Evitan 'autogol' judicial para liberar a Lula | El Nuevo Siglo
AFP
Domingo, 8 de Julio de 2018
Redacción internacional con AFP
Un juez de corte de apelaciones había acogido habeas corpus y ordenó la excarcelación del expresidente, que rápidamente fue frenada por otro de sus “coequiperos” judiciales

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EL país sudamericano futbolístico por excelencia, Brasil, vivió ayer varias horas de zozobra, tras el sorpresivo “autogol” que quiso “marcar” una de sus autoridades judiciales y que tenía como fin dejar libre inmediatamente al expresidente Luis Inácio Lula da Silva, pero que fue atajado por otro de sus coequiperos judiciales.

En fuera de lugar quedaron los brasileños al conocer hacia el medio día que un magistrado había ordenado la liberación de Lula, en una jugada político-judicial que tiene tanto de extraña como de confusa y que, en medio de este ambiente mundialista y en el argot futbolístico requerirá del VAR de la cúpula judicial para aclararla.

Mientras los brasileños eran sacudidos por la noticia, otro magistrado, del mismo equipo del que había suscrito la medida a favor del expresidente, y que tienen a su cargo la investigación Lava Jato, dio orden en contrario, evitando así que las puertas de la libertad le fueran abiertas a Lula da Silva y generando, como era de esperarse, un escándalo al interior de la rama judicial.

"Determino que la autoridad coautora" de la orden y la Policía Federal "se abstengan de practicar cualquier acto que modifique la decisión colegiada" del tribunal, escribió en su despacho el juez Joao Pedro Gebran Neto, encargado de la operación anticorrupción Lava Jato en el tribunal TRF4 de Porto Alegre.

Por su parte, el presidente de un tribunal de apelaciones de Brasil determinó que el expresidente deberá volver a prisión después de la confusión generada por las órdenes y contraórdenes para la liberación del exmandatario.

"Determino el retorno de los autos al gabinete del juez João Pedro Gebran Neto, así como la manutención de la decisión proferida por él" de que Lula siga en la cárcel, señaló en un despacho Carlos Eduardo Thompson Flores, el presidente del TRF4 de Porto Alegre (sur), el tribunal que ratificó la condena en primera instancia de Lula en enero.

Previamente, el juez de guardia de esa corte de apelaciones había expedido la orden para liberar a Lula, de 72 años, que desde el 7 de abril cumple una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero en la sede de la Policía Federal de Curitiba y quien es el favorito, según las encuestas, para la elección presidencial de octubre.

Esa orden, que tomó por sorpresa a todo el mundo, estipulaba que la liberación de Lula debía tener lugar en "régimen de urgencia, en el día de hoy".

La decisión del juez de guardia Rogério Favreto del TRF4, la corte de apelaciones que aumentó de nueve años y medio a 12 años y un mes la pena de cárcel para el expresidente (2003-2010), aceptaba una demanda de Habeas Corpus presentada el viernes por varios diputados del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).

Y argumentaba que su encarcelamiento, "ilegal e inconstitucional", no podía restringir los derechos políticos ni los "actos inherentes a la condición de precandidato" de Lula.

Inmediatamente después de esa orden, y pese a estar oficialmente de vacaciones, el juez de primera instancia Sergio Moro, el que condenó a Lula en julio de 2017, afirmó que Favreto carecía de competencia para ordenar la liberación y pidió formalmente al juez Joao Pedro Gebran Neto, "el relator natural del caso", que tomara cartas en el asunto para "revocar" la medida.

"El juez federal de guardia, con todo el respeto, es una autoridad absolutamente incompetente para sobreponerse a la decisión del colegiado" del TRF4 y también "del plenario del Supremo Tribunal Federal", que ya negó la liberación de Lula recientemente, adujo Moro en su despacho.

 

La Fiscalía General también pidió a la corte de apelaciones suspender la concesión del Habeas Corpus por considerar que el juez Favreto no tiene competencia para liberar a Lula y que no hubo ningún acto "ilegal" en la orden de prisión decretada por Moro.

"¡Lula libre!"

"¡Lula libre ahora!" se podía leer en la cuenta de Twitter del exmandatario poco después de que se publicara la orden de liberación.

Los mensajes de júbilo de figuras destacadas del PT pasaron a ser de descalificación de los jueces una vez suspendida la orden.

"Gebran, el relator de vacaciones, que no está de guardia y por tanto no tiene autoridad para determinar cualquier acción judicial, en colusión con la Policía Federal, quiere mantener a Lula preso. ¡Rotas las garantías constitucionales y de derecho! ¡Todos a Curitiba, todos a las calles!", proclamó en Twitter la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, en Twitter.

"La decisión judicial precisa ser obedecida, aunque contraríe la posición del juez federal de Paraná (Sergio Moro) que oficialmente está de vacaciones y no podría manifestarse", dijo, de su lado, la expresidenta Dilma Rousseff, destituida en 2016.

Unos 500 manifestantes se habían concentrado con banderas de "Lula libre" a las puertas de la sede policial en Curitiba, observó un fotógrafo de la AFP.

Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en el litoral paulista ofrecido por la constructora OAS, a cambio de mediaciones para obtener contratos en Petrobras.

El expresidente, imputado en otros seis casos, niega que ese apartamento sea suyo y considera su condena parte de un complot de las élites para que no pueda volver al poder.

Aunque hubiera sido liberado, la candidatura de Lula debería ser invalidada por el tribunal electoral al estar condenado en segunda instancia, según la ley brasileña.

Lula lidera todas las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre, con un tercio de las intenciones de voto, pero como reseñamos su candidatura es inviable.

Entre  la euforia que desató en sus seguidores la orden de libertad y la indignación entre sus detractores que luego mutaron a emociones en contrario, es decir  a fuertes críticas a los jueces del Lava Jato por revocar la medida y a una mayoritaria tranquilidad ciudadana, los brasileños vivieron ayer casi tres horas de tensión. Una tensión comparable con la que viven los hinchas de los equipos que definen su clasificación en la lotería de los penaltis en el Mundial de fútbol