ES UN HECHO comprobado y escrito en numerosas historias que el alma capaz de la mayor bondad es asimismo capaz de la perversidad más grande. Venezuela es un reflejo de ello. Gobernada por una doctrina socialista que buscaba favorecer a los más necesitados, se convirtió en un país dominado por cúpula belicosa y privilegiada, enferma por seguir en el poder, pase lo que pase.
La realidad de Venezuela es inexplicable, lo que demuestra su grado de perversidad. En lo social, en lo cultural -hasta Dudamel botó la toalla-, en lo económico, todo lo que está pasando es una mezcla de complicidad y voluntad de un régimen que, sabe, conoce y acuerda, que ahondar en lo males que aquejan al país es la única forma de mantenerse en el poder.
Dando mazo
Unos días antes de que Hugo Chávez muriera, en 2013, Fidel Castro, dicen, concluyó Nicolás Maduro debía ser el Presidente, pese a que, furioso desde los cuarteles, Diosdado Cabello gritaba a los cuatro vientos que era el sucesor por línea directa.
La decisión de Castro conllevó a que, de ser un gobierno democrático (garantizó las elecciones), se convirtiera en un régimen gobernado por dos: Maduro y Cabello. El segundo al mando, Cabello, cuatros años después gobierna y toma decisiones perversas, ventajosas y antidemocráticas, como la de esta semana.
En el pleno de la Asamblea Nacional Constituyente -un invento suyo, y, de los cubanos-Cabello propuso celebrar las elecciones parlamentarias el mismo día de las presidenciales, 22 de abril, dando, según algunos opositores, “el golpe final” de una dictadura en su etapa de consolidación.
Las parlamentarias, como las presidenciales, están previstas para otra fecha distinta a la que planean los chavistas. Por ley, esta elecciones deben celebrarse en diciembre de 2020, dos años y nueves meses después de la propuesta de Cabello, un perverso tomador de decisiones.
Usando una retórica incendiaria, algo común, de parte y parte en Venezuela, Nicolás Maduro compartió la iniciativa de su segundo y dijo que le pedirá a la Constituyente “adelantar las elecciones para renovar todos los poderes y dedicarnos únicamente a trabajar”.
La propuesta también incluye la renovación integral de los Consejos Legislativos, Municipales y, por supuesto, del Parlamento. En total, se elegirían más de 2.5000 cargos, para así despejar “4 años para dedicarnos a trabajar exclusivamente por la prosperidad del país”, dijo el mismo Maduro, que no pasa de un 75% de favorabilidad, pese a una política ineficiente de susidios, mantenida.
¿Golpe final?
Las dictaduras suelen imponerse cuando llegan al poder: de tajo, sin dilaciones. Pero en Venezuela existió un interés por guardar las formas democráticas, así fuera simple apariencia institucional.
Luego de 20 años de chavismo, el régimen enfrenta su peor crisis. La solución, por tanto, ha sido acelerar el proceso anti-democrático, priorizando el totalitarismo y el aislacionismo.
El posible adelanto de las parlamentarias y la falta de garantías democráticas en las presidenciales, demuestra que la aniquilación del estado de derecho es el siguiente paso de los chavistas. Algunos dicen que este paso ya se dio, tras la imposición de la Constituyente y las decisiones que se han tomado en este escenario, carente de toda legitimidad.
La mayoría de opositores, sin embargo, esperaban que Maduro fuera vencido en las presidenciales de finales de este año, pese a la Constituyente. Tras el adelanto de las elecciones, esta posibilidad quedó desvirtuada, dada la inconstitucionalidad y el posible fraude que conlleva esta opción.
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), poder al servicio del chavismo, no se opuso al adelanto de las elecciones, demostrando la falta de objetividad de sus decisiones. Un año antes, cuando la oposición propuso modificar el periodo presidencial mediante enmienda constitucional, dijo que los “mandatos electoral no pueden terminarse por mecanismos no electorales”. Entonces, la oposición propuso el revocatorio, y tampoco lo aprobó.
Este año, desconociendo su misma jurisprudencia, el Tribunal ahora aprueba el adelanto de las elecciones y así permite que un cargo de elección popular, como el de parlamentario, se pueda modificar.
Con esta aprobación, el régimen chavista consolida un modelo abiertamente dictatorial. Eliminando la Asamblea Nacional, el único poder en su contra, ya no tendría opositores, ni órganos que la hagan contrapeso. Es el paso final hacia el totalitarismo.
Dilema opositor
El miércoles la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció que no participará en las elecciones presidenciales, por ser fraudulentas e inconstitucionales. Otros partidos, como Primero Justicia y Voluntad Popular, que antes estaban en la MUD, también anunciaron lo mismo. Esta decisión, sin embargo, implica dos retos, que aún no han sido definidos.
Marginarse de las elecciones requiere una estrategia paralela. Aún no es claro si la oposición tiene una postura de “abstención pasiva o activa, si conlleva un nuevo incremento de la protesta en la calle o de la conflictividad con el gobierno”, le dijo el consultor político Oswaldo Ramírez, a la AFP.
Las declaraciones de los distintos líderes opositores demuestran que el camino es el activísimo paralelo, que, como ocurrió a mediados de 2017, implica activar a la gente en diferentes frentes: calle, política, economía.
Esta posibilidad, sin embargo, es difícil, si se tiene en cuenta que el venezolano del común quedó decepcionado en 2017, tras la decisión de una parte de la oposición de participar en las elecciones regionales, sin tener en cuenta los 125 muertos en el marco de las marchas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Además del desánimo, la oposición tiene otro reto, aún más complejo. Como ha pasado en otras ocasiones, algunos sectores opositores insisten en que van a participar en las elecciones, unos, por su visión religiosa, otros, por su hambre electoral.
Exmilitar y exgobernador de Lara, Henry Falcón no ha desechado la posibilidad de ser parte de estas elecciones. La MUD le insiste que el camino es la abstención, pero él, como una vez dijo el año pasado “si nosotros participamos de verdad, sin complejos, la ineptitud de este gobierno que nos condujo a esta tragedia nacional será derrotada”
Sin dudarlo, el pastor evangélico, Javier Bertucci, sigue en su campaña presidencial, para que la gente elija un líder, como él se califica, “que pueda conectar con ellos y que tenga historial social. Todos esos requisitos los lleno”.
Si Bertucci y Falcón participan, contribuirán al “golpe final”, como lo han catalogado los expertos.