Francisco Pizarro, el municipio que no elegirá presidente de Colombia | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Martes, 1 de Mayo de 2018
Agencia Anadolu

De los 1.122 municipios que tiene Colombia, solo en uno de ellos nadie quiere elegir Presidente de la República el próximo 27 de mayo. Tampoco quisieron acudir a las urnas en marzo, por ende nadie los va a representar en el próximo Congreso que se posesione en julio. Y van a continuar el paro electoral si nadie escucha sus requerimientos.

Francisco Pizarro, un pequeño pueblo del departamento de Nariño, en la región del Pacífico colombiano, se niega a ejercer su derecho ciudadano más directo, el voto, debido al abandono del Estado. La falta de servicios básicos como agua, electricidad o salud los ha llevado a declarar una ‘desobediencia civil’.

La Agencia Anadolu visitó Francisco Pizarro para conocer de cerca no solo las condiciones en que vive esta población, sino también las razones por las cuales sus habitantes se niegan a votar en las próximas elecciones presidenciales. 

Desde el puerto de Tumaco, se accede por vía fluvial. En lancha rápida o canoa que transporta víveres se atraviesa la bahía donde el mar se estrecha para encontrarse con el río Patía. Después de tres horas de viaje se llega a un puerto bordeado por jarillones de costales de tierra que rodean la ribera del río.

En la plaza del pueblo cae la tarde, mientras los niños juegan y los adultos comentan los chismes del día. Militares patrullan las calles debido a la explosión en una torre de electricidad que dejó sin energía a Tumaco apenas días atrás. 

En Francisco Pizarro hay luz, pero de plantas eléctricas enviadas por Cedenar (Centrales Eléctricas de Nariño). El fuerte ruido de los generadores es notorio en el interior de las casas y locales. En uno de ellos se reúne el Comité por la Dignidad y contra la Corrupción, los líderes del paro que comenzó el 11 de marzo, durante las elecciones legislativas. 

“El llamado al Estado colombiano es que en Francisco Pizarro no va a haber elección para el 27 de mayo, porque ha habido incumplimientos”, señala Hilton Viveros, uno de los líderes del Comité. 

En esto coinciden sus compañeros en el Comité, como Freddy Riascos: “en esta ocasión, de no haber respeto por parte del Gobierno en el cumplimiento de lo acordado, pretendemos no permitir instalar ni siquiera las mesas de votación”, cuenta a la Agencia Anadolu.

Escasez de agua

Esta ola de indignación en Francisco Pizarro la originaron las mujeres, explica Francisco Castillo, miembro del Comité.

“Mujeres del barrio Playita, Brisas del Mar, Miraflores, Cementerio, mujeres cansadas de llevar agua en canoa, en potro, cansadas de que sus hijos no tengan educación básica, dijeron "no vamos más, no queremos votar por nadie, queremos que nos respeten". Eso es lo que ha sucedido”, dice Castillo.

La Agencia Anadolu contactó a Gloria*, una de las mujeres que lidera esta protesta. Ella cuenta que en Salahonda (el centro urbano del municipio) tomaron la iniciativa 30 mujeres y después convocaron a otro número en las veredas.

“Pues mire, la verdad es que ya estamos cansadas de la cargadera de agua. Nos toca transportarnos en canoa, traer el agua y nuevamente cargar. Entonces las mujeres aquí en Salahonda nos unimos para llevar a cabo una protesta”, cuenta.

Las canoas llegan al muelle donde mujeres y jóvenes ayudan a subir canecas cargadas de agua por unas escaleras de concreto y de allí las arrastran sobre los caminos de tablas, con la dificultad que implica, para surtir las viviendas.

Esta situación motivó a las mujeres a iniciar una protesta que derivó en un rechazo masivo del pueblo a votar el 11 de marzo pasado, cuando el gobierno local intervino con agentes del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) y hasta el registrador municipal tuvo que salir del municipio, escoltado por la fuerza pública.

