EL NUEVO SIGLO: ¿Cuál es la situación en la que están los parques nacionales de Colombia?
OMAR FRANCO: Colombia efectivamente logró cumplir la meta 2030 que acordó en la COP de Montreal (2022) respecto a declarar al menos un 30 % de su territorio marino y costero como áreas de conservación.
El país llegó al 37 % de su área marina declarada con alguna figura de conservación y al 31 % de su área continental en algún grado de declaración de área protegida o de conservación.
Sin embargo, lo que observamos es que se requiere que esas áreas declaradas de conservación tengan los elementos de gobernanza, gestión y garantía de conservación y para todos los efectos.
ENS: ¿Cuáles son los que están más en peligro y cuáles son las principales amenazas?
OF: En los últimos 10 años Colombia ha perdido más de 125.000 hectáreas de bosque natural en las áreas de parques nacionales naturales. Esto nos muestra hacia dónde dirigir nuestro modelo de desarrollo, entendiendo que áreas como Tinigua –en donde se deforestaron más de 42.000 hectáreas–, La Macarena –más de 25.000 hectáreas– y Chiribiquete –algo más de 9.000 hectáreas– son parques nacionales naturales de la Orinoquía que necesitamos conservar, porque en ellos se desplaza el agua que llega a la región Andina. La pérdida de esos bosques, de esa conectividad ecosistémica, comprometería de forma importante la sostenibilidad ambiental del país, en términos de la oferta hídrica de estas regiones.
Necesitamos que todo el país se comprometa con una meta, para que al 2030 haya cero deforestación en las parques nacionales naturales de Colombia.
Los recursos financieros de los parques nacionales naturales, el estudio de 2024 (presentado en la COP16) nos señala que, pese a que el presupuesto general de Parques Nacionales Naturales como entidad se ha incrementado en el último año cerca del 10 % dentro de lo designado al sector de ambiente, se destinan de esos recursos algo más de 1.15 dólares para hectárea de conservación y protección, pero para garantizar un cuidado y gestión de los parques se necesitan entre 5 y 8 dólares por hectárea, es decir, que no hay los recursos para garantizar de manera más fuerte la concentración de nuestras áreas protegidas.
Tenemos áreas protegidas con muchas dificultades en gobernanza; los parques amazónicos donde el conflicto armado se desarrolla; inclusive, hay funcionarios de Parques Nacionales que no pueden trabajar por temas de seguridad, porque estas áreas están a expensas de los grupos insurgentes.
Los modelos de aprovechamiento de esos territorios no pueden ser los tradicionales en ganadería, en cultivos, porque hay la posibilidad de seguir impactando ecosistemas. Tenemos que buscar aprovechar estos usos del suelo de otra manera, asociados a la bioeconomía y una cantidad de variables asociadas a la conservación, distintas a una explotación de un territorio que no tiene las características por su fragilidad ecosistémica, por sus condiciones de oferta hídrica y humedad, y porque no podemos garantizar que, aprovechando estos suelos de manera tradicional podamos tener unas condiciones de humedad en territorios como la zona Andina, que alojan algo más del 70 % de la población colombiana.
Es necesario un debate y un diálogo permanente constructivo para conservar y proteger nuestros bosques. Adicionalmente, los parques marinos tienen dificultades en términos de especies invasoras, particularmente el pez león (de uno a seis millones en los mares), comprometiendo la biodiversidad que está allí en ese territorio.
En los páramos de alta montaña hay una especie invasora, el retamo espinoso, que se sale de control y está comprometiendo nuestra vegetación; esto supera las capacidades logísticas de la dirección de Parques Nacionales.
ENS: ¿Cómo está hoy el Parque Nacional Serranía del Chiribiquete?
OF: Hay un informe en el que estamos reportando que entre la Orinoquía y la Amazonía se están identificando más de 1.380 kilómetros de carreteras sin ningún tipo de planificación. La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, del doctor Rodrigo Botero, es la que nos arroja este dato. Ya se ven accesos hacia los parques, en este caso Chiribiquete, de manera importante, que están sirviendo básicamente para el tráfico de minería ilegal entre Perú, Colombia y Brasil.
