Las memorias del Arzobispo: ¿Nada más que la verdad? | El Nuevo Siglo
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Sábado, 21 de Enero de 2023
Hernán Olano

DURANTE  9 años y 11 meses, el arzobispo alemán George Ganswein ocupó la Secretaría privada de apoyo a las labores del recientemente fallecido pontífice emérito Benedicto XVI.

Nacido el 30 de julio de 1956 y ordenado sacerdote en 1984 (a los 27 años), luego, recibió la designación honorífica de Arzobispo titular de Urbisaglia y fue designado el 7 de diciembre de 2012 como prefecto de la casa Pontificia, cargo que ocupó según él a medias durante los últimos dos años cuando el papa Francisco lo relevó de sus labores para que se dedicara al cuidado del papa Ratzinger, un Pontífice "que confirmaría ampliamente a sus hermanos en la fe", como lo vaticinó desde 1960 el Padre San Pío de Pietrelcina.

Casi al momento producirse la inhumación del 265º vicario de Cristo, Ganswein dio a conocer su libro “Nada más que la verdad”, dónde en diálogo con Saverio Gaeta, hoy se nos dan a conocer las intimidades de una década de retiro del Papa alemán y las tensiones con su sucesor argentino.

Desde el primero de marzo de 2003, el prelado alemán fue secretario privado de Joseph Ratzinger, tanto en la Congregación para la Doctrina de la Fe como luego durante el pontificado que se desarrolló por 8 años y su retiro prácticamente de una década hasta su muerte, tiempo en el que según describe “Se alternaron momentos de alegría y decepción, de ilusión y de esfuerzo. Problemas ciertamente no han faltado, basta pensar en el drama de los abusos sexuales en el clero o las dificultades con las finanzas vaticanas”.

Nadie conoció y apoyó a Benedicto XVI más que el arzobispo Georg Ganswein, su fiel secretario privado, pero cuyas revelaciones lo dejan como un tanto infiel. El libro, con nueve capítulos, posee títulos interesantes: Los "Predestinados" fuera de la caja; El filósofo y el teólogo; La caída del hacha; La familia (pontificia y no); Los escollos del gobierno complejo; Una maestría completa; La histórica renuncia que marcó una época; La relación entre los dos Papas; En el Monasterio el silencio laborioso.

Diferentes controversias y malentendidos en la Curia Vaticana; la excomunión de los lefrebvristas; polémicas diversas no apaciguadas; la negativa de que Benedicto instalara el año académico de La Sapienza, donde con esa acción borraron de un plumazo la libertad de cátedra, como asegura Ganswein.

Signo de esperanza y cooperador de la verdad, señala el arzobispo Ganswein a Benedicto XVI; defensor de las virtudes, proclamador de la Palabra y un evangelizador que desarrolló un pontificado cristocéntrico.

Pero, también reseña episodios policíacos, por decirlo así, como el caso de Emanuela Orlandi, que ha cobrado vigencia por la reciente orden del papa Francisco acerca de la investigación sobre la joven desaparecida en el Vaticano; así mismo, la infidelidad del mayordomo papal Paolo Gabrielle; los Vatileaks; los escándalos económicos del IOR y todo “un conjunto de miserias humanas”, hacen parte de la narrativa, junto con las desavenencias con prelados y cardenales, como el propio Secretario de Estado, a punto de encontrarse esta cita: “hasta Benedetto odiaba a Bertone”, que no eran más que los escollos del gobierno complejo de la Iglesia.

Cuenta también, bajo el título “Secretamente en pequeños pasos”, cómo la renuncia de Benedicto XVI estaba planteada desde diciembre de 2012, pero cómo se dio en febrero de 2013, con la preocupación de enfermarse y de que le ocurriera lo que, al Papa Wojtyla, en el período final de su pontificado, pues el polaco ya no mantenía plenamente las riendas del gobierno, manejado por oficiales de la Curia Romana.

¿Hasta qué punto fueron sinceras las palabras de Francisco hacia Benedicto? “He dicho muchas veces que estaba tan contento de que viviera aquí en el Vaticano, ¡porque era como tener al abuelo sabio en casa!”, pero, al parecer, los allegados a Bergoglio nunca lo vieron así, pues Benedicto le decía que como solo los separaban nueve años, era mejor que lo citara como “hermano mayor” y no como abuelo.

Ante las críticas a Benedicto por haberse arrogado el título de emérito, Ganswein señala unas respuestas de 2014 de Ratzinger: “Mantener el hábito blanco y el nombre Benedicto es simplemente una cosa práctica. En el momento de la renuncia, no había otra ropa disponible”.


