"Hay bases para una democracia de verdad en Nicaragua": Belli | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Sábado, 7 de Julio de 2018
Daniel Salgar*

GIOCONDA Belli (Managua, 1948) pertenece a los llamados sandinistas históricos en Nicaragua. Los que protagonizaron la revolución que en 1979 acabó con la dictadura de Anastasio Somoza, llevó a la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al poder y a Daniel Ortega a la presidencia.  Desde el 18 de abril, han muerto más de 300 personas en Nicaragua. La brutal represión cocinando a fuego lento las condiciones para el escenario de hoy: una oposición que, a diferencia de la revolución sandinista, protesta sin armas.

Usted luchó junto a Daniel Ortega y Rosario Murillo durante la revolución. ¿Qué tiene que ver esa pareja que hoy está en el poder con la que usted conoció?

Estamos frente a un hombre que ha tenido poder durante muchísimo tiempo, que no tiene idea de cómo existir sin eso. Ella, una mujer que ha sabido llevar a ese hombre al poder y ha sido instrumental con todo el rediseño del Frente Sandinista, su conversión al catolicismo, sus colores distintos. Ella hizo una reingeniería del sandinismo, lo convirtió en una cosa bien extraña que mezcla la superstición, la religión, lo hippie, la poesía, la retórica. Es soñadora, utópica, mesiánica, cree que está hecha para salvar al pueblo y vive en una realidad que no se ajusta del todo a ese discurso.

Él también, aunque por sí solo creo que no hubiera llegado a donde está. El hecho de tenerla como cómplice y facilitadora le ayudó. Él no es muy organizado, es más bien lumpen, estuvo preso muy joven y pasó sus años formativos en la cárcel. Siete años. No se formó más que en los manuales de marxismo leninismo que había en prisión. Tiene, sin embargo, una gran habilidad para generar intriga. Sabe manejar las contradicciones de la gente, dividir. Tiene una gran astucia, más que sabiduría política. Entonces, tenemos esta conjunción de personalidades tan complejas.

Da la impresión de que hay dos versiones de Nicaragua: por un lado, la de la calle; y por el otro lado la que pinta el gobierno. Esas dos visiones se encuentran esas en una mesa de diálogo, ¿le genera alguna esperanza?

Por la situación de la calle, veo que puede haber entendimiento y acuerdo. Sin embargo, creo que ese diálogo lo convocaron en primer lugar para perder tiempo. Pensaron que iban a solventar esta rebelión rápido. Pero el hecho de que haya tardado tanto, que la gente siga haciendo tranques, los tiene totalmente desconcertados. Entonces, aunque ahora no admitan nada, están empezando a ver que van a tener que negociar. Y lo noto porque ahora han cambiado su posición a una ofensiva de negar todo. Hace un mes no negaban todo, pero de repente llaman al Frente Nacional de Trabajadores, empiezan a convocar a su gente, a mandarla a los barrios, a trabajar en una ofensiva que empezó con la segunda mesa de diálogo. Vimos el discurso del canciller nicaragüense en la OEA, un discurso diciendo que ellos son libres de culpa y construyendo un enemigo.

Los esfuerzos de la oposición y de los organismos internacionales parecen encaminados a que esto no se alargue indefinidamente como sucede en Venezuela

Creo que la diferencia entre Venezuela y Nicaragua es que los venezolanos han vivido la democracia. Saben lo que es, lo entienden, es parte de su cultura. Nosotros no. Apenas empezábamos a entender lo que era una democracia después de los 16 años neoliberales, y todo se acabó con Daniel Ortega. La reacción popular no es estar esperando que les resuelvan el problema constitucionalmente, en la Asamblea Nacional. Aquí la gente ve que si no resuelven ellos, nadie les va a resolver. No creen en la legalidad, la democracia. Quieren la democracia, pero los instrumentos democráticos que han tenido Ortega se los metió en la bolsa.

¿Cuál es la diferencia entre orteguismo y sandinismo?

La diferencia es el ejecutor del sandinismo, más que el sandinismo propiamente. El sandinismo fue un mélange de esta figura heroica de la cual toma su nombre, César Augusto Sandino, que era un antiimperialista que creía en las cooperativas, que no era absolutamente comunista, pero tenía ideales socialistas. Era una mezcla. El sandinismo fue como una cajita donde la gente metió lo que quería, ajustándolo a su propia interpretación de la historia y la coyuntura.

El orteguismo es otra cosa. Toma el legado del sandinismo, que no era de él. Nos usurpa a todos los que habíamos luchado contra Somoza. Usurpa todo el legado de los símbolos, los colores, la música, y lo llena de su propia agenda. Busca enmendar un poco los errores que se cometieron en los 80 de querer nacionalizar, de confiscar, de hacer cosas más radicalmente de izquierda, y trata de hacerse a una izquierda mucho más moderada, en la que el discurso es de izquierda pero el contenido sigue siendo neoliberal y ahí se aplica su alianza con la gran empresa privada.

En la mesa de diálogo, frente al Gobierno hay una alianza opositora que combina demasiados intereses y que tiene un enorme reto de permanecer unida y organizarse políticamente. ¿Lo ve viable?

En toda América Latina este es un fenómeno sin precedentes. Aquí se van a barrer los partidos tradicionales, que en realidad solo eran títeres, partidos de membrete. Hay una puja por la horizontalidad dentro de la gente más joven que ya no quiere esos partidos. Creo que va a surgir algo diferente. Más que una democracia burocrática, la veo a partir de una autonomía municipal, universitaria, una serie de autonomías a nivel popular, que le den poder al pueblo pero de verdad, no en una ficción.

¿Es viable que la oposición se arme otra vez?

Tal vez aparecerán algunas armas. Pero yo, que fui parte de la armada de este pueblo, sé que armarse es bien complicado. Habría que ir al mercado negro, conseguir armas, conseguir dinero, meterlas al país, no lo puedes hacer en tres meses. Aquí la gran fuerza que tenemos es precisamente que se trata de una resistencia ciudadana, pacífica, en la que nadie está entrenado, no trabaja en células, no hay un entrenamiento de clandestinidad. Entonces no hay manera de armarse si no salimos del problema con estas manifestaciones pacíficas y el debilitamiento que está sufriendo Ortega. Con cada persona que muere, él se debilita. Ya empezaron a renunciar ocho fiscales, van a empezar los empleados públicos. Se irán quedando solos. Esa es mi predicción.

 

 

Agencia Anadolu. Esta entrevista se le modificó la extensión de la original