Construir un país sin hambre es el reto que siempre ha movilizado al Banco de Alimentos de Bogotá (BAB), que esta semana celebra sus 20 años y que gracias a la generosidad de miles de personas se ha convertido en uno de los referentes más importantes en seguridad alimentaria y la lucha contra el desperdicio del país.
Hoy, en medio de una de las crisis sanitarias más desafiantes a nivel mundial, el Banco de Alimentos de Bogotá en su Vigésimo Aniversario contabiliza más de 228 millones de kilos de alimentos entregados, superando todas las expectativas y a la vez alcanzando más claros y eficientes procesos, siempre garantizando a los donantes un manejo impecable y responsable de los recursos.
La misión del BAB, siempre ha estado centrada en articular esfuerzos para combatir el hambre. Esta misión, que se consolidó en el 2001 por iniciativa del Cardenal Pedro Rubiano y el apoyo de los empresarios Arturo Calle y Gonzalo Restrepo entre otros, ha asumido la responsabilidad de alimentar la esperanza de cientos de familias que viven en situación de vulnerabilidad. El Padre Daniel Saldarriaga Molina, director Ejecutivo fundó el Banco y desde entonces lo lidera, pero además inspira a todos aquellos que consideran que cualquier esfuerzo vale la pena para ayudar a los más necesitados.
El país enfrenta una batalla que une a los invisibles, a los vulnerables y a los indefensos. Esa misma cuyo silencio recoge la angustia de quienes la viven y la indiferencia de quienes la ignoran. Sin importar género, raza, idioma o nacionalidad, la lucha contra el hambre es una batalla de resistencia, pero también de esperanza. “En Colombia hay 12 millones de personas que viven en inseguridad alimentaria, pero que constantemente luchan por conseguir alimentos de vida”, asegura el Padre Daniel Saldarriaga Molina. Hoy más que nunca, la tarea del BAB es fundamental, para apoyar a miles de personas que se han visto golpeadas por los efectos del COVID y la crisis social que enfrenta el país.
El Banco de Alimentos de Bogotá lleva dos décadas garantizando que el acceso a los alimentos sea un derecho y no un privilegio. En el último año de la mano de 130 colaboradores, 1.413 voluntarios y 924 estudiantes de buen corazón, el BAB ha logrado no solo multiplicar esfuerzos gracias al entusiasmo de muchos, sino mover millones de kilos de alimentos para transformar diversas realidades. “Nada de esto sería posible sin la generosidad que a lo largo de 20 años ha unido al país entorno a las necesidades de los más vulnerables”, enfatiza el Padre Saldarriaga.