Algo inusual para un pueblo tan tranquilo, como han insistido los miembros del Comité.

“Aquí el pueblo ha sido tranquilo, pacífico, y nunca había habido tremendo despliegue de ESMAD como se presentó esa vez”, comenta Enrique Castillo, un habitante del municipio.

“Y la verdad el pueblo de Francisco Pizarro somos gente pacífica. Incluso, usted ve que nuestros niños, nuestra gente, suena un disparo y en vez de resguardarse, salen a ver qué ha pasado. Así somos nosotros”, cuenta Hilton Viveros.

 

¿Y el registrador?

La casa de la Registraduría municipal de Francisco Pizarro es de fachadas de cerámica verde. Tiene una vivienda en el segundo piso y la oficina en la planta principal. Está oscuro con las cortinas cerradas. Como si la hubieran abandonado. Alrededor, custodia la fuerza pública.

“Desde lo que sucedió el día de la protesta, al registrador de aquí se lo llevaron y ya desde entonces no ha habido registrador”, dice Enrique Castillo.

El día de las elecciones legislativas, el registrador era el encargado de garantizar que las 6.252 personas habilitadas para votar en Francisco Pizarro -de los casi 15.000 habitantes del municipio- acudieran a las mesas para elegir senador, representantes a la Cámara por Nariño y las circunscripciones afrodescendientes.

Gloria cuenta que “al señor registrador no se le hizo nada, sino que la gente se sintió burlada, porque confiamos en él, porque él también está sufriendo lo mismo por la falta de agua, de energía”.

Las mujeres le pidieron que les colaborara “para que la votación no se llevara a cabo. Él dijo que sí, que estaba de acuerdo con el paro y todo”, afirma Gloria.

“Desde el momento de la desaparición del registrador municipal no se ha podido realizar en Francisco Pizarro el registro de ningún neonato, ningún documento privado o registro civil de ningún ciudadano para fines académicos o laborales”, señala Riascos.

“De hecho estamos pidiendo que sí venga un registrador”, agrega el líder.

Desobediencia civil

A pesar de varias negociaciones que han tenido con delegados locales y departamentales después de las protestas, la población piensa continuar con el paro.

 

“Si no nos cumplen con el acuerdo, tampoco se va a dejar que haya votación en el municipio de Francisco Pizarro. No puede haber votación porque realmente nos tienen ignorados. No nos están cumpliendo”, asegura Gloria.

Los líderes del Comité son enfáticos en reivindicar como un acto de desobediencia civil su rechazo a las elecciones del 27 de mayo.

“Aquí no tenemos que rendirle cuentas como comunidad al Gobierno. Nosotros somos quienes legítimamente, a través de la desobediencia civil, castigamos al Gobierno por no cumplir con su tarea, para la que nosotros votamos y lo legitimamos”, señala Riascos.

Viveros dice que el alcalde, Ángel Miro Moreno, no quiso escucharlos: “él dijo: “son cinco o seis pelagatos que están haciendo reuniones sin tener ningún fin”. Se equivocó. No va a haber elección. Y como han incumplido, el pueblo también puede no hacerles caso”, afirma.

Sobre el voto en blanco, sostienen que no tiene el mismo efecto que buscan, porque está dentro del sistema como una alternativa a elegir.

En cambio, “nosotros estamos planteando un desconocimiento total del sistema electoral como elemento legitimador de la gobernabilidad en Colombia. Eso es muy diferente”, explica Riascos.

A pesar de la firmeza en sus palabras, los líderes son conscientes de los riesgos que representa su decisión.

“Ellos saben que nosotros estamos aquí reunidos. Y también tememos por nuestras vidas, porque el simple hecho de estar nosotros aquí vigilados, nuestras familias están en la misma situación, pero el pueblo no está jugando y no se rinde. Y vamos hasta las últimas consecuencias”, señala Viveros.