Conferencia de Múnich: abrebocas a un mundo multipolar y peligroso | El Nuevo Siglo
LA vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, pronuncia su discurso durante la inauguración de la 60ᵃ Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) en el hotel Bayerischer Hof de Múnich, sur de Alemania. / AFP
Sábado, 17 de Febrero de 2024
Pablo Uribe Ruan*

En 2020, Chris Murphy, un senador demócrata por el estado de Connecticut, decidió reunirse con el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammed Javad Zarif, en la Conferencia de Seguridad en Múnich (CSM), Alemania. “Es peligroso no hablar con tus enemigos”, dijo, desafiando al gobierno de Donald Trump, que había decidido bloquear todos los canales de comunicación con Teherán, por incumplir los acuerdos nucleares y representar la mayor amenaza –con Corea del Norte y China– para el orden mundial.

El episodio entre Murphy y Javad mostró lo que, desde 1963, ha buscado la Conferencia de Seguridad de Múnich, también conocida como “el Davos de Seguridad”: reunir, fuera de los foros occidentales o de la Organización de Naciones Unidas (ONU), a generales, jefes de inteligencia y altos diplomáticos, y lograr que hablen sobre los desafíos globales en materia de seguridad.

La CSM comenzó en ese año como un foro sobre tradiciones militares. Tras el final de la guerra fría, empezó a invitar a antiguos enemigos y planteó una nueva agenda que iba más allá de los asuntos militares con asuntos como el cambio climático y la migración. Ahora parece que había vuelto a sus raíces.

Bloqueo

En la edición de este año, que empezó el jueves y termina este domingo, la conferencia mostró una faceta distinta, por las guerras del momento en Ucrania y Gaza. Los organizadores decidieron no invitar a Rusia, Irán y otros países.

“Nadie puede esperar que ofrezcamos a Lavrov, que es básicamente el portavoz de Putin, un foro para su propaganda”, declaró el presidente de la CSM, Christoph Heusgen.

No todos estuvieron de acuerdo con Heusgen. Ante una creciente tensión geopolítica, su antecesor en la dirección de la CSM, Wolfgang Ischinger, ha calificado de “pena” el bloqueo a Moscú para participar en la conferencia. “Siempre he pensado que la conferencia era una plataforma importante para hablar informalmente con adversarios difíciles, países con los que nuestros contactos oficiales eran escasos o no existían en absoluto”, dijo.

El debate sobre la ausencia de Rusia tomó más fuerza cuando se conoció, en medio de la conferencia, que el opositor ruso Alexei Navalni había muerto en prisión. “A veces hay que trazar una línea en la arena con los criminales de guerra y dejarles claro que no forman parte del club”, dijo uno de los generales asistentes.

Pese a los crímenes de guerra cometidos por Rusia y el expansionismo territorial promovido por Putin, otros sectores han criticado la CSM por convertirse en una especie de Foro Internacional de Seguridad de Hallifax (Canadá), una convocatoria sobre seguridad en Estados Unidos que congrega a todo el mundo occidental y poca presencia de otras regiones del mundo.

Sea cierto o no, muchos también esperaban que la CSM se convirtiera en un eventual espacio para negociar con Putin un cese al fuego en Ucrania.

Nuevo orden mundial

Durante décadas, la CSM invitó a numerosos países, independientemente de si estaban o no en guerra o habían invadido otro país. Muchos recuerdan la edición de 2007, cuando Vladimir Putin, con pelo todavía y más delgado, dio un discurso sentenciando el fin del orden mundial de la Guerra Fría, luego de que sus tropas invadieran la república de Georgia. Por primera vez, el presidente ruso planteaba una lectura del mundo bipolar o multipolar.

Diecisiete años después, el sueño de Putin parece haberse materializado. Occidente está en guerra contra Rusia por la invasión a Ucrania. Moscú se ha visto obligado a construir un nuevo eje de aliados que va desde Turquía, Irán y Siria hasta Corea del Norte y, eventualmente, China. Todos comparten un régimen de valores como la defensa de la autocracia como modelo de gobierno y un desinterés por las instituciones liberales (congreso y cortes), que se oponen a los objetivos globales de Estados Unidos y la Europa occidental.

Este nuevo orden mundial, que algunos llaman multipolar, representa un enorme desafío para Estados Unidos, el hegemón durante décadas de un orden basado en las instituciones multilaterales fundadas por Washington tras la Segunda Guerra Mundial.

A primera hora del viernes, la vicepresidente Kamala Harris planteó “si a Estados Unidos le interesa seguir comprometiéndose con el mundo o replegarse sobre sí mismo. Si nos interesa defender reglas y normas antiguas que han proporcionado una paz y una prosperidad sin precedentes, o permitir que sean pisoteadas”. “Permítanme ser clara: esa visión del mundo es peligrosa, desestabilizadora y, de hecho, corta de miras. Esa visión debilitaría a Estados Unidos y socavaría la estabilidad y la prosperidad mundiales”, concluyó.

Los interrogantes que invocó Harris son de extrema importancia para la seguridad internacional. Con un aumento de los conflictos entre países y las dictaduras, el rol de Washington en el mundo exige una valoración mucho más activa y exigente con países que coquetean con la autocracia o la militarización, afectando la paz mundial.

Aplaudiendo las ventajas de la multipolaridad, como un modelo “que balancea las dinámicas de poder”, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que la transición que está teniendo el mundo de un orden unipolar-bipolar a uno multipolar puede representar una amenaza para la seguridad mundial. “Una transición a la multipolaridad sin instituciones mundiales fuertes puede crear el caos. Cuando las relaciones de poder son imprecisas, aumentan los peligros del oportunismo agresivo y de los errores de cálculo”, dijo Guterres.

En el informe de la Conferencia de Seguridad de Múnich 2024 se describe igualmente este nuevo orden mundial y sus amenazas, estimulando el debate sobre cómo los Estados deben empezar a acomodarse y actuar estratégicamente. “Se deben preparar para un entorno geopolítico mucho más competitivo, en el que es inevitable pensar en ganancias relativas, y reavivar el tipo de cooperación sin la cual difícilmente pueden alcanzarse un crecimiento mundial más integrador y soluciones a los acuciantes problemas mundiales”, dice el escrito.

Ha llegado la hora de pensar en otro mundo y sus desafíos en materia de seguridad.

Pacto democrático

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, asistió en persona a la conferencia, en donde reiteró: “La realidad hoy es que estamos al borde de la extinción”, y pidió “un pacto democrático. Tanto África como América del Sur tienen el mayor potencial en energías limpias del planeta. En el pasado hemos sido testigos del saqueo del petróleo. Hoy podemos hacer un pacto”. “¿Por qué no nos hacen caso?”, preguntó Petro. “Porque tienen más aviones: barbarie. Más votos son democracia, civilización y humanidad”.