De acuerdo con el último reporte de cultivos ilícitos, en Colombia, de 253.000 hectáreas de coca, en las áreas protegidas se alojan más o menos el 4 % de esos cultivos ilícitos, es decir, que se registran cultivos ilícitos en parques nacionales, lo cual compromete nuestra biodiversidad, comunidades, áreas protegidas.
ENS: La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, se ha referido a la minería ilegal y habla de una transición a la formalización. ¿Cómo podría darse esta?, ¿cuáles serían las implicaciones que tendría en los ecosistemas de los parques y específicamente en el Chiribiquete?
OF: Lo importante aquí es poder llegar a un acuerdo. Y antes de cualquier consideración normativa, la invitación es que se tiene que estructurar cualquier norma, proyectos o actividades; deben conciliarse y ser construidas con la realidad de los territorios, que tengamos la lectura estructurada de los actores con los cuales estamos discutiendo.
Las transiciones no pueden ser decididas unilateralmente y en una temporalidad definida por quien desarrolla la política o la norma, tenemos que construir una transición con la mano de la gente, pero no puede ser impuesta, porque al final terminan los ecosistemas deteriorados, cuando lo que necesitamos es que estos bosques y áreas protegidas se conviertan en los amigos del desarrollo.
ENS: En la COP se ha hablado de la necesidad de entender la conexidad de los nodos ecosistémicos, en este caso del Chiribiquete, con otras zonas protegidas de la región. ¿Cómo se puede explicar eso al ciudadano promedio?
OF: Es importante advertir que la gente tiene que empezar a construir un escenario de análisis asociado. Los parques nacionales no están rodeados de una cerca: la fauna, la flora, la biodiversidad que está allí, no obedece el límite, no les podemos poner rejas, aquí tenemos que preservar entre todos la conectividad ecosistémica [...] se necesita para garantizar la supervivencia de estas especies.
ENS: Colombia ha sido eficiente en conseguir financiación, especialmente para los parques nacionales. Si bien es cierto hay conexidad entre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, ¿cómo podría evitarse que la financiación para uno y para el otro fenómeno se termine confundiendo?
OF: Lo que no podemos es ver las cosas separadas. Hay que entender que el cambio climático es un fenómeno global que tiene unos efectos incalculables sobre la diversidad [...] lo que queremos es buscar los recursos para garantizar que la conservación sea efectiva, eficiente, y que a través de esta conservación logremos garantizar al menos la adaptación de todos.
Hay que buscar cómo logramos reducir los efectos y garantizar un principio de adaptación y la conservación, porque no sirve seguir declarando áreas protegidas si no garantizamos su conectividad, su conservación, protección y manejo.
ENS: ¿Está Colombia preparada para proteger sus recursos genéticos y explorar de manera responsable la bioeconomía?
OF: La pretensión del país es poder garantizar que en esta COP haya la posibilidad de una distribución equitativa de los beneficios que genera este tipo de bioeconomía. Invito al Estado colombiano a crear una agenda de investigación, construida con la academia, con la ciencia; con estos elementos, a futuro Colombia puede llegar a representar ser la potencia más fuerte en el planeta con los países amazónicos.
Ello permite reconocer, saber qué pasa con nuestras especies, en qué condiciones están, cómo podemos aprovechar sosteniblemente estos recursos, de manera que podamos generar paquetes tecnológicos.
ENS: ¿Qué debe salir de esta COP puntualmente en cuestión de protección de parques nacionales naturales?
OF: Los parques nacionales deben ser el propósito de todos, de construcción; es una gran alianza nacional de cómo a través de la institucionalidad garantizamos el pasaporte a la vida, a las nuevas generaciones que tengan tranquilidad y que que logremos la mayor capacidad de negociación para que, de alguna forma, la agenda de biodiversidad del planeta enrute un camino mucho más eficaz en las medidas.