asoman como las que menos han disminuido su consumo.
También es claro que el sector no residencial está ahorrando en promedio más que el residencial, esto gracias al aporte de los usuarios de corte oficial, especial y comercial. Igualmente, llama la atención que los usuarios de estrato 6 y 5 son los que más hacen uso racional del preciado líquido, en tanto que los 1 y 2 están en la orilla contraria. En lo que hace a las localidades, las más juiciosas son Candelaria, Tunjuelito y Los Mártires, no así Usme, Puente Aranda y Kennedy.
En cuanto al nivel de los embalses, en cuyo aumento ha contribuido no solo el racionamiento preventivo (que ha tenido tres fases), sino las lluvias de las últimas semanas, ya ese indicador, en todo el sistema Chingaza, se encuentra por encima del 51%, cada vez más lejos del piso crítico del 36%.
Sin embargo, no hay que confiarse. Los expertos han señalado que para garantizar el suministro en lo que resta de este año (previendo que el invierno se extienda hasta la tercera semana de diciembre) y en la época seca del primer trimestre de 2025, ese nivel del sistema debe permanecer más allá del 60%.
Por lo mismo, es imperativo que el uso racional del agua y de la luz continúe siendo la premisa en el día a día de la ciudad-región. La última medición mostró un consumo promedio de 16,2 metros cúbicos por segundo, que es urgente reducir para que no haya necesidad de recortes más drásticos del vital líquido ni tampoco racionamientos eléctricos. Esto resulta aún más urgente, ya que el panorama del gas domiciliario, comercial, industrial y vehicular también tiene las alarmas prendidas por el riesgo de escasez, importación de emergencia e incluso cortes precautelativos.
Así las cosas, tanto para los bogotanos como los municipios de la capital del país el llamado es uno solo: más disciplina ciudadana, traducida en ahorro de servicios públicos, sobre todo ahora que, además, hay castigos tarifarios por aumentos en el consumo.