Petkoff y los escenarios políticos en Venezuela | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 4 de Noviembre de 2018
Giovanni Reyes

LA  noticia se propagó desde el pasado 31 como fuego en el pasto seco de la pradera: Teodoro Petkoff falleció, a los 86 años, en Venezuela.  El vértigo se ha apoderado de las redes sociales y han proliferado los comentarios y los decires.  Quien fuera una de las mentes más lúcidas y propositivas de la oposición venezolana ha muerto dejando una estela de propuestas tan versátiles y persuasivas que obligó al chavismo -no de ahora, sino de años para acá- a confinarlo, a silenciarle su periódico Tal Cual , medio que en los últimos tiempos sólo se publicaba de manera virtual. 

El dirigente ahora desparecido fue el ganador del Premio Ortega y Gasset de periodismo en 2015, pero no pudo salir de Venezuela, dadas las medidas represivas del régimen, con todas sus prohibiciones y confinamientos. Fue el expresidente del gobierno ibérico, Felipe González, quien tuvo que ir a Caracas a entregarle el galardón.  Desde luego, Maduro y quienes detentan el poder hicieron reiterados llamados puntualizando el carácter “oligárquico” de “enemigo de clase”, de “imperialismo” que estaba detrás de dicho reconocimiento.

Petkoff se vio, desde hace ya casi veinte años, confrontando a lo que fue el chavismo desde sus inicios, cuando el teniente Hugo Chávez tomó el poder en febrero de 1999.  Es increíble.  Veinte años de agotamiento. En un inicio reconoció la esperanza que se plantaba en la patria de Bolívar, pero también fue innegable para el político desaparecido, la decepción sólo comparable a la magnitud de las expectativas que se habían creado.

Plantó cara enfrentado en lo que fue pertinente y que no fue poco, al régimen de Chávez y luego Maduro. Fue un personaje que supo mantener una posición de responsabilidad en el escenario político venezolano, siendo candidato a la presidencia en al menos dos ocasiones.  Una vez un colega de la Comisión Económica para América Latina, a propósito de esas candidaturas me compartió su opinión: “Petkoff es demasiado candidato para Venezuela.  Es como tener a Frank Sinatra en un concierto de perreo”.

Es posible que así haya sido. Las cosas en la vida, los resultados parciales y secuenciales son siempre producto de procesos más o menos extensos, más o menos intempestivos también.  El sub-desarrollo no es de gratis.  No se niega que existen en muchos casos, condiciones internacionales adversas para los países en desarrollo, pero también es innegable el desastre electoral que da poder a Trump, Erdogan, Maduro, y el caso más reciente, nada menos que a Jair Bolsonaro en Brasil.

           

La figura de Petkoff no estuvo ni mucho menos, exenta de polémicas.  Hombre de izquierda quien apoyó incluso la lucha armada en los ya lejanos sesenta y setenta, se constituye en el ejemplo de un político que fue adaptando sus posiciones.  En su perspectiva de activismo partidario, fue fundador de la agrupación Movimiento al Socialismo (MAS). 

Por lo general abogó por un fortalecimiento necesario, en cuanto a la institucionalidad de Venezuela. No escapaba a su conocimiento la excepcionalidad de su país. La alta dependencia del petróleo hace que el péndulo del bienestar esté asociado estrechamente, con los precios internacionales.  De ello dependen los grados de bienestar de esa nación, y en todo caso, el mayor reto ha sido desde 1922 en que se descubrió el petróleo venezolano a relativa poca profundidad.  Es el desafío de hacer que el desarrollo sea sostenible.

Para ello, Petkoff subrayaba, era necesario diversificar la producción, dejar de ser una “economía de puerto” es decir un mercado que se especializaba en un bien o servicio y todo lo demás lo importaba.  El hecho de diversificar hace que la dependencia no esté concentrada en un solo producto y con ello, con esa diversificación, es posible avanzar con iniciativas productivas y competitivas que abarquen mercados segmentados y priorizados.

No obstante, todo esto era cuasi-prohibido abordarlo, tanto durante el gobierno de Chávez como ahora con Maduro.  Todo eso era lenguaje “liberal” propio del “capitalismo salvaje”.  Bueno, Petkoff lo advirtió en varias ocasiones y en varios foros: los procesos del manejo económico y social del país tienen lógicas que son inexorables. 

Con ellas no se juega y los desenlaces son los que estamos ahora viviendo: un país que peligrosamente camina por la cornisa al filo de una crisis humanitaria.  ¿Quién lo hubiese creído? Con condiciones que en regiones son más negativas que Haití.  Aunque justo es decirlo, estas condicionantes también aparecen en otros lugares particulares de Latinoamérica, en otras naciones.

En los reiterados escritos de Petkoff la visión se apartaba de la aplicación de la política económica basada en el dualismo excluyente de mercado-estado.  Se debían atender los problemas en concreto, ir a los casos clínicos que pertenecían a modelos de transacciones y condicionantes en particular.

Para ello se reconoce que los recursos con lo que podía contar Venezuela estaban allí, relativamente fácil con los altos precios de petróleo, pero que era necesario, imprescindible, pensar en soluciones sostenibles, en donde desde luego, no debían descartarse los temas del fortalecimiento productivo, empresarial, propio del mundo del emprendimiento y de la innovación.  Pero como ya fue mencionado esto era lenguaje prohibido, tal y como lo predijera George Orwell en su profética obra “1984”, publicada por allá, a fines de los años cuarenta.

La pérdida de Petkoff pesa. Y pesa en grande, especialmente ahora que cada vez se hace más necesario contar con propuestas creativas e innovadoras.  Ahora que se vislumbran como inmensos, crecientemente, los costos que va a implicar reconstruir Venezuela.  

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna.