El camino para transformar Argentina con una serie de medidas presentadas en el Congreso no está siendo fácil para Javier Milei. Esta semana, un bloque amorfo y diverso de partidos ha bloqueado el decreto de necesidad y urgencia (DNU) y la ley ómnibus, que son las dos apuestas principales del presidente derechista para implantar un cambio radical y rápido, sustentado en nuevas leyes que respalden institucionalmente su proyecto libertario.
Mientras adelantaba una gira en Israel, donde acudió al Muro de los Lamentos y mostró una especial sintonía con el pueblo judío, Milei y su gobierno han vivido una semana tensa en Buenos Aires con bloqueos en el Congreso y las calles.
Los partidos opositores se han unido con algunos sectores del PRO (partido del expresidente Mauricio Macri) que, por diversos motivos, no han permitido que avance el estudio y votación del DNU y la ómnibus. Los sindicalistas, al mismo tiempo, han activado a “los piqueteros” con sus cantos peronistas y sus barras bravas (sí, las de fútbol) frente al Congreso, en jornadas continuas de protesta que recuerdan levemente las imágenes del 2001 en el famoso “corralito”.
O, al menos, eso es lo que quieren mostrar los opositores: que la policía, facha, persigue al pueblo oprimido con hambre.
Las medidas
El proyecto libertario depende de la ley ómnibus –también conocida como Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos–, que agrupa 664 artículos con los que busca reformar la economía, la situación fiscal, las instituciones, la salud, la seguridad, la política y las instituciones.
La apuesta es transformar un paquidérmico Estado incapaz e inefectivo, captado por los intereses de la política y el empresariado corporativista. A todos ellos, sin distingo, Javier Milei los llama “la casta”, la “maldita casta”, que domina Argentina en todos sus escenarios del poder.
Advertido por Mauricio Macri y por la misma experiencia del país, Milei presentó la ley ómnibus ante el Congreso en diciembre, pocos días después de su posesión. La urgencia manifiesta del cambio requiere su rápida aprobación, lo que el Congreso ha leído como una oportunidad para aterrizar a Milei en el campo de la política y las transacciones que se derivan de ella.
Según “Clarín”, la ley ómnibus ha logrado la aprobación general en la Cámara de Diputados tras varios cambios al texto original. Los libertarios con sus aliados (el macrismo y partidos minoritarios) lograron aprobar la declaración de la emergencia pública en materia económica, financiera, de seguridad, tarifaria, energética y administrativa hasta el 31 de diciembre de 2024, con posibilidad de ser prorrogada. En otros frentes, sin embargo, no han podido avanzar. Uno de ellos es el manejo de los fondos fiduciarios, donde confluyen varios intereses corporativistas o de la casta, así como el texto que busca cambiar el sistema electoral y de los partidos políticos.
Pasado dos meses, el oficialismo de Milei en el Congreso ha logrado avanzar en la ley ómnibus, pero no como hubiese querido. “El Ejecutivo consiguió que se apruebe su dictamen. Es una victoria. O, como diría el vicealmirante O’Connor, una modesta victoria. La consiguió gracias a una oposición que colabora con él y, al mismo tiempo, lo condiciona. Sin ella, la ley se hubiera hundido. Es decir, el Gobierno hubiera quedado desprovisto de herramientas indispensables para ejecutar su plan fiscal”, escribe el analista Carlos Pagni en “La Nación”.
Ha llegado entonces el momento en que Milei se encuentra con la política, ya no la de plazas públicas e ideas, sino la de cálculo y transacciones, que muchas veces termina siendo la real.
El presidente libertario no cuenta con los votos suficientes para aprobar las leyes y tendrá que ceder frente a algunos partidos que son considerados como de centro, a los que Carlos Pagni llama el “centrao” argentino, en referencia a la experiencia que tuvo Jair Bolsonaro con esa tendencia política y su difícil pero provechoso diálogo para aprobar las reformas que propuso durante su mandato.
La metamorfosis
La posición del presidente sigue siendo la misma: con la casta, que tiene tentáculos en ese centro argentino, nada. Pero inevitablemente tendrá que hablar con ella o, mejor, cogobernar para sacar adelante su proyecto liberal. Lo que requiere, prematuramente, el inicio de una metamorfosis de ideólogo libertario a político argentino, que es una figura marcada por un alto nivel de paciencia y negociación, algo que poco se le da a Milei.
No parece tan claro que esa transformación del presidente libertario esté empezando o se vaya a dar. En cambio, los comedores sociales cada vez se llenan más de familias que no pueden alimentarse dos veces al día por la hiperinflación, que ya llega a 211,4 % (cifra de diciembre).
Atenta, la oposición convocó toda esta semana a sus bases para marchar contra la ley ómnibus, las reformas liberales y, en general, contra el hambre, que irónicamente ha sido causada por los gobiernos que han votado.
La gigantesca estructura de sindicatos y “piqueteros” ha salido a manifestarse toda esta semana, con una puesta en escena simbólica de banderas de diferentes sindicatos, cantos peronistas y una carga violenta contra la Policía, con más de 30 detenidos. La calle es una de sus principales armas, pues siempre ha dicho que le pertenece, como el pueblo, ese pueblo que se manifestó con ferocidad contra Antonio de la Rúa en 2001 y la política del gradualismo que intentó Mauricio Macri. Pero no es la única arma: los sindicalistas corporativistas y los empresarios del régimen tienen poder en todo lado, en las provincias, en las instituciones, en todo lado.
Las manifestaciones, sin embargo, no han sido masivas. Hasta ahora la oposición comienza a organizarse, esperando que el proyecto liberal fracase en el Congreso y pierda apoyo popular.
Mientras, Milei vive en medio de dos flancos. Uno de ellos le pide que inicie la metamorfosis de ideólogo a político argentino. Otro, que siga al pie de la letra el manual libertario de Vanegas Lynch.