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Aunque Benedicto nunca escribió nada acerca de Amoris Laetitia, le sorprendieron textos con cierta ambigüedad, lo cual ha permitido interpretaciones no unívocas de ese documento y, donde el Magisterio, “No puede diluirse por supuestas razones pastorales, porque transmite la verdad revelada”.

¿Una guerra ideológica en el recinto de Pedro? Pues Ganswein deja entrever diferencias conceptuales entre los pontífices, e incluso relacionadas al populismo del actual Papa al vivir en Santa Marta, pues Ganswein dice: “De hecho, puedo testificar que, cuando encontramos el Aposento Papal en 2005, Juan Pablo II ciertamente no había vivido en la comodidad principesca”. Este aspecto de la oposición entre el Francisco reinante y el emérito Benedicto, que fue constantemente apoyada por bandos opuestos, y siempre entristeció a Ratzinger, sobre todo cuando la observación procedía del mismo interior del Vaticano.

Otra controversia fue la que se dio con respecto al celibato y al documento de la Amazonía que propone ordenar hombres casados. El cardenal Sarah aprovechó el nombre de Benedicto para incluirlo como coautor, generándose una tormenta mediática que tronó con toda la fuerza posible sobre el mismo Francisco.

Muy delicadas acusaciones de los planes de venganza hacia él y las retaliaciones hacia Benedicto se citan en la obra, entre ellas, la sorpresa del papa emérito al ver en una serie de once volúmenes de textos sobre Francisco, a muchos opositores de la Iglesia, lo cual expresó en una carta, de la cual, en la presentación de la obra se omitieron los párrafos centrales de quien sí fue un teólogo académico.

Señala Ganswein el dolor que sintió Benedicto cuando Francisco desterró el latín de la liturgia y, se incluye una anécdota negativa sobre dos sacerdotes jóvenes que pidieron estudiar latín. Para Ratzinger, siempre es peligroso arrinconar a un grupo de fieles, para hacerlos sentir perseguidos y eso ocurrió con el motu proprio Traditionis custodes.

Se desnudan cifras desconocidas de la labor de Benedicto XVI: Durante su pontificado actuó de manera drástica para la reducción al estado laico de los sacerdotes declarados culpables de abuso infantil: en los cinco años entre 2008 y 2012 hubo más de 550, y entre ellos había también varios obispos (mientras que otros fueron obligados a renunciar anticipadamente - mentiras por haber cubierto las responsabilidades de los sacerdotes de su diócesis). Sin olvidar que fue el primer Papa en encontrarse con víctimas de abusos por parte de sacerdotes durante sus viajes apostólicos. Lo hizo cinco veces: en Estados Unidos (abril 2008), Australia (julio 2008), Malta (abril 2010), Reino Unido (septiembre 2010) y en Alemania (septiembre 2011). Y siempre lejos de los focos, al estilo de la confidencialidad que él deseaba en esas circunstancias.

El libro, que se cierra el 5 de enero de 2023 poco antes de la ceremonia de exhumación de Benedicto XVI, también incluye el sobrio Testamento Espiritual de Benedicto XVI, escrito en alemán durante los primeros meses de su pontificado, pero firmado el 29 de agosto de 2006 en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, una pieza de reflexión mística del “Mozart de la teología”, donde reseña sus más de 60 años de trabajo teológico y, expresa que ha visto desmoronarse tesis que parecían inquebrantables, resultando ser meras hipótesis: la generación liberal (Hamack, Julicher, etc.) , la generación de esencialistas (Bultmann, etc.) y la generación marxista.

Ganswein deja ver que, personalmente, no posee dudas sobre la santidad de Benedicto XVI, pero, que, sin embargo, conociendo bien la sensibilidad que el Papa emérito le expresó en privado, “no me permitiré dar ningún paso para acelerar un proceso canónico”.

Las últimas palabras de Benedicto XVI, en italiano, con voz débil, pero de forma claramente distinguible, fueron: “¡Señor, te amo!”.

¿Y el futuro de Ganswein? Por lo pronto, retornaría a tiempo completo a sus labores en la Prefectura de la Casa Pontificia, aún con los desplantes de los últimos dos años, su expulsión por Francisco del apartamento asignado en el Palacio Apostólico, las humillaciones y desautorizaciones y la reducción de funciones con la Constitución Praedicate Evangelium, y aunque él no se ha planteado su futuro, señala en el libro: “Como antiguo colaborador de la Congregación para la Doctrina de la Fe, secretario del Cardenal Ratzinger y del Papa Benedicto, evidentemente llevo una marca de Caín".