Una genialidad del prodigio Arda Guler en forma de misil a la escuadra terminó con las esperanzas de Georgia (3-1), este lunes en Dortmund, el colofón perfecto para la fiesta turca en la Eurocopa de Alemania, toda una reivindicación de que es el 'segundo anfitrión' del torneo.
A los 19 años Arda Guler llegaba como benjamín del Real Madrid campeón de Europa, en una primera temporada en la que dejó una estadística premonitoria de lo que ocurrió este martes: marcó en sus seis primeros disparos en Liga.
"Hablamos de un chico que lleva más goles que minutos jugados y eso sólo puede ser un don", decía en mayo su técnico Carlo Ancelotti.
La marea roja cubrió la fortaleza amarilla del Borussia Dortmund, bengalas y decibelios para empujar a una selección turca que jugó como en casa.
Con más de tres millones de personas de origen turco en suelo alemán, el BVB Stadion -bautizado así durante la competición- y sus 62.000 plazas, se quedó muy pequeño.
Los privilegiados que lograron entradas no defraudaron. El mítico 'Muro Amarillo', el fondo casi vertical con los espectadores de pie, santo y seña del Dortmund, se tiñó de rojo, con banderas nacionales al viento y bengalas que iluminaban una tarde lluviosa.
También se hicieron notar desde el otro fondo los miles de georgianos, con la 'bandera de las cinco cruces', que siguieron el debut de su país en una Eurocopa.
En el césped, dos selecciones de la Europa 'periférica' pero con argumentos para pelear contra cualquiera.
Los turcos, agresivos y rápidos en la circulación al ritmo marcado por Hakan Çalhanoglu, timón del Inter de Milán campeón de Italia.
Su misión, dejar en condiciones de desequilibrar a las dos perlas nacidas en 2005; en la derecha Arda Guler y en la izquierda Kenan Yildiz, ya importante en la Juventus.
Tras tantear al equipo georgiano, que no tembló en su estreno en un gran torneo, el lateral derecho Mert Muldur enganchó una volea imperial a la escuadra del portero del Valencia Giorgi Mamardashvili (24).
No habían terminado de saltar los hinchas y con las bengalas todavía encendidas cuando Yildiz hizo el 2-0 culminando un contraataque.
Se multiplicó la celebración durante un par de minutos hasta que el árbitro argentino Facundo Tello fue avisado de que el VAR anulaba la acción por fuera de juego.
Georgia, sin complejos, no se achantó y reaccionó con el empate: A Giorgi Kochorashvili se le encendió la bombilla por la derecha y su centro al primer palo lo convirtió Georges Mikautadze (31), reputado goleador del Metz francés.
El intercambio de golpes continuó en la segunda parte. A cara descubierta, los dos equipos se lanzaron a por la victoria sin ninguna precaución.
Çalhanoglu metió un zapatazo en una falta lejana y se topó con el brazo firme de Mamardashvili (57).
Por los georgianos, con más metros por delante, casi todo dependía de las conducciones del talento del Nápoles Khvicha Kvaratskhelia, ahogado por el batallón de defensas rojos que salían a su paso.
Pero era la gran noche de Arda Guler, despedido por sus compatriotas en pie cuando fue sustituido en el minuto 79.
Con el arquero georgiano intentando rematar un córner, Kerem Akturkoglu se apuntó el tercero a portería vacía (90